12:00 hrs.  08 de Diciembre de 2005

 

 

Boletín UNAM-DGCS-1003

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

RECONOCEN A DOS UNIVERSITARIOS CON LOS  PREMIOS FUNSALUD 2005

 

·        Norma Araceli Bobadilla Sandoval, del IIBm de la UNAM, recibió el Premio Grupo Carso en Trasplantes de Órganos y Tejidos

·        El galardón Alfonso Robinson Bours en Educación Médica fue para Adrián Martínez González, de la Facultad de Medicina

 

Norma Araceli Bobadilla Sandoval, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) y del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición, y Adrián Martínez González, jefe del Departamento de Evaluación Educativa de la Secretaría de Educación Médica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, recibieron los premios bienales FUNSALUD 2005.

 

Bobadilla Sandoval obtuvo el Premio Grupo Carso en Trasplantes de Órganos y Tejidos, por sus destacadas investigaciones en el ámbito de la salud; mientras que Martínez González recibió el  galardón Alfonso Robinson Bours en Educación Médica, por sus contribuciones al análisis del papel de los tutores en los estudios de posgrado.

 

La integrante del IIBm, destacó que el bloqueo de los receptores de aldosterona reduce el daño renal inducido por ciclosporina en la rata, lo cual puede tener implicación en la práctica clínica. La ciclosporina es un medicamento que tiene gran importancia dado que produce un efecto inmunosupresor (que evita el rechazo del paciente hacia el órgano trasplantado) efectivo. Este ha permitido incrementar la tasa de sobrevida del paciente y del injerto hasta 90 por ciento en el primer año.

Ello hace que sea un medicamento que se utilice mucho en nuestro país no sólo por su eficacia inmunosupresora, sino también por el costo, mucho menor a las nuevas terapias. Sin embargo, su uso se encuentra limitado por la nefrotoxicidad o disminución de la función renal y daño estructural que produce, explicó.

 

La nefrotoxicidad por ciclosporina se caracteriza por una importante disminución de la función renal. Es decir, el riñón se va deteriorando, por lo que empieza a haber una caída, primero de la función y después hay alteraciones estructurales irreversibles. Esto puede provocar, incluso, dijo, insuficiencia renal crónica terminal.

 

El equipo de trabajo de Norma Bobadilla propuso el uso del fármaco espironolactona para reducir las alteraciones funcionales estructurales renales en animales de laboratorio. Por ello, dieron, de forma simultánea, ciclosporina y espironolactona, al prevenir la disfunción renal y disminuir el daño estructural, informó.

 

Indicó que con su estudio encontraron que la aldosterona, hormona liberada por las glándulas suprarrenales, que es parte del mecanismo complejo utilizado por el organismo para regular la presión sanguínea, participa en la nefrotoxicidad.

 

Bobadilla Sandoval comentó que el primer hallazgo que encontraron en el estudio fue que la aldosterona participa en las lesiones deletéreas que produce la ciclosporina.

 

De acuerdo con un trabajo publicado en 2003, en el cual se reportó el seguimiento durante diez años a diversos pacientes, para analizar su inmunosupresión basada en inhibidores de calcineurina, como lo es la ciclosporina, se encontró que 100 por ciento de ellos presentaban nefrotoxicidad, refirió.

 

Falta determinar si se puede prevenir o disminuir en la mayoría de los pacientes que ya tienen disfunción renal o daño estructural. Para ello se finaliza un estudio y hemos observado que  una vez que la nefrotoxicidad se encuentra ya establecida en la rata, la espironolactona no previene esta complicación pero sí se detiene el deterioro de la función renal. Es decir, es más efectivo iniciar la terapia inmunosupresora en forma conjunta con esta sustancia, abundó.

Todo esto se hizo en modelos experimentales. Ahora se probará la eficacia de la espironolactona para reducir la nefrotoxicidad por ciclosporina, pero en pacientes, agregó.

 

Es un estudio para el que se empezará por invitar a diversas instituciones. Se requiere analizar al menos 200 pacientes que tengan ciertas características para que los puedan incluir, obviamente los de riesgos específicos son descartados, adelantó.

 

Recalcó que tan sólo en el Instituto Nacional de Cardiología se transplantan cerca de 50 pacientes al año, mientras que en el de Nutrición de dos a tres por semana.

 

“El problema de los transplantes es la procuración del tejido y que tenemos poca cultura de donar órganos, lo cual es una limitante. En el caso del riñón, existe la donación a partir de una persona con lazos sanguíneos. Es decir, un familiar que sea compatible y done. El corazón y otro tipo de tejidos vitales debe ser de cadáver”, aclaró.

