Boletín UNAM-DGCS-143
Antigua Escuela
Nacional de Jurisprudencia
FUNDAMENTAL, LA REFORMA EDUCATIVA PARA LA ECONOMÍA MEXICANA
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En la Primera Reunión Trimestral del CEMPE de
la Facultad de Economía de la UNAM, Ernesto Acevedo señaló que ella es posible,
a diferencia de otras transformaciones estructurales
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Sólo en la medida como la mano de obra sea
más calificada, la producción crecerá a un ritmo más elevado, aseguró
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Eduardo Loría afirmó que la expectativa de
crecimiento propuesta para México es de 3.95 por ciento, liderada por el
consumo e inversión privados
Mientras gran parte del discurso oficial se concentra en reformas
estructurales de tipo fiscal, laboral y energético, en el mediano plazo sería
mucho más importante la educativa, porque incidiría de forma directa en la
calidad de la mano de obra. Eso se traduciría, eventualmente, en un crecimiento
económico sostenido, afirmó el investigador de la UNAM Ernesto Acevedo
Fernández.
En la Primera
Reunión Trimestral del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos (CEMPE)
de la Facultad de Economía (FE), expuso que esta adecuación es posible, a
diferencia de otras transformaciones estructurales con un alto costo político
que ningún partido desea asumir.
La misma debe
orientarse a incrementar la calidad y cobertura de educación secundaria, media
superior y tecnológica, mediante una estrategia de “ganar-ganar”, la cual no
conllevaría discordias partidistas.
Asimismo,
señaló que si bien para este año el CEMPE pronostica un crecimiento de 3.9 o 4
por ciento de la economía mexicana, “es importante considerar que esa tasa no
es sostenible en el mediano plazo”. Dicho ritmo no es posible si la capacidad
potencial y los factores determinantes no se incrementan, en particular la
calificación de la mano de obra y el nivel de inversión.
Acevedo
Fernández refirió que tasas de alrededor de 5 por ciento se pueden observar en
algunos trimestres, pero no son seguros, pues generarían que la demanda no
pudiese ser compensada con la estructura productiva del país. “Eso llevaría a
tasas de inflación más altas y a ampliar el déficit de cuenta corriente”,
abundó.
Para ser estable, mencionó, se requiere un clima microeconómico que
fomente el financiamiento y acreciente la calidad laboral, la cual se
traduciría en mayor productividad. Este desarrollo es congruente con la
utilización plena de los factores lucrativos con que cuenta un país, en
particular: empleo y capital. Aunque, aclaró, no sólo depende de esos
elementos, sino de la cualidad de los mismos, porque modifican la posibilidad
de progreso en el mediano plazo.
Ellos pueden
ser internos, relacionados con las condiciones del mercado doméstico, política
económica fiscal y monetaria, y el entorno. Los externos se refieren a la
evolución de Estados Unidos, debido a los vínculos comerciales y financieros y
por la cantidad de recursos transferidos a México mediante las remesas
familiares.
En el CEMPE se
estableció que la economía mexicana puede avanzar de forma sostenida a una tasa
de 3.5 por ciento. “Eso significa que si alcanzara esos ritmos generaría un
problema de ‘sobrecalentamiento’, porque aumentaría a un promedio más allá de
lo permitido por sus factores productivos”. Sólo en la medida en que la mano de
obra esté más calificada, los indicadores crecerían a un ritmo más elevado, reiteró
Ernesto Acevedo.
Por su parte,
Eduardo Loría Díaz de Guzmán sostuvo, que el Producto Interno Bruto (PIB) del
cuarto trimestre del año pasado cerró en 4.4 por ciento, lo cual, junto con la
expectativa de mayor crecimiento de EU, generó una esperanza para México de
3.95, tasa liderada principalmente por el consumo e inversión privados.
Esas variables
son fundamentales y lograron que la economía mexicana despegara en 2004. Otra
más ha sido la de inflación. La proyección para tal indicador se ha establecido
en 3.93 por ciento, es decir, la meta del Banco Central de 3 por ciento será
difícil de alcanzar, aclaró el especialista.
Este será un
año de avance menor al del pasado, pero de estabilidad macroeconómica. De
ninguna manera hay elementos para pensar que habrá una devaluación, crisis
financiera o fiscal.
Loría Díaz
mencionó que el déficit de cuenta corriente, o el desequilibrio del país en
bienes y servicios con el resto del mundo, cayó desde 2001, por dos cuestiones:
la contribución de las remesas, que pasaron de 6 mil 500 millones de dólares en
2000, a 16 mil millones en 2004, y cuya entrada “ha sido factor básico para
darle estabilidad al tipo de cambio y financiar el déficit”.
La segunda, que
el coeficiente de ahorro e inversión varió. El último descendió mientras que el
primero fue estable. Explica por qué la cuenta corriente mantuvo índices
estables. En 2004 y 2005, dado que la inversión creció, el déficit será
manejable: de alrededor de 9 mil 900 millones de dólares, la mitad del 2000,
aclaró.
También expuso
que en el entorno nacional, la parte política tiene cada vez menos incidencia;
al menos, en términos de la inflación. Desde 1993 el Banco Central es autónomo
por ley y, en ese sentido, la conducción de la política monetaria se orienta a
controlar ese indicador. Esas perturbaciones no se trasmitirán a los precios;
pero de forma eventual, a las expectativas de crecimiento.
Contreras Sosa
aseguró que la consecuencia más visible del cambio de condiciones de política
macroeconómica de EU en México puede verse en el alza de las tasas de interés;
por ese efecto, las nuestras también se elevarán.
Por otro lado,
no se observa afectación a la relación peso–dólar o a las condiciones fiscales
de México. En este momento no hay a la vista impactos económicos negativos
severos de las políticas macro de Norteamérica para nuestra economía, concluyó.
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PIES DE FOTO
FOTO A 01
Ernesto
Acevedo, Eduardo Loría y Hugo Contreras participaron en la Primera Reunión
Trimestral del Centro de Modelística y Pronósticos Económicos de la Facultad de
Economía de la UNAM.
FOTO A 07
Ernesto Acevedo Fernández, investigador del CEMPE de la FE de la UNAM, afirmó que una reforma educativa se traduciría eventualmente en un crecimiento económico sostenido.