06:00 hrs.  19 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1034

Ciudad Universitaria

 

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REQUIERE EL PAÍS UN PROGRAMA DE  APOYO Y PROMOCIÓN DE LA LECTURA

 

·        Sugiere Héctor Guillermo Alfaro López, investigador del CUIB de la UNAM

·        Esto es factible porque los mexicanos no están cerrados a esa actividad, quieren hacerlo, pero no saben cómo, dijo

·        A lo largo de la historia los pueblos más desarrollados son los que en un momento pudieron elevar el nivel cultural de sus comunidades, afirmó

 

Para que México sea un país de lectores es necesario poner en marcha un programa de apoyo a esta actividad en todo el territorio, sustentado en un impulso sistemático y metodológicamente bien llevado y con objetivos precisos, sugirió Héctor Guillermo Alfaro López, del Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas (CUIB) de la UNAM.

 

Aseguró que ello conduciría a la transformación de la sociedad mexicana, porque “a lo largo de la historia los pueblos más desarrollados son los que, en un momento dado, pudieron elevar el nivel cultural de sus comunidades, a partir del instrumento clave para ello: el libro”.

 

Además, añadió, esto es factible porque los mexicanos no están cerrados a la lectura, quieren hacerlo, pero no saben cómo. Si fuera una colectividad negada a ello por completo, sería terrible, “las esperanzas están, precisamente, en que existe la aspiración y la voluntad, lo único que nos falta es contar con un programa de apoyo para hacerlo”.

 

Indicó que en las últimas décadas y años ha surgido toda una serie de medios alternativos de información, como Internet, pero el sistema nuclear sigue siendo el libro, y la forma como se extrae su contenido y cómo éste cambia al individuo a través del acto primario de leer. Más allá de las modernas tecnologías, “es volver a lo más simple y esencial, que es el acto de leer y dejar que su acción nos transforme”.

 

El investigador universitario, quien trabaja en el proyecto Una teoría de la lectura partiendo del proceso histórico, que permita comprender el fundamento y el desenvolvimiento de la práctica de la lectura en México, explicó que para hacer una campaña masiva de promoción y fomento a la lectura, “se debería comenzar desde arriba; el problema es cuando las autoridades culturales no impulsan una estrategia que sea sistemática y coherente para generar nuevos aficionados a ella”.

 

Recordó que un intento pionero, que se diluyó con el paso de las décadas, fue el de José Vasconcelos, quien de manera intuitiva pensó que para encaminar al pueblo mexicano a la afición por la buena lectura, había que hacer grandes tirajes de los clásicos y repartirlos.

 

Sostenía que no se debía esperar a que la gente llegara a las librerías a adquirir las obras a costos a veces elevados, sino que el Estado tenía que hacer ediciones para regalarlos. Había grupos que llevaban los libros hasta las zonas más apartadas. Se buscaba que el mexicano leyera con calidad, agregó.

 

Ello muestra que cuando hay una auténtica conciencia de elevar la cultura del pueblo, desde las autoridades, se puede hacer. El problema fue que los regímenes posteriores olvidaron ese proyecto por cuestiones políticas y económicas, entre otras. Después sólo se recurrió a un discurso de estímulo a la lectura pero sin verdaderas prácticas sistemáticas que la fomentaran. Hoy es necesario tomar conciencia de la importancia de esta actividad, abundó.

Alfaro López insistió en que mucho se ha insistido en el sentido de que en México se lee poco, sobre todo si se ve a la luz de las sociedades europeas, como Francia, donde el número de lectores es más amplio, lo cual corresponde con una industria editorial poderosa.

 

En el país no hay un gran sector de población lectora, éste lo conforman profesionistas, pero es un grupo mínimo, y él resto de la población llega a los libros por vías imprevistas, si es que lo llega a hacer, aunque muchas veces de manera insuficiente, reconoció.

 

Por ejemplo, refirió el especialista universitario, alguien que no ha tenido estudios universitarios ni ha estado en contacto directo con el universo de la lectura, si llega a convertirse en un lector, no se debe a una formación escolar sino porque en algún momento de su vida, encontró a alguien que le dio un ejemplar, en el momento apropiado.

 

Suele pasar que las personas se hacen aficionadas no necesariamente a través de las aulas y de una forma organizada y sistemática, como lo puede dar una disciplina escolar, sino de forma accidental. Pero muchos de ellos suelen ser los grandes lectores, e incluso pueden nacer grandes escritores, detalló.

 

En términos generales, dijo, la población mexicana no es afecta a acercarse a un tipo de libros que le dé una información más completa y elaborada. No es que no le guste leer sino que no sabe qué consumir. Todas las personas que van en el metro o en el microbús hojeando revistas, lo que revelan es su deseo de hacerlo, pero no se les encamina a un tipo específico de lectura.

 

El problema, expuso, es que se quedan estacionados en lo que digieren a diario, no dan el siguiente paso, cuando éste es un proceso evolutivo, hay que ir de lo simple a textos cada vez más complejos. “Cuando surcas por estas etapas te das cuenta que lo haces, porque cada lectura te enriquece pero después te exige dar otro paso".

 

Cuando un individuo se convierte en un lector profesional es porque encontró en los libros un camino hacia el perfeccionamiento interior y personal, que le hace ser un mejor humano, mencionó.

 

Subrayó que cierto tipo de material actúa como ácido que corroe lo estático: la ignorancia de la gente. Es decir, algunos libros son como una luz que dispersa esas tinieblas con las que a veces se persiste. Lo que no ocurre con los de superación personal. En nuestro país este tipo de obras son populares y confirman el afán de leer en general.

 

Héctor Guillermo Alfaro destacó que los programas de impulso a la lectura que se han llevado a cabo en el metro son buenos para incentivar la lectura. “El problema es que no es un proyecto global sistemático, sino intentos aislados que a veces no tienen continuidad, sino que son situaciones coyunturales o de momento”.

 

Pareciera que cada año hay un renacer. “Esa es una de las graves tragedias de la historia de México, la falta de continuidad, porque las nuevas administraciones creen que son los que tienen la razón y la verdad, y destruyen lo que hicieron los anteriores”, reveló.

 

Otro problema es qué tanto le conviene a un sistema, pero sobre todo a los partidos políticos y a quien llega al poder, tener un pueblo que lee, si se considera que una población que recurre a los libros es una que comienza a pensar y criticar, señaló.

 

Cuando uno lee no es un acto inocente de descodificación, el libro transforma interiormente, penetra a las zonas más profundas de la conciencia y cambia a la persona, y da un nuevo enfoque de la realidad y de la vida, finalizó Alfaro López.

 

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FOTO 01.

Héctor Guillermo Alfaro, investigador del CUIB de la UNAM, dijo que  las esperanzas de que México sea un país de lectores están en que existe la aspiración y la voluntad para ello.

 

FOTO 02

A pesar de que en los últimos años han surgido diversos medios alternativos de información, como Internet, el sistema nuclear sigue siendo el libro, consideró el investigador universitario Héctor Guillermo Alfaro López.