Boletín
UNAM-DGCS-1003
Ciudad Universitaria
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final del boletín
RECONOCEN A DOS UNIVERSITARIOS CON LOS PREMIOS FUNSALUD 2005
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Norma Araceli Bobadilla Sandoval, del IIBm
de la UNAM, recibió el Premio Grupo Carso en Trasplantes de Órganos y Tejidos
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El galardón Alfonso Robinson Bours en
Educación Médica fue para Adrián Martínez González, de la Facultad de Medicina
Norma Araceli Bobadilla
Sandoval, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) y del
Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición, y Adrián Martínez González, jefe del
Departamento de Evaluación Educativa de la Secretaría de Educación Médica de la
Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, recibieron los premios bienales FUNSALUD
2005.
Bobadilla Sandoval obtuvo el Premio
Grupo Carso en Trasplantes de Órganos y Tejidos, por sus destacadas
investigaciones en el ámbito de la salud; mientras que Martínez González
recibió el galardón Alfonso Robinson
Bours en Educación Médica, por sus contribuciones al análisis del papel de los
tutores en los estudios de posgrado.
La integrante del IIBm,
destacó que el bloqueo de los receptores de aldosterona reduce el daño renal
inducido por ciclosporina en la rata, lo cual puede tener implicación en la
práctica clínica. La ciclosporina es un medicamento que tiene gran importancia
dado que produce un efecto inmunosupresor (que evita el rechazo del paciente
hacia el órgano trasplantado) efectivo. Este ha permitido incrementar la tasa
de sobrevida del paciente y del injerto hasta 90 por ciento en el primer año.
Ello hace que sea un
medicamento que se utilice mucho en nuestro país no sólo por su eficacia
inmunosupresora, sino también por el costo, mucho menor a las nuevas terapias.
Sin embargo, su uso se encuentra limitado por la nefrotoxicidad o disminución
de la función renal y daño estructural que produce, explicó.
La nefrotoxicidad por
ciclosporina se caracteriza por una importante disminución de la función renal.
Es decir, el riñón se va deteriorando, por lo que empieza a haber una caída,
primero de la función y después hay alteraciones estructurales irreversibles.
Esto puede provocar, incluso, dijo, insuficiencia renal crónica terminal.
El equipo de trabajo de Norma
Bobadilla propuso el uso del fármaco espironolactona para reducir las
alteraciones funcionales estructurales renales en animales de laboratorio. Por
ello, dieron, de forma simultánea, ciclosporina y espironolactona, al prevenir
la disfunción renal y disminuir el daño estructural, informó.
Indicó que con su estudio
encontraron que la aldosterona, hormona liberada por las glándulas
suprarrenales, que es parte del mecanismo complejo utilizado por el organismo
para regular la presión sanguínea, participa en la nefrotoxicidad.
Bobadilla Sandoval comentó que
el primer hallazgo que encontraron en el estudio fue que la aldosterona
participa en las lesiones deletéreas que produce la ciclosporina.
De acuerdo con un trabajo
publicado en 2003, en el cual se reportó el seguimiento durante diez años a
diversos pacientes, para analizar su inmunosupresión basada en inhibidores de
calcineurina, como lo es la ciclosporina, se encontró que 100 por ciento de
ellos presentaban nefrotoxicidad, refