06:00 hrs.  13 de Febrero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-117

Ciudad Universitaria

 

 

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IRRUMPEN NUEVOS PATRONES DE INTEGRACIÓN FAMILIAR POR LA TECNOLOGÍA Y LA COMUNICACIÓN

 

·        No es posible reconocer sólo núcleos conformados por madre, padre e hijos, señaló Carlos Welti, investigador del IIS de la UNAM

·        Hoy es aceptado establecer relaciones afectivas independientemente del sexo de las personas y cuyo fin último no es necesariamente la procreación, subrayó

·        Las interacciones afectivas han cambiado sus mecanismos, la gente prefiere vincularse por medio de chats o en los llamados frees, destacó Dalia Chargoy, profesora de la FP

·        Mañana, 14 de febrero, se celebra el Día del Amor y la Amistad

 

En la actualidad se observa la irrupción de diferentes patrones de arreglos familiares; ya no es posible reconocer sólo núcleos conformados por madre, padre e hijos. Es preciso entender la existencia de otras uniones donde la reproducción no es el fin principal, subrayó Carlos Welti Chanes, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

 

Cada vez se ven más familias estructuradas de diferente forma, con menos hijos o sin ellos, así como uniones conyugales homosexuales –añadió Welti Chanes–, cuya integración responde, en muchos casos, a los objetivos dictados por los medios de comunicación. En todo caso, el amor no ha cambiado, porque precisamente a este afecto obedece la conformación de los vínculos actuales, sostuvo el demógrafo.

 

 

Hoy es aceptado establecer relaciones afectivas independientemente del sexo de las personas y cuyo fin último no es necesariamente la procreación. De hecho, consideró, en la medida en la que el grueso de la colectividad apruebe estas nuevas situaciones, estaremos aproximándonos a relaciones más igualitarias.

 

Al hablar de la pareja, uno de los componentes que dio origen a la celebración del 14 de febrero, fecha que en México y muchos países del mundo se utiliza para festejar el amor y la amistad.

 

Por su parte, Dalia Chargoy, académica de la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología (FP), consideró que las parejas se forman por una necesidad psicológica y emocional de unificación. Se trata de una unión natural para satisfacer las necesidades de expansión. Sin embargo, sus mecanismos han cambiado y la gente se escuda tras una computadora, en los chats o en los contactos frees (sin obligaciones), porque tiene miedo de darse y ser lastimada, aseveró.

 

Esa es la manera más dolorosa de entablar contacto, destacó, porque el no afirmar un compromiso es como sumergirse en un “hoyo negro” donde no se sabe qué va a suceder. Por otra parte, las variaciones sociales de algunos de estos acuerdos tienen que ver con un discurso de los medios, que por moda o intereses de lucro le restan importancia al verdadero sentido del amor y fortalecen la imagen de la infidelidad.

 

En este mismo sentido, en la sociedad actual se pone mayor énfasis al hecho de dar, de regalar. Al recibir se le asocia cierta carga negativa y por tanto propicia que ”se reciba” con cierta culpa, lo que hace que se “abarate” ese sentimiento, la mercadotecnia lo ha presentado como un recurso carente de valores que, en ocasiones, se pueden comprar con regalos, cuando es una actitud humana profundamente gratuita, subrayó la psicoterapeuta.

 

Los orígenes

La conmemoración del Día del Amor y la Amistad, tan popular en diversas culturas del orbe, tiene orígenes remotos. Se asegura que en la antigua Roma el 15 de febrero se celebraba el día de la fertilidad o lupercalia, en honor del dios Lupercus.

Se cuenta que el emperador Claudio II creía que los soldados casados no eran tan eficientes como los solteros; por ello, mandó martirizar a San Valentín, quien dedicó su vida a bendecir matrimonios, prohibido por el soberano. Sin embargo, fue en 1969 cuando el calendario Católico Romano dedicó la fecha actual a este santo.

 

Aunque en principio estuvo dedicada a festejar a los enamorados, se ha hecho extensiva no sólo para que la gente demuestre su afecto sino también su amistad.

 

Solteros, casados y viudos: todos enamorados

De acuerdo con el último Censo Nacional de Población realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), hasta el 2000 existían en México 25.6 millones de solteros mayores de 12 años, divididos en 13.2 millones de hombres y 12.4 millones de mujeres.

 

Asimismo, de los resultados de este informe se derivó que 37.9 millones de personas estaban casadas o vivían en unión libre y alrededor de 5.4 millones tenían la condición de separación, divorcio o viudez.

 

En Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Michoacán, Nuevo León, Yucatán y Zacatecas, una de cada dos personas está casada. En tanto que las menores proporciones de habitantes casados se registró en Nayarit (39.7), Veracruz (38.5) y Chiapas (37.7 por ciento).

 

Las entidades con mayores índices de uniones libres eran: Nayarit (18.8), Chiapas (18.1), Veracruz (16.3) y Baja California (15.6 por ciento). En tanto que Baja California, Distrito Federal y Morelos registraron las cifras más significativas de sujetos divorciados o separados (4.9, 5.5 y 4.2 por ciento del total local, respectivamente).

 

En Aguascalientes, Distrito Federal, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro y Zacatecas, por otra parte, habita el mayor número de mujeres solteras que hombres en igual situación.

 

 

Divorcios e infidelidad documentada

En opinión de Carlos Welti, en México se vive una época de infidelidad documentada. En el pasado esta situación sólo se veía reflejada en las grandes novelas o en las obras de teatro, pero ahora hay cifras que permiten dar cuenta de este comportamiento soterrado.

 

De acuerdo con el INEGI, si en 2000 había 7.4 divorcios por cada 100 matrimonios, en 2001 eran 8.6; en 2002, 9.8, y en 2003 de 11 separaciones. Incluso, la tasa bruta de nupcialidad, indicada por el número de matrimonios civiles por cada mil habitantes, descendió: en el 2000 fue de 7.0, en 2001 de 6.5, en 2002 de 6.0, y en 2003 de 5.6 enlaces.

 

Esta situación, mencionó, tiene que ver con la movilidad y la posibilidad de establecer cualquier tipo de relación, incluso virtuales. En ese sentido, habría que preguntarse en qué medida un desarrollo tecnológico como la Internet permite el advenimiento de nuevos tipos de vinculación, muchos de estos, incluso involucran la sexualidad.

 

En opinión de Welti Chanes, el descubrimiento del medicamento contra la impotencia ha tenido implicaciones importantes en la estabilidad conyugal y, al mismo tiempo, ha permitido que cada vez se integren más hombres mayores con mujeres jóvenes. Un hecho innegable, dijo, es que las separaciones van en aumento y esto se ha vinculado con la adquirida independencia de la mujer y la ampliación de la esperanza de vida de la población.

 

Otro aspecto relevante, agregó el sociólogo, es la infidelidad femenina, la cual es mucho más frecuente de lo que la gente imagina. En la actualidad, un porcentaje considerable de ellas conoce y utiliza algún método anticonceptivo, lo cual les ha dado mayor libertad en su ejercicio coital.

 

Pese a cualquier implicación moral, la infidelidad es una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí mismo porque es incapaz de afrontar su situación y hablar al respecto, porque todo alejamiento es doloroso, aseveró Dalia Chargoy.

 

 

 

En la interacción amorosa, enfatizó, el compromiso es con uno mismo, como responsabilidad de conocimiento, respeto y aceptación. Su ausencia provoca nuevos encuentros en donde se busca lo que nosotros no damos.

 

Esta actitud, precisó la especialista, se cultiva con hechos. Por lo regular una relación de pareja se fractura cuando los involucrados no cubren sus expectativas. En realidad es un recurso para trabajar con uno mismo, “para amar incondicionalmente porque la medida del amor es amar sin medida, pero primero debo quererme todos los días”, destacó.

 

Por eso, muchas veces, cuando llega una persona dispuesta a amar no la distinguimos, porque nuestra percepción no lo tiene identificado, no lo reconocemos como propio y no importa su donación, puntualizó la especialista. Cómo puede haber congruencia en lo que pienso, siento y quiero, si no se me permito o me niego a tocarme, sentir y entregarme, cuestionó.

 

Los orígenes de esta situación, consideró, se encuentran en la familia, donde la mayoría de las demostraciones de cariño se dan en el ámbito del discurso, no en su manifestación física. Por ello, al crecer se repiten patrones o mecanismos adoptados para ser reconocidos, amados y respetados.

 

No obstante, afirmó Welti Chanes, la conformación actual de las parejas es un proceso irreversible, precisamente porque en estas uniones sigue presente la necesidad de buscar afectos. Pero esto no quiere decir que las familias hayan pasado a término secundario. Su función sigue siendo importante, sólo que ahora es necesario aceptar la existencia de un nuevo tipo de estructuras, aclaró.

 

En estos días, esa figura, la figura familiar, no depende de ser un espacio para la reproducción: “debe seguir siendo un lugar idóneo para la transmisión de valores y por eso es innegable su papel como institución social”, concluyó.

 

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La infidelidad es una cuestión personal, pues el sujeto se engaña a sí mismo porque es incapaz de afrontar su situación y hablar al respecto, aseveró Dalia Chargoy, de la Facultad de Psicología.

 

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Cada vez más se ven más familias estructuradas de diferente forma, con menos hijos y sin ellos, indicó Carlos Welti, del Instituto de Investigaciones Sociales.

 

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