Boletín
UNAM-DGCS-1046
Ciudad Universitaria
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ESTUDIAN EN LA
UNAM MICROESTRUCTURA DE PIGMENTOS PREHISPÁNICOS
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Tal conocimiento podría
aplicarse en la elaboración de pinturas altamente durables y favorables al
ambiente: Jesús Arenas, investigador del Instituto de Física
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El azul maya ha perdurado
por mucho más de 500 años; es resistente a la biocorrosión y a ciertos ácidos,
como el nítrico, así como a altas temperaturas, señaló
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Se busca determinar cómo
está formada y a qué se debe la perdurabilidad de este compuesto, explicó
Jesús
Arenas Alatorre, investigador del Instituto de Física de la UNAM, ha
corroborado, con ayuda de microscopía electrónica de alta resolución, la
estructura cristalina de pigmentos prehispánicos, entre los que destaca el azul
maya, para el que se plantean los posibles enlaces entre la arcilla y el tinte que lo forman.
Tal
investigación no sólo importa a la cultura y ciencia básica, sino para el
desarrollo de nuevas pinturas. Las industriales contienen elementos nocivos para
la salud, como cromo, cadmio y plomo, además de que algunos elementos orgánicos
son a menudo inestables y tóxicos, por lo cual el análisis de componentes
naturales mezclados con ciertos lodos, podría llevar a la obtención de
productos favorables al ambiente y altamente durables, refirió.
“El
azul maya ha perdurado por mucho más de 500 años; es resistente a la
biocorrosión y a cierto ácidos, como el nítrico, así como a altas temperaturas,
hasta casi los 300 grados”, indicó el también coordinador de Vinculación del
Laboratorio Central de Microscopía del IF.
De ese modo, dijo, ha sido interés de los
científicos conocer las características de esta pintura, ya que las actuales,
usadas en exteriores, en contacto directo con la radiación solar, duran alrededor
de dos o tres años, tiempo después pierden su tonalidad.
El
azul maya, detalló el experto, es resultado de una mixtura entre la arcilla
paligorskita y el índigo, que se extrae de la planta de añil. También contiene
calcita, usada como soporte, y otras como yeso y cuarzo, aunque en cantidades
menores.
Desde
los primeros estudios iniciados en 1931 por H.E. Marwin, arqueólogo europeo,
abundó, se ha tratado de determinar cómo está formada y a qué se debe su
perdurabilidad. Se busca entender cómo se forman los enlaces entre ambos
materiales.
Hay
diferentes teorías. “Una dice que se trata de la unión en donde las moléculas
del pigmento rodean a la paligorskita. Otra propone que el índigo se introduce
en los canales que tiene esta arcilla”. Este último hecho se ha comprobado de
forma teórica, mediante cálculos de análisis molecular, adelantó.
No
obstante, muchos científicos aún no creían que así sucediese porque faltaban
resultados experimentales, pero gracias a la microscopía electrónica de alta
resolución, específicamente de transmisión –además de otras técnicas de
análisis químico asociadas–, se pudo demostrar, aseguró Arenas Alatorre.
Esa
técnica alcanza resoluciones de hasta 1.7 angstroms; a esa escala es posible
ver posiciones atómicas, lo que permite obtener información valiosa. Ese hecho
explicaría la resistencia del azul maya al paso del tiempo y a diversos
agentes. “Si el añil se introduce en los canales de las fibras de la
paligorskita, que son resistentes, resulta lógico que ellas funcionen como una
coraza, manteniéndolo fijo”, argumentó.
Además,
no escapa con facilidad a esa “protección” porque, según los cálculos, entra de
manera ajustada, y queda "amarrado" dentro de ellos, abundó Jesús
Arenas.
Desde
el punto de vista industrial esta investigación es prometedora. Compañías
estadounidenses, debido a la rigidez de la legislación ambiental en el vecino
país del norte, ya dirigen su atención a los pigmentos prehispánicos para su
estudio, informó.
“Nuestra
labor como mexicanos es dar aportes y tratar de tomar la vanguardia en este
tipo de trabajos”. En especial, señaló, porque ha habido intentos externos para
patentar esas pinturas, a pesar de ser un legado de las culturas
mesoamericanas.
De
forma adicional, el científico y sus colaboradores encontraron gran similitud
en la microestructura de materiales utilizados en diferentes culturas, como
Teotihuacán, Chichen Itzá, El Tajín, Mayapan, Palenque, Cacaxtla y otros sitios
arqueológicos, e incluso, posteriores a la Conquista, como el templo de Ixmiquilpan,
Hidalgo.
Eso
quiere decir que no sólo hubo intercambio de conocimientos durante más de un
milenio, sino de materia prima. La paligoskita, por ejemplo, sólo se ha
encontrado en cavernas de Yucatán, ricas en calcita; buscaron “en la literatura
y no hay datos de que en el centro del territorio nacional haya minas de esta
arcilla”, expresó.
La
semejanza en la composición de pigmentos, no sólo el azul, sino rojo, verde o
amarillo, es sorprendente en todas las regiones, como lo han demostrado las
técnicas como microscopía electrónica, espectrometría de emisión de rayos X
inducida por partículas (PIXE), difracción y fluorescencia de rayos X y espectroscopía infrarroja, aclaró.
El
rojo era producido con óxido de hierro, como la hematita, o bien, cinabrio, una
molécula compuesta de mercurio y azufre encontrado en algunos murales, ofrendas
y tumbas. También se lograba al mezclar arcillas y cochinilla extraída del
nopal, precisó.
Actualmente,
sostuvo el científico, se tiene un convenio de colaboración con arqueólogos de
Mayapan, la última capital de los mayas, y donde se determinará si también se
presentan las tecnologías pictóricas de otras zonas. Se trata de un estudio a
largo plazo. Se tienen “40 muestras y un año estudiándolas”.
Asimismo,
añadió, hay informes de nuevas obras en la zona maya, de cuyos pigmentos se
harán estudios similares. Lo mismo ocurrirá respecto a pinturas rupestres,
mucho más antiguas, en colaboración con especialistas del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, y se determinará si sus técnicas eran similares a las
prehispánicas.
En
cuanto a la viabilidad de obtener pinturas de forma comercial y en una gran
variedad de tonalidades, Arenas Alatorre expuso que sería posible una vez que
se conozcan las arcillas y tintes utilizados. "Nuestra labor ha sido de
identificación; ya se reprodujo el azul
maya, pero se puede obtener una gran gama de colores".
En
un futuro cercano, una vez que se sepa más de sus propiedades y elementos con
mayor precisión, se intentará despertar el interés de alguna empresa para su
producción, adelantó.
El
científico también colabora con especialistas del Instituto de Investigaciones
Antropológicas de la UNAM, y sus resultados han sido publicados en revistas y
libros nacionales e internacionales, como Science, donde se dio a conocer, en
colaboración con otros investigadores, su primer trabajo relativo al azul maya.
Por
último, recalcó la importancia de la física en el estudio de materiales
arqueológicos. Las técnicas que se ocupan en el análisis de materiales en
laboratorio tienen gran aplicación en arqueometría. México es rico por sus
culturas y aún falta mucho por descifrar, no sólo en cuanto a pigmentos, sino
en metalurgia y restos óseos, a lo cual también se aboca.
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FOTO 01
Jesús Arenas Alatorre, del Instituto
de Física de la UNAM, ha corroborado la estructura cristalina de pigmentos
prehispánicos, entre los que destaca el azul maya.
FOTO 02
La investigación
de proyectos prehispánicos no sólo es importante para la cultura y ciencia
básica, sino para el desarrollo de nuevas pinturas, afirmó Jesús Arenas
Alatorre, del IF de la UNAM.