06:00 hrs.  20 de Febrero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-138

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

PARTICIPA UNAM EN PROYECTO MIRAGE–MEX PARA DETERMINAR EFECTOS DE LA CONTAMINACIÓN

 

·        Ello se realizará a escala regional y global, afirmó la investigadora universitaria Mireya Moya

·        Dijo que el programa lo llevan a cabo científicos mexicanos, en especial de la Universidad Nacional, y estadounidenses

·        Se busca conocer las consecuencias de la infición por aerosoles o partículas en ámbitos como medio ambiente, funcionamiento de la atmósfera, clima y salud

·        El Premio Nobel de Química Mario Molina y Mireya Moya forman parte del Comité Científico de este programa

 

Para determinar los efectos locales, regionales y globales de la contaminación de las grandes ciudades –como la capital de nuestro país–, en ámbitos como medio ambiente, funcionamiento de la atmósfera, clima y salud, científicos de México, sobre todo de la Universidad Nacional, y de Estados Unidos llevan a cabo el Proyecto MIRAGE–MEX (Megacity Impacts on Regional and Global Environments–México City Pollution Outflow Field Campaign).

 

Al respecto, el Premio Nobel de Química Mario Molina y la investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, Mireya Moya Núñez, ambos miembros del Comité Científico de MIRAGE, junto con Telma Castro, informaron que este programa se creó para realizar mediciones intensas y caracterizar la “pluma saliente” de infición en la Ciudad de México.

 

 

Precisaron que se trata del primer estudio de esta magnitud que se hará en el mundo –liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR, por sus siglas en inglés) y el Departamento de Energía (DOE) del vecino país del norte– porque el muestreo de contaminantes se efectuará no sólo en la superficie, sino en forma más precisa.

 

Mario Molina subrayó la importancia de MIRAGE por ser un proyecto especializado que permitirá entender la pregunta: “¿qué efecto tienen las emisiones de las grandes ciudades en el medio ambiente, además de la repercusión local?”, porque hay conexión entre calidad, aire y cambio climático. Con el análisis se espera entender esa relación.

 

Por su parte, la investigadora Mireya Moya Núñez precisó que la intención es efectuar un estudio de campo intensivo de la medición de tóxicos, el cual se llevará a cabo en la zona metropolitana.

 

El objetivo, aclaró, no es cuantificar la polución en la Ciudad de México porque ya se conoce. El trabajo más significativo al respecto es la intensa campaña que coordinó Mario Molina en 2003 para caracterizar los contaminantes superficiales del Valle de México.

 

Luego de ese ejercicio, el siguiente paso, explicó, es la realización de MIRAGE. Se busca determinar hacia dónde se va la “pluma” de infición en fase gaseosa y de partículas atmosféricas. Es importante porque uno de los tóxicos de mayor interés académico son los aerosoles, los cuales afectan el balance radiativo del sistema Tierra–atmósfera. Como consecuencia, tienen incidencia en el cambio climático global.

 

La especialista subrayó que esperan entender mejor los procesos físico–químicos que generan la formación de esos compuestos; comprender sus interacciones y reactividad. Es decir, no se trata de medir estos elementos porque existe una red automática de monitoreo que depende del gobierno local y que los caracteriza en gas y partículas.

 

 

 

 

Para llevarlo a cabo, detalló, dos aviones especializados de NCAR y de DOE, con instrumentación de vanguardia, harán vuelos intensivos de muestreo para identificar la “pluma” saliente de polución. Las aeronaves irán a distintas alturas, de acuerdo con la evolución diurna o nocturna de la capa de mezcla y registrarán sus diversos niveles. Luego, trazarán la ruta adecuada para hacer reconocimientos más allá de la superficie, lo que dependerá del crecimiento de dicho estrato.

 

Detalló que el Valle de México se encuentra a una altura aproximada de dos mil 200 metros sobre el nivel del mar. Por sus características topográficas –rodeado de montañas– puede hacer difícil la dispersión de contaminantes (en ciertas épocas del año, como la planeada para el estudio MIRAGE). Estas características, junto con las condiciones meteorológicas, pueden tener incidencia en el crecimiento de esta capa de mezcla, la cual puede crecer por encima de los 2 mil metros sobre el nivel del Valle. Con la radiación solar las partículas generadas provocan el crecimiento de dicha capa. 

 

Mireya Moya resaltó el interés científico en estos aerosoles, debido a que pueden incidir en la salud por su composición química, la cual podría tener elementos orgánicos dañinos. Son partículas de fracciones respirables que, por su tamaño –menores a una micra, a 2.5 micras–, pueden penetrar al tracto respiratorio, llegar a los alvéolos pulmonares e, incluso, al torrente sanguíneo, según estudios publicados por la Escuela de Salud de Harvard.

 

También, agregó, porque por su tamaño afectan la visibilidad y, concretamente, el balance radiativo, es decir, interfieren con la radiación que viene del Sol y llega a la superficie de la Tierra. Cuando absorben ese calor, se produce un efecto de calentamiento, con implicaciones en el clima. De acuerdo con su conformación se pueden atraer o reflejar. En este último caso la actividad a producir es conocida como “enfriamiento”.

 

Esto es, detalló, si absorben o dispersan las ondas caloríferas, de cualquier manera afectan dicho equilibrio.

 

 

 

Las partículas atmosféricas, señaló la investigadora, son un contaminante criterio que no está en fase gas, como el ozono, y desde hace cerca de 15 años ha cobrado gran interés por su estructura química compleja: orgánicos, inorgánicos o metales. Esas fuentes darán la característica en su integración química. Por ello, se vuelve un reto llevar a cabo estos estudios.

 

Luego, Moya Núñez expuso que el  Valle de México se estudia porque tiene características peculiares: 3.5 millones de autos, una flota vehicular particular, más de 18 millones de habitantes y una topografía que no ayuda a la dispersión de tóxicos; es decir, se analiza esta zona porque son muchas las fuentes y la incidencia que se presenta.

 

Una vez definidos los procesos físico–químicos, expuso, se entenderán mejor los que originan la formación de aerosoles. Ello dará pauta para que otras instituciones o ramas, como la de salud o biodiversidad, hagan conexión entre su composición, recurrencia o niveles de polución y cómo afectan en otras áreas.

 

Dejó en claro que la colaboración internacional es necesaria, porque este tipo de proyectos conlleva muchos recursos dada la instrumentación o infraestructura de vanguardia utilizada.

 

Más adelante, Mireya Moya informó que el estudio se encuentra en fase de planeación, faceta que requiere de coordinación entre los científicos de ambos países.

 

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FOTO 01

Mario Molina, premio Nobel de Química y miembro del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, forma parte del Comité Científico de MIRAGE, proyecto para determinar los efectos de la contaminación de las grandes urbes en distintos tópicos.

 

FOTO 02

Mireya Moya, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM y miembro del Comité Científico de MIRAGE, explicó que este último pretende caracterizar la “pluma” de contaminantes en fase de gas y partículas en la Ciudad de México.