Boletín
UNAM-DGCS-1057
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
NO RECHAZAN LOS ANCIANOS HABLAR DE LA MUERTE; PREFIEREN MORIR EN CASA Y NO EN LOS HOSPITALES
·
Señaló Graciela
Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM
·
Además, sobre sus
decisiones familiares, estancia en los servicios de salud, y si esperan apoyo
espiritual, indicó
Los
adultos mayores, por lo general, no rechazan hablar sobre la muerte e incluso
tienen la esperanza de recibir el apoyo de sus familiares para no pasar sus
últimos días de vida en hospitales,
señaló Graciela Casas Torres, profesora de la Escuela Nacional de
Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
Es
fundamental, agregó, mantener la comunicación adecuada con los adultos mayores
para conocer sus expectativas sobre su propia muerte, sus decisiones
familiares, estancia en los servicios de salud, y si esperan apoyo espiritual.
Los
ancianos no rechazan hablar sobre el tema y esperan que sus parientes los
apoyen y no los dejen en hospitales, pues prefieren fallecer en casa. De ahí
que los equipos de salud deban atender este tipo de manifestaciones, así como
incrementar las investigaciones referidas, y cuestionar, en el marco de la
bioética, si siempre por “convicción profesional es necesario preservar la vida
ante la inminencia de la muerte.
Ello porque muchas veces el adulto mayor no desea prolongar su existencia si está aquejado por males crónicos, que le ocasionan deterioro personal. Muchos de ellos prefieren pasar sus últimos días en el calor del hogar, sin sufrir más intervenciones, dijo.
Explicó
que el acto de morir se ha modificado en los últimos años; antes los abuelos
agonizaban en un ambiente familiar, con su gente querida; hoy es frecuente que
lo hagan en un nosocomio, alejados de sus parientes, valores e identidad, pues
los avances tecnológicos dan la posibilidad de alargar los procesos biológicos
mediante servicios especializados.
Anteriormente
este sector de la población sabía que terminaría sus días acompañado, con
atención religiosa y facilidades para tomar las determinaciones pertinentes
según su situación; por ejemplo, si quería permanecer internado o no. Sin
embargo, cuando el anciano precisa ser hospitalizado, su estancia es decida por
el médico o funcionarios del sector salud, y se deja en segundo término la
participación familiar, detalló.
La
opinión que menos se considera es la del propio paciente, sobre todo si tiene
una enfermedad terminal, está inconsciente, y no puede disponer de sí,
reconoció.
Esto
es justamente lo que se pretende recuperar, afirmó la académica, quien llevó a
cabo el estudio “Expectativas de los Adultos Mayores ante la Muerte.
Diferencias entre géneros”, para conocer las esperanzas de ese sector respecto
a su propia muerte y del comportamiento que esperan de las diferentes
instituciones sociales que les rodean, ante este evento.
Si
bien, de los servicios de salud, algunos ancianos señalaron haber tenido buenas
experiencias, expresan su deseo de no permanecer “conectados” a diferentes
aparatos. En su mayoría, piden no prolongar la vida con avances tecnológicos, y
pasar en su casa los últimos días.
En
este sentido el trabajador social tiene un papel fundamental, ya que “este
profesional forma parte del equipo de salud y muchas veces está involucrado en
la decisión de apoyar o no a la familia, para que decida qué hacer con su mayor
de sesenta años en este tipo de situaciones”.
Explicó
que en el estudio realizado junto con la Facultad de Medicina, encontró que
existe una falta de comunicación en el ámbito nuclear sobre este rubro; no se
discute qué significa para sus miembros que rebasan los sesenta años, y cuando
se acerca el momento hay gran indecisión y desconcierto sobre las acciones a
seguir.
Según
los resultados, los ancianos aceptan este hecho como algo natural; están
interesados en hablar sobre la muerte y la suya propia. Sin embargo, la
familia, instituciones y la sociedad en general "rehusan hablar del
problema" y se asume como algo intocable.
Hay
veces en que a pesar del obvio deterioro en la salud de estas personas, el
médico insiste en que hay que salvarlo; y es que este profesional está formado
para salvar vidas. Es aquí cuando se da la controversia entre si debe
prolongarse la existencia del paciente a pesar de que no tenga calidad, por un
lado.
Por
otro, los familiares sienten responsabilidad, un valor intrínseco de carácter
moral que si bien algunos familiares “no tienen mucho interés en que el padre o
abuelo viva, tampoco quieren sentirse responsables de su muerte; de ahí que
hagan todo lo posible por salvar la vida de su familiar, aunque el anciano no
lo haya decidido de esa forma”, concluyó.
-0o0-
FOTO 01.
Graciela Casas
Torres, de la ENTS de la UNAM, destacó que los adultos mayores frecuentemente
mueren en nosocomios, alejados de sus familiares.
FOTO 02
Los equipos de salud deben escuchar el punto de vista de los adultos mayores sobre cómo quisieran ser atendidos en sus últimos días, apuntó Graciela Casas Torres, de la ENTS de la UNAM.