06:00 hrs.  23 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1046

Ciudad Universitaria

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ESTUDIAN EN LA UNAM MICROESTRUCTURA DE PIGMENTOS PREHISPÁNICOS

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·        Tal conocimiento podría aplicarse en la elaboración de pinturas altamente durables y favorables al ambiente: Jesús Arenas, investigador del Instituto de Física

·        El azul maya ha perdurado por mucho más de 500 años; es resistente a la biocorrosión y a ciertos ácidos, como el nítrico, así como a altas temperaturas, señaló

·        Se busca determinar cómo está formada y a qué se debe la perdurabilidad de este compuesto, explicó

 

Jesús Arenas Alatorre, investigador del Instituto de Física de la UNAM, ha corroborado, con ayuda de microscopía electrónica de alta resolución, la estructura cristalina de pigmentos prehispánicos, entre los que destaca el azul maya, para el que se plantean los posibles enlaces entre la arcilla  y el tinte que lo forman.

 

Tal investigación no sólo importa a la cultura y ciencia básica, sino para el desarrollo de nuevas pinturas. Las industriales contienen elementos nocivos para la salud, como cromo, cadmio y plomo, además de que algunos elementos orgánicos son a menudo inestables y tóxicos, por lo cual el análisis de componentes naturales mezclados con ciertos lodos, podría llevar a la obtención de productos favorables al ambiente y altamente durables, refirió.

 

“El azul maya ha perdurado por mucho más de 500 años; es resistente a la biocorrosión y a cierto ácidos, como el nítrico, así como a altas temperaturas, hasta casi los 300 grados”, indicó el también coordinador de Vinculación del Laboratorio Central de Microscopía del IF.

 

De ese modo, dijo, ha sido interés de los científicos conocer las características de esta pintura, ya que las actuales, usadas en exteriores, en contacto directo con la radiación solar, duran alrededor de dos o tres años, tiempo después pierden su tonalidad.

 

El azul maya, detalló el experto, es resultado de una mixtura entre la arcilla paligorskita y el índigo, que se extrae de la planta de añil. También contiene calcita, usada como soporte, y otras como yeso y cuarzo, aunque en cantidades menores.

 

Desde los primeros estudios iniciados en 1931 por H.E. Marwin, arqueólogo europeo, abundó, se ha tratado de determinar cómo está formada y a qué se debe su perdurabilidad. Se busca entender cómo se forman los enlaces entre ambos materiales.

 

Hay diferentes teorías. “Una dice que se trata de la unión en donde las moléculas del pigmento rodean a la paligorskita. Otra propone que el índigo se introduce en los canales que tiene esta arcilla”. Este último hecho se ha comprobado de forma teórica, mediante cálculos de análisis molecular, adelantó.

 

No obstante, muchos científicos aún no creían que así sucediese porque faltaban resultados experimentales, pero gracias a la microscopía electrónica de alta resolución, específicamente de transmisión –además de otras técnicas de análisis químico asociadas–, se pudo demostrar, aseguró Arenas Alatorre.

 

Esa técnica alcanza resoluciones de hasta 1.7 angstroms; a esa escala es posible ver posiciones atómicas, lo que permite obtener información valiosa. Ese hecho explicaría la resistencia del azul maya al paso del tiempo y a diversos agentes. “Si el añil se introduce en los canales de las fibras de la paligorskita, que son resistentes, resulta lógico que ellas funcionen como una coraza, manteniéndolo fijo”, argumentó.

 

Además, no escapa con facilidad a esa “protección” porque, según los cálculos, entra de manera ajustada, y queda "amarrado" dentro de ellos, abundó Jesús Arenas.

 

Desde el punto de vista industrial esta investigación es prometedora. Compañías estadounidenses, debido a la rigidez de la legislación ambiental en el vecino país del norte, ya dirigen su atención a los pigmentos prehispánicos para su estudio, informó.

“Nuestra labor como mexicanos es dar aportes y tratar de tomar la vanguardia en este tipo de trabajos”. En especial, señaló, porque ha habido intentos externos para patentar esas pinturas, a pesar de ser un legado de las culturas mesoamericanas.

 

De forma adicional, el científico y sus colaboradores encontraron gran similitud en la microestructura de materiales utilizados en diferentes culturas, como Teotihuacán, Chichen Itzá, El Tajín, Mayapan, Palenque, Cacaxtla y otros sitios arqueológicos, e incluso, posteriores a la Conquista, como el templo de Ixmiquilpan, Hidalgo.

 

Eso quiere decir que no sólo hubo intercambio de conocimientos durante más de un milenio, sino de materia prima. La paligoskita, por ejemplo, sólo se ha encontrado en cavernas de Yucatán, ricas en calcita; buscaron “en la literatura y no hay datos de que en el centro del territorio nacional haya minas de esta arcilla”, expresó.

 

La semejanza en la composición de pigmentos, no sólo el azul, sino rojo, verde o amarillo, es sorprendente en todas las regiones, como lo han demostrado las técnicas como microscopía electrónica, espectrometría de emisión de rayos X inducida por partículas (PIXE), difracción y fluorescencia de rayos X  y espectroscopía infrarroja, aclaró.

 

El rojo era producido con óxido de hierro, como la hematita, o bien, cinabrio, una molécula compuesta de mercurio y azufre encontrado en algunos murales, ofrendas y tumbas. También se lograba al mezclar arcillas y cochinilla extraída del nopal, precisó.

 

Actualmente, sostuvo el científico, se tiene un convenio de colaboración con arqueólogos de Mayapan, la última capital de los mayas, y donde se determinará si también se presentan las tecnologías pictóricas de otras zonas. Se trata de un estudio a largo plazo. Se tienen “40 muestras y un año estudiándolas”.

 

Asimismo, añadió, hay informes de nuevas obras en la zona maya, de cuyos pigmentos se harán estudios similares. Lo mismo ocurrirá respecto a pinturas rupestres, mucho más antiguas, en colaboración con especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y se determinará si sus técnicas eran similares a las prehispánicas.

 

En cuanto a la viabilidad de obtener pinturas de forma comercial y en una gran variedad de tonalidades, Arenas Alatorre expuso que sería posible una vez que se conozcan las arcillas y tintes utilizados. "Nuestra labor ha sido de identificación;  ya se reprodujo el azul maya, pero se puede obtener una gran gama de colores".

 

En un futuro cercano, una vez que se sepa más de sus propiedades y elementos con mayor precisión, se intentará despertar el interés de alguna empresa para su producción, adelantó.

 

El científico también colabora con especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, y sus resultados han sido publicados en revistas y libros nacionales e internacionales, como Science, donde se dio a conocer, en colaboración con otros investigadores, su primer trabajo relativo al azul maya.

 

Por último, recalcó la importancia de la física en el estudio de materiales arqueológicos. Las técnicas que se ocupan en el análisis de materiales en laboratorio tienen gran aplicación en arqueometría. México es rico por sus culturas y aún falta mucho por descifrar, no sólo en cuanto a pigmentos, sino en metalurgia y restos óseos, a lo cual también se aboca.

 

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FOTO 01.

Jesús Arenas Alatorre, del Instituto de Física de la UNAM, ha corroborado la estructura cristalina de pigmentos prehispánicos, entre los que destaca el azul maya.

 

 

FOTO 02

La investigación de proyectos prehispánicos no sólo es importante para la cultura y ciencia básica, sino para el desarrollo de nuevas pinturas, afirmó Jesús Arenas Alatorre, del IF de la UNAM.