06:00 hrs.  27 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1059

Ciudad Universitaria

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REPRODUCE EL NOVIAZGO ENTRE ADOLESCENTES RELACIONES DE DESIGUALDAD, DOMINIO Y SUMISIÓN

 

·        Indicó Nelia Tello Peón, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Los jóvenes han interiorizado estos patrones de comportamiento desde la infancia, señaló

·        Muchas familias viven en violencia, en medio de una cultura que la acepta como un fenómeno cotidiano, que se aprende y asume de manera estructural, recalcó

 

Las relaciones de noviazgo entre los adolescentes tienden a reproducir situaciones de desigualdad, dominio y sumisión, pues los jóvenes han interiorizado estos patrones de comportamiento desde el seno familiar, afirmó Nelia Tello Peón, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

Ello es comprensible si se considera que ese es el modelo preponderante en la sociedad mexicana, añadió, pues los vínculos se establecen a partir de estructuras jerárquicas. Por ejemplo, en la infancia lo padres deciden desde una posición de autoridad, y ello se asume como un hecho natural. Años más tarde, cuando los hijos establecen relaciones sentimentales y su propio núcleo reafirman los esquemas.

 

No obstante, acotó, muchas familias viven en violencia, en medio de una cultura que la acepta como un fenómeno cotidiano, que se aprende y asume de manera estructural. Por ello, no debe extrañar que esta actitud conduzca a frecuentes golpes, hechos de sangre y homicidios, sobre todo de sectores vulnerables como mujeres y niños.

 

En los jóvenes, indicó, las relaciones entre hombre y mujer, además de estar tamizadas por el sexo, el cual finalmente tiene una expresión relativa al poder, se desarrollan a partir de patrones de comportamiento interiorizados.

 

Así, en el noviazgo uno es quien manda y el otro obedece y encuentran satisfacción, porque cada miembro tiene identificado el amor en alguno de estos patrones. A partir de esa etapa, mencionó, se acepta que quien ama se interesa y preocupa por el otro, pero sin importar cómo lo haga, porque puede ser agresiva o dulcemente.

 

Los niños aprenden que si los progenitores pegan es porque los quieren y eso se hace propio; cuando en relaciones posteriores hay agresiones de cualquier tipo, se les identifica de forma errónea con manifestaciones de afecto, y no se desapegan por temor a no encontrar otra persona que los trate igual, refirió.

 

Tello Peón explicó que esas expresiones se aprenden y reproducen de acuerdo a cómo se crece. Por ello, después del “llamado primer amor”, los jóvenes establecen noviazgos de dominio-sumisión en donde hay mucho poder en juego, y, por lo tanto, existe violencia y agresión.

 

Entonces, hay una perversión afectiva, pues se distorsiona y concibe como sumisión. En ese sentido, abundó, no hay una relación de desinterés e igualdad, sino inequitativa tamizada de brutalidad.

 

Esto pasa más en ciertos grados escolares que en otros. A partir del bachillerato la violencia es en su mayoría socialmente aceptada,  los muchachos cuidan más lo que dicen, pero los mecanismos de agresión y los juegos sexuales se dan casi en el mismo nivel que en los adultos, puntualizó.

 

En cambio, recordó, en grados inferiores viven un proceso de aprendizaje y el acercamiento físico empieza como juego de golpes. En algunas escuelas a los hombres no los dejan agredir, pero a las mujeres sí; entonces, empieza a haber una búsqueda de cómo dominar a la mujer y en varios casos pueden encontrarse relaciones con juegos sexuales mucho más lesivos.

 

Asimismo, enfatizó, la falta de estima en estas interacciones se puede advertir con facilidad. “No es que las niñas se embaracen por falta de información sobre anticonceptivos, sino  que por la ausencia de afecto ellas buscan con un embarazo hacer durable el cariño del otro”. Son tendencias que perduran y repiten en cadena, pero en la escuela las refuerzan; por ello, se habla de que hay una socialización primero en la familia y luego en la escuela.

 

En todo caso, la orientación hacia este sector precisa manejar las relaciones afectivas entre iguales para no convertirlas en uniones de violencia, porque el juego de agresión física se puede dejar pasar, pero el de poder es más peligroso y sutil, y empezar a crear una alteración que puede ser parte de la vida cotidiana, sugirió.

 

Una manera de detectar estas fallas es cuando son capaces de decir y expresar al otro, de manera abierta, lo que se quiere, piensa y agrada, y si es capaz de lograr que el otro haga lo mismo, concluyó.

 

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FOTO 01

Entre adolescentes el noviazgo se da a partir de patrones de desigualdad, dominio y sumisión, afirmó Nelia Tello Peón, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

 

FOTO 02.

Las relaciones entre jóvenes, además de estar tamizadas por el sexo, se desarrollan a partir de patrones de comportamiento interiorizados desde la infancia, sostuvo Nelia Tello, académica de la UNAM.