 

Por su parte, Adrián Martínez expuso que el galardón que le concedió la Fundación Mexicana para la Salud a su trabajo Competencias académicas de los tutores del doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM, busca estimular y fortalecer la investigación en el campo de la salud en México, en particular en el área de educación médica.

 

Reveló que el estudio que realizó en colaboración con otro grupo de especialistas de la UNAM, ayudará a seleccionar a los tutores, inducirlos, capacitarlos y desarrollarlos en el proceso; así como para el otorgamiento de estímulos y la evaluación de su desempeño.

 

Además, opinó, la investigación permitirá mejorar los tiempos de obtención del grado, tanto de maestría como de doctorado, porque el rol que tiene el tutor es fundamental para lograr el éxito o el fracaso en un programa de posgrado.

 

“Si se llevan a cabo las competencias y actividades que deben efectuar, en los tiempos determinados por el propio reglamento de estudios de posgrado, y por cada programa de maestría y doctorado, pueden impactar de forma favorable la eficiencia terminal”, sentenció.

 

El estudio fue desarrollado en colaboración con Concepción García Sahagún, Javier Laguna Calderón, César Domínguez Pérez Tejada, Rosaura Ruiz Gutiérrez, Rodolfo Rodríguez Carranza e Israel Martínez Franco.

 

Adrián Martínez reconoció que haber obtenido el premio representa mayores responsabilidades y retos, porque realizar esas funciones y actividades de manera adecuada redundará en beneficio del país. “Se necesitan más maestros y doctores en todo el territorio, porque la educación y la investigación deben de ir de la mano, como se hace en esta casa de estudios”.

 

México, con poco más de cien millones de habitantes y con diversos problemas en todos los sectores, necesita enfrentarlos, para ello, es indispensable tener profesionales preparados, que puedan realizar investigación, y solucionen los problemas de la sociedad, reiteró.

 

Señaló que no se detectó en el Reglamento General de Estudios de Posgrado la inclusión de competencias académicas o las principales funciones y actividades que debe realizar un tutor de posgrado.

 

Muchas veces se piensa que un investigador por el sólo hecho de serlo tiene la capacidad de ser tutor. Pero esto no es así. Por ello, se decidió identificar las funciones, actividades y competencias académicas que debe poseer esta figura académica para desempeñarse con éxito en su cargo, como tutor de estudiantes de maestría y de doctorado, consideró.

 

Para ello, dijo, se siguió toda una metodología con el fin de identificar esas competencias. Se llevó a cabo un taller en donde se indagó entre los expertos (ocho tutores del doctorado en Ciencias Biomédicas) acerca de lo que hacen en las tutorías con estudiantes de maestría y doctorado y el tipo de funciones que realizan.

 

Así, se identificaron doce grandes funciones esenciales, entre otras: seleccionar a aquellos estudiantes con potencial académico para incorporarse al programa de posgrado, inducir al tutorado al área del conocimiento científico del grupo de investigación del encargado, y asesorar al alumno en la elaboración de un proyecto de investigación original y que contribuya a la ciencia, manifestó.

 

También, inculcar en el estudiante honestidad e integridad en el quehacer científico; diseñar, junto con el alumno, el programa de actividades académicas que fortalezcan su formación científica, fomentarle la creatividad que le lleve a desarrollar un pensamiento independiente y capacidad crítica y autocrítica; así como fomentar el trabajo en equipo y la interacción continua con investigadores de su disciplina y de otras, expresó.

 

Conocer estas funciones, aseveró el docente universitario, proporciona las bases para establecer un sistema integral de desarrollo académico basado en competencias de los tutores.

 

Este sistema debe considerar evaluar el desempeño de los mismos, tanto de maestría como de doctorado, con fines meramente formativos; es decir, determinar en qué están bien y consolidar sus fortalezas; y que avancen en los rubros en los cuales tienen alguna debilidad, añadió.

 

“Es decir, el objetivo fundamental de este trabajo es mejorar y fortalecer el sistema tutoral de los estudios de posgrado de la Universidad Nacional”, concluyó Martínez González.

 

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PIES DE FOTO

 

FOTO 01

 

Norma Araceli Bobadilla Sandoval, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM recibió uno de los premios bienales FUNSALUD 2005.

 

 

FOTO 02

 

Adrián Martínez González, adscrito a  la Facultad de Medicina de la UNAM, recibió unos de los premios bienales que otorga la Fundación Mexicana para la Salud en 2005.