Boletín UNAM-DGCS-152
Ciudad Universitaria
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NO AGOTAN EXPECTATIVAS DE TRANSFORMACIÓN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
·
No se les debe ver como sujetos históricos
que habrán de resolver los problemas actuales, destacó Jorge Cadena, miembro
del CEIICH de la UNAM
·
En la actualidad la ciudadanía es más que
una simple posesión de derechos, indicó Rodrigo Páez, investigador del Centro
Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos
· Participaron en el coloquio América Latina: historia, realidades y desafíos, efectuado en esta casa de estudios
No se pueden depositar todas las expectativas de transformación en los
movimientos sociales, ni verlos como sujetos históricos que habrán de resolver
los problemas actuales, afirmó Jorge Cadena, miembro del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
Al participar en la mesa redonda Resistencia, movilización social y
proceso de cambio, efectuada en el marco del coloquio América Latina: historia,
realidades y desafíos, añadió que se debe caer en la cuenta de que los
analistas suelen “seleccionar casos de estudio extraordinarios, fuera de lo
común, los cuales se elevan a escala general como ejemplos de nuevas
tendencias”.
Por centrar la atención en algunas organizaciones, no se advierte el
quehacer de otras; es peligroso hacer generalizaciones tan ambiciosas y llenas
de esperanza a partir de pequeñas muestras que no pasan de uno o dos fenómenos,
advirtió.
En efecto, muchos movimientos tienen efectos históricos; a partir de
sus actos han conseguido transformaciones a nivel macro, tales como la
incorporación, cambios y democratización de regímenes políticos, precisó.
No obstante, aclaró, no todas las modificaciones introducidas se
refieren al poder. Hay un conjunto de consecuencias sociales, culturales,
económicas y ecológicas, sólo por mencionar algunas.
En opinión de Esther Ceceña, investigadora del Instituto de
Investigaciones Económicas (IIEc), las fuerzas sociales están en permanente
mutación, “se alteran en la lucha, en la vida, en el debate, lo cual se debe a
que la colectividad es un encuentro de sujetos distintos”.
En realidad, abundó, no son una cuestión de voluntad, más bien se
conforman porque responden a realidades marcadas por conflictos. Esto ha puesto
a la población en riesgo de quedar individualizada o fragmentada, pero al ser
imposible sobrevivir, se ha visto en la necesidad de organizarse para actuar,
adquiriendo así su forma.
A su vez, Rodrigo Páez, investigador del Centro Coordinador y Difusor
de Estudios Latinoamericanos (CCYDEL), comentó que la democracia en América
Latina (AL) ha ocasionado desencanto. Esto planteó el surgimiento de actores
nuevos que no sólo buscan integrar una nueva variante política, sino la
construcción de identidades colectivas diferenciadas.
Por ello, subrayó, en la actualidad la ciudadanía es más que una simple
posesión de derechos, es un conjunto organizado, el cual responde a
problemáticas concretas y ve por los intereses colectivos.
En la mesa redonda El Estado y la sociedad como objetos de estudio.
Propuestas teóricas desde América Latina, Marcelo Cavarozzi, miembro del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina,
consideró necesario para la región, presentar una estrategia de cambio creíble,
que genere una visión más justa y, al mismo tiempo, no consensual, pero
conflictiva en su constitución.
Es
cierto, indicó, que deben mejorar las condiciones de educación bajo dos formas:
“neoclientelísticamente”, como lo hacen prácticamente todos los gobiernos,
incluida la mayoría de los llamados progresistas; o bien, de abajo hacia
arriba, lo cual implica reconocer identidades culturales, diferenciales,
subculturales, étnicas, que en su mayoría los gobiernos latinoamericanos no
practican.
Una
agenda para AL, propuso, debe incluir cinco grandes temas vinculados con la
reconstrucción del Estado: la creación de empleo y concertación con el sector
privado; capacitación profesional; conexión entre niveles de gobierno;
promoción de la gestión local y estatal, eficiente, honesta y transparente, y
reforma de la administración pública.
Este
desafío implica una redefinición estatal en un momento en donde predomina su
descrédito; sin embargo, esta situación no es sólo obra de las políticas
neoliberales, sino de los repetidos errores cometidos por las autoridades desde
los setenta, subrayó.
Por
su parte, Álvaro Rico, académico de la Universidad de la República de Uruguay,
refirió que “si uno compara los desarrollos anteriores de las ciencias sociales
en AL, se encuentra con que en el último medio siglo se han dividido en ciclos
de tiempo cada vez más cortos, alrededor de 10 años, en los cuales se
concentran cuatro momentos históricos, obligando a repensar la relación entre
el Estado y la sociedad, y a éstos como objeto de estudio dentro del
pensamiento tradicional” latinoamericano.
Si
esta constatación es así, agregó, puede afirmase que la inestabilidad
estructural y política del continente no ha permitido asentar o reestabilizar
los objetos de estudio comunes en la región y tampoco proyectar a futuro a
partir de esas categorías.
El
Estado y la sociedad como sujetos de análisis fueron pensados en estos últimos
50 años a través de otros conceptos articuladores de esa relación, tales como
la revolución en los años 60; el autoritarismo en los 70; la democracia en los
80, y el mercado y globalización a finales del siglo pasado e inicios del
presente milenio. Es precisamente aquí donde se van a concentrar fuertes
núcleos de reflexión del pensamiento local, explicó.
En
su momento, Carlos Sojo, director general de FLACSO, Costa Rica, aseveró que al
cabo de este tortuoso periodo de reformas económicas y apertura democrática en
AL, los Estados han sido reinstalados como mecanismos institucionales;
desmantelados como productores de bienes y servicios, y disminuidos como
formuladores de reglas de juego.
En
Latinoamérica los cambios, impulsados durante las dos últimas décadas, procuran
la reducción de lo público y la supresión consecuente de la política común. De
hecho, los desempeños gubernamentales se aproximan a este propósito, pero por
regla general hay una pérdida ética y política de lo colectivo, en beneficio
del individualismo posesivo, afirmó.
Sin
embargo, la más importante privatización en nuestro tiempo no se refiere a la
reforma institucional, por importante que haya sido, sino a la transformación
funcional, a la definición del rol del Estado en la creación de medios de
cohesión social, expresó. Así, tras la adecuación económica de inspiración
neoliberal más o menos dispersa, lo que se impone en América Latina es una
autocracia patrimonial.
Durante su intervención en la mesa Problemática actual de los estudios
de la cultura en América Latina, Antonio García León, profesor de la Facultad
de Filosofía y Letras (FFyL), mencionó que las sociedades americanas en la
Colonia han sido estudiadas en las distintas épocas con propósitos diferentes y
bajo perspectivas políticas diversas.
“De hecho, se puede decir que esta mirada hacia el mundo colonial
americano ha dependido de las modas político–sociales y de todo tipo de
visiones contemporáneas, que han ido reconstruyendo paulatinamente un pasado
propio”, agregó.
Ello explica que los historiadores actuales, estimulados por
orientaciones económicamente correctas, hurguen en los antecedentes de la
civilización borbónica del siglo XVIII, del libre comercio entre instituciones,
privilegios y extorsión.
Si bien, se ha ganado en detalle y acuciosidad matemática, la mayoría
de las obras actuales plantean horizontes mucho más modestos que las grandes
empresas características de la escuela francesa de anales o de los países
anglosajones y América Latina, observó.
Historiadores
como Silvio Zavala, Gonzalo Aguirre Beltrán y Fernand Braudel ya no existen; la
pléyade de titanes característicos de 1929 a 1977 desapareció. “Después de su
retirada quedan más bien las miradas de historiadores sometidos a procesos de
parcelación del conocimiento característico de nuestros días”, ejemplificó.
La marea de pequeños estímulos llevó al naufragio a las grandes
pretensiones historiográficas. Ello por la emergencia de un nuevo tipo de
crítica y de nuevos temas, los cuales la hacen mucho más compleja y variada. Aunque el estudio de estos
pequeños detalles hacen que se pierda la visión de conjunto, sostuvo.
En su oportunidad, Mario Miranda, profesor de la FFyL, consideró que
los trabajos latinoamericanos, desde su creación y desarrollo actual,
constituyen un campo de conocimientos carente de definición formal, sin
estructuración teórica suficiente. Con esa denominación genérica se refieren a
todo cuanto son y representan, puntualizó.
En su perspectiva humanista, dijo, este tipo de trabajos incluyen todo
lo registrado o no en la literatura,
filosofía e historia de América Latina. De este modo, las ciencias sociales se
enriquecen y sistematizan con el análisis de problemas concretos de la
colectividad y su progreso, concluyó.
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FOTO 01
Marcelo Cavarozzi
y Álvaro Rico participaron en la mesa El Estado y la sociedad como objetos de
estudio. Propuestas teóricas desde América Latina, en el marco del coloquio América
Latina: historia, realidades y desafíos, efectuado en la UNAM.
FOTO 02
Carlos Sojo,
director general de FLACSO, Costa Rica, aseveró en la UNAM que en AL los Estados
han sido desmantelados como productores de bienes y servicios, y disminuidos
como formuladores de reglas de juego.
FOTO 03
Antonio García de
León y Felícitas López Portillo durante la mesa Problemática actual de los
estudios de la cultura en América Latina, en el marco del coloquio América
Latina: historia, realidades y desafíos, efectuado en el CEIICH de la UNAM.
FOTO 04
Mario Miranda,
profesor de la FFyL, consideró en el coloquio América Latina: historia,
realidades y desafíos que los trabajos latinoamericanos constituyen un campo
carente de definición formal y sin estructuración teórica suficiente.
FOTO 05
Jorge Cadena y
Esther Ceceña durante la mesa redonda Resistencia, movilización social y
proceso de cambio, efectuada en el marco del coloquio América Latina: historia,
realidades y desafíos, en el CEIICH de la UNAM.