06:00 hrs.  26 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1057

Ciudad Universitaria

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NO RECHAZAN LOS ANCIANOS HABLAR DE LA MUERTE; PREFIEREN MORIR EN CASA Y NO EN LOS HOSPITALES

 

·        Señaló Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM

·        Además, sobre sus decisiones familiares, estancia en los servicios de salud, y si esperan apoyo espiritual, indicó

 

Los adultos mayores, por lo general, no rechazan hablar sobre la muerte e incluso tienen la esperanza de recibir el apoyo de sus familiares para no pasar sus últimos días de vida en hospitales,  señaló Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

 

Es fundamental, agregó, mantener la comunicación adecuada con los adultos mayores para conocer sus expectativas sobre su propia muerte, sus decisiones familiares, estancia en los servicios de salud, y si esperan apoyo espiritual.

 

Los ancianos no rechazan hablar sobre el tema y esperan que sus parientes los apoyen y no los dejen en hospitales, pues prefieren fallecer en casa. De ahí que los equipos de salud deban atender este tipo de manifestaciones, así como incrementar las investigaciones referidas, y cuestionar, en el marco de la bioética, si siempre por “convicción profesional es necesario preservar la vida ante la inminencia de la muerte.

 

 

Ello porque muchas veces el adulto mayor no desea prolongar su existencia si está aquejado por males crónicos, que le ocasionan deterioro personal. Muchos de ellos prefieren pasar sus últimos días en el calor del hogar, sin sufrir más intervenciones, dijo.

 

Explicó que el acto de morir se ha modificado en los últimos años; antes los abuelos agonizaban en un ambiente familiar, con su gente querida; hoy es frecuente que lo hagan en un nosocomio, alejados de sus parientes, valores e identidad, pues los avances tecnológicos dan la posibilidad de alargar los procesos biológicos mediante servicios especializados.

 

Anteriormente este sector de la población sabía que terminaría sus días acompañado, con atención religiosa y facilidades para tomar las determinaciones pertinentes según su situación; por ejemplo, si quería permanecer internado o no. Sin embargo, cuando el anciano precisa ser hospitalizado, su estancia es decida por el médico o funcionarios del sector salud, y se deja en segundo término la participación familiar, detalló.

 

La opinión que menos se considera es la del propio paciente, sobre todo si tiene una enfermedad terminal, está inconsciente, y no puede disponer de sí, reconoció.

 

Esto es justamente lo que se pretende recuperar, afirmó la académica, quien llevó a cabo el estudio “Expectativas de los Adultos Mayores ante la Muerte. Diferencias entre géneros”, para conocer las esperanzas de ese sector respecto a su propia muerte y del comportamiento que esperan de las diferentes instituciones sociales que les rodean, ante este evento.

 

Si bien, de los servicios de salud, algunos ancianos señalaron haber tenido buenas experiencias, expresan su deseo de no permanecer “conectados” a diferentes aparatos. En su mayoría, piden no prolongar la vida con avances tecnológicos, y pasar en su casa los últimos días.

 

En este sentido el trabajador social tiene un papel fundamental, ya que “este profesional forma parte del equipo de salud y muchas veces está involucrado en la decisión de apoyar o no a la familia, para que decida qué hacer con su mayor de sesenta años en este tipo de situaciones”.

Explicó que en el estudio realizado junto con la Facultad de Medicina, encontró que existe una falta de comunicación en el ámbito nuclear sobre este rubro; no se discute qué significa para sus miembros que rebasan los sesenta años, y cuando se acerca el momento hay gran indecisión y desconcierto sobre las acciones a seguir.

 

Según los resultados, los ancianos aceptan este hecho como algo natural; están interesados en hablar sobre la muerte y la suya propia. Sin embargo, la familia, instituciones y la sociedad en general "rehusan hablar del problema" y se asume como algo intocable.

 

Hay veces en que a pesar del obvio deterioro en la salud de estas personas, el médico insiste en que hay que salvarlo; y es que este profesional está formado para salvar vidas. Es aquí cuando se da la controversia entre si debe prolongarse la existencia del paciente a pesar de que no tenga calidad, por un lado.

 

Por otro, los familiares sienten responsabilidad, un valor intrínseco de carácter moral que si bien algunos familiares “no tienen mucho interés en que el padre o abuelo viva, tampoco quieren sentirse responsables de su muerte; de ahí que hagan todo lo posible por salvar la vida de su familiar, aunque el anciano no lo haya decidido de esa forma”, concluyó.

 

 

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FOTO 01.

Graciela Casas Torres, de la ENTS de la UNAM, destacó que los adultos mayores frecuentemente mueren en nosocomios, alejados de sus familiares.

 

FOTO 02

Los equipos de salud deben escuchar el punto de vista de los adultos mayores sobre cómo quisieran ser atendidos en sus últimos días, apuntó Graciela Casas Torres, de la ENTS de la UNAM.