06:00 hrs.  21 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1041

Ciudad Universitaria

 

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RESTAURAN UNIVERSITARIOS BARRANCA DE TARANGO Y EL PARQUE NACIONAL EL CHICO

 

·        Informó Ana Mendoza, investigadora del Laboratorio de Ecología de Poblaciones del Instituto de Ecología de la UNAM

·        Con actividades que incluyen la recuperación de especies nativas, análisis de suelos y mecanismos de comunicación con los vecinos de la zona

 

Científicos universitarios trabajan en la restauración ecológica de la Barranca de Tarango y del Parque Nacional El Chico, en Hidalgo, con actividades que incluyen la recuperación de especies nativas, análisis de suelos y mecanismos de comunicación con los vecinos de la zona, informó Ana Mendoza, del Instituto de Ecología de la UNAM.

 

El equipo que coordina la científica, integrado entre otros por estudiantes del Posgrado en Restauración Ecológica, labora en el primer sitio, ubicado en la Delegación Álvaro Obregón, Distrito Federal, utilizado para pastoreo y como tiradero de cascajo y basura, y en el que hay asentamientos humanos irregulares.

 

Este grupo observó la presencia de variedades endémicas de encinos. “México es el país más diverso del mundo en este género”, aseveró, por lo que se decidió regenerar una parte con Quercus castanea. Para ello, se estableció contacto con la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno capitalino, para colectar bellotas de sitios más conservados, germinarlas en laboratorio y reintroducirlas como plántulas en el sitio.

 

 

Refirió la investigadora del Laboratorio de Ecología de Poblaciones, que es importante recuperar a las especies nativas y reorientar a las de reciente introducción, que en muchas ocasiones han desplazado a las primeras, y, por tanto, a la fauna que albergan.

 

Al mismo tiempo, se realizó un análisis de suelos en dos terrazas aluviales irregulares con características contrastantes, en donde se introdujeron encino rojo (Q. mexicana) y blanco (Q. rugosa). Para ello también se cuenta con el apoyo de la delegación y del Instituto de Geografía, detalló.

 

Explicó que ante el crecimiento de zonas perturbadas cuya superficie en múltiples ocasiones se encuentra erosionada, se hace necesario un diagnóstico cuidadoso sobre cómo proceder y evitar la destrucción de recursos naturales, antes de que su deterioro sea irreversible.

 

Como parte de este estudio, se establecieron mecanismos de comunicación con los vecinos de la zona, mediante encuestas que permiten una visión general sobre la apreciación de la comunidad circunvecina, sobre la conservación y restauración de la barranca. Una de las ventajas, dijo, es que también ellos se interesaron.

 

También se abordó la parte legal, con asesoría de universitarios, para determinar el conjunto de disposiciones jurídicas que regulan el uso de conservación y urbano, pues se llevan a cabo obras o actividades ilegales; además, para participar en el desarrollo de una normatividad y que el área se ocupe de una mejor manera, señaló.

 

Ana Mendoza expuso la intención de hacer un diagnóstico de la totalidad de especies de flora y fauna que contiene esta extensión –ubicada a una altitud de 2 mil 570 metros y con 280 hectáreas de superficie–, qué efectos antropogénicos presenta y cuáles son las partes mejor conservadas, para alcanzar la meta de recuperación.

 

En tanto, en el Parque Nacional El Chico la problemática radica en aspectos como tala clandestina, caza furtiva, pastoreo, presencia de plagas, amenaza de incendios forestales, aprovechamiento de tierra de monte y musgo, turismo desordenado, contaminación por residuos sólidos y crecimiento de manchas urbanas por cambio de uso del suelo, subrayó.

En la parte alta y conservada del lugar, conocida como Peña del Cuervo, se lleva a cabo un proyecto para conocer la estructura y fenología de la comunidad vegetal, el cual servirá de base para el programa de restauración ecológica. En particular, precisó, se estudia el efecto del gradiente altitudinal sobre la estructura de la comunidad natural y de artrópodos asociados a la hojarasca.  

 

Al saber que el dosel de los bosques contiene el mayor porcentaje de biomasa fotosintéticamente activa, se lleva a cabo un trabajo para evaluar la diversidad de artrópodos asociados: se determina un panorama general "para enfocarnos en lo que sea más conveniente para restaurar y conservar", apuntó.

 

El fuego se produce de manera natural; no obstante, mucha gente deja fogatas encendidas, o quema los árboles para abrir espacios a la agricultura, con incendios que pueden salirse de control. "Queremos evaluar sus efectos a corto, mediano y largo plazos, como parte de las investigaciones para establecer el diagnóstico del bosque y así, proponer mecanismos de manejo”, abundó.

 

Para ello, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, junto con las autoridades respectivas, autorizaron su uso controlado y precisar su efecto en la regeneración boscosa, aclaró.

 

El trabajo de Ana Mendoza se enfoca a la ecología, conservación y manejo de especies vegetales nativas, endémicas y amenazadas, con usos actuales o potenciales, como los encinos utilizados para producir carbón  a escala local. "Debemos incidir y sugerir cuáles son los planes más adecuados de manejo, para un aprovechamiento integral de los recursos”, enfatizó.

 

Tanto en la Barranca de Tarango como en el Parque Nacional El Chico continuarán los proyectos de investigación, donde se involucre a cada vez más expertos y disciplinas. En especial porque la recuperación de un área sólo se logra hasta cierto nivel, sin llegar a ser completa, concluyó.

 

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FOTO 01

Ana Mendoza, del Instituto de Ecología de la UNAM, señaló que deben recuperarse las especies de flora nativas de nuestro país y desplazar a las de reciente introducción.

 

 

FOTO 02.

Un equipo de científicos encabezados por Ana Mendoza, del Instituto de Ecología de la UNAM, trabaja en la Barranca de Tarango, ubicada en la Delegación Álvaro Obregón.