Boletín
UNAM-DGCS-1041
Ciudad Universitaria
Pie de fotos al
final del boletín
RESTAURAN UNIVERSITARIOS BARRANCA DE TARANGO Y EL PARQUE NACIONAL EL CHICO
·
Informó Ana Mendoza,
investigadora del Laboratorio de Ecología de Poblaciones del Instituto de
Ecología de la UNAM
·
Con actividades que
incluyen la recuperación de especies nativas, análisis de suelos y mecanismos
de comunicación con los vecinos de la zona
Científicos
universitarios trabajan en la restauración ecológica de la Barranca de Tarango
y del Parque Nacional El Chico, en Hidalgo, con actividades que incluyen la
recuperación de especies nativas, análisis de suelos y mecanismos de
comunicación con los vecinos de la zona, informó Ana Mendoza, del Instituto de
Ecología de la UNAM.
El
equipo que coordina la científica, integrado entre otros por estudiantes del
Posgrado en Restauración Ecológica, labora en el primer sitio, ubicado en la
Delegación Álvaro Obregón, Distrito Federal, utilizado para pastoreo y como
tiradero de cascajo y basura, y en el que hay asentamientos humanos
irregulares.
Este
grupo observó la presencia de variedades endémicas de encinos. “México es el
país más diverso del mundo en este género”, aseveró, por lo que se decidió
regenerar una parte con Quercus castanea. Para ello, se estableció contacto con
la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno capitalino, para colectar
bellotas de sitios más conservados, germinarlas en laboratorio y
reintroducirlas como plántulas en el sitio.
Refirió
la investigadora del Laboratorio de Ecología de Poblaciones, que es importante
recuperar a las especies nativas y reorientar a las de reciente introducción,
que en muchas ocasiones han desplazado a las primeras, y, por tanto, a la fauna
que albergan.
Al
mismo tiempo, se realizó un análisis de suelos en dos terrazas aluviales
irregulares con características contrastantes, en donde se introdujeron encino
rojo (Q. mexicana) y blanco (Q. rugosa). Para ello también se cuenta con el
apoyo de la delegación y del Instituto de Geografía, detalló.
Explicó
que ante el crecimiento de zonas perturbadas cuya superficie en múltiples
ocasiones se encuentra erosionada, se hace necesario un diagnóstico cuidadoso
sobre cómo proceder y evitar la destrucción de recursos naturales, antes de que
su deterioro sea irreversible.
Como
parte de este estudio, se establecieron mecanismos de comunicación con los
vecinos de la zona, mediante encuestas que permiten una visión general sobre la
apreciación de la comunidad circunvecina, sobre la conservación y restauración
de la barranca. Una de las ventajas, dijo, es que también ellos se interesaron.
También
se abordó la parte legal, con asesoría de universitarios, para determinar el
conjunto de disposiciones jurídicas que regulan el uso de conservación y
urbano, pues se llevan a cabo obras o actividades ilegales; además, para
participar en el desarrollo de una normatividad y que el área se ocupe de una
mejor manera, señaló.
Ana
Mendoza expuso la intención de hacer un diagnóstico de la totalidad de especies
de flora y fauna que contiene esta extensión –ubicada a una altitud de 2 mil
570 metros y con 280 hectáreas de superficie–, qué efectos antropogénicos
presenta y cuáles son las partes mejor conservadas, para alcanzar la meta de
recuperación.
En tanto, en el Parque Nacional El Chico la
problemática radica en aspectos como tala clandestina, caza furtiva, pastoreo,
presencia de plagas, amenaza de incendios forestales, aprovechamiento de tierra
de monte y musgo, turismo desordenado, contaminación por residuos sólidos y
crecimiento de manchas urbanas por cambio de uso del suelo, subrayó.
En
la parte alta y conservada del lugar, conocida como Peña del Cuervo, se lleva a
cabo un proyecto para conocer la estructura y fenología de la comunidad
vegetal, el cual servirá de base para el programa de restauración ecológica. En
particular, precisó, se estudia el efecto del gradiente altitudinal sobre la
estructura de la comunidad natural y de artrópodos asociados a la
hojarasca.
Al
saber que el dosel de los bosques contiene el mayor porcentaje de biomasa fotosintéticamente
activa, se lleva a cabo un trabajo para evaluar la diversidad de artrópodos
asociados: se determina un panorama general "para enfocarnos en lo que sea
más conveniente para restaurar y conservar", apuntó.
El
fuego se produce de manera natural; no obstante, mucha gente deja fogatas
encendidas, o quema los árboles para abrir espacios a la agricultura, con
incendios que pueden salirse de control. "Queremos evaluar sus efectos a
corto, mediano y largo plazos, como parte de las investigaciones para
establecer el diagnóstico del bosque y así, proponer mecanismos de manejo”,
abundó.
Para
ello, la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, junto con las
autoridades respectivas, autorizaron su uso controlado y precisar su efecto en
la regeneración boscosa, aclaró.
El
trabajo de Ana Mendoza se enfoca a la ecología, conservación y manejo de
especies vegetales nativas, endémicas y amenazadas, con usos actuales o
potenciales, como los encinos utilizados para producir carbón a escala local. "Debemos incidir y
sugerir cuáles son los planes más adecuados de manejo, para un aprovechamiento
integral de los recursos”, enfatizó.
Tanto
en la Barranca de Tarango como en el Parque Nacional El Chico continuarán los
proyectos de investigación, donde se involucre a cada vez más expertos y
disciplinas. En especial porque la recuperación de un área sólo se logra hasta
cierto nivel, sin llegar a ser completa, concluyó.
—o0o—
FOTO 01
Ana Mendoza, del Instituto de
Ecología de la UNAM, señaló que deben recuperarse las especies de flora nativas
de nuestro país y desplazar a las de reciente introducción.
FOTO 02.
Un equipo de
científicos encabezados por Ana Mendoza, del Instituto de Ecología de la UNAM, trabaja
en la Barranca de Tarango, ubicada en la Delegación Álvaro Obregón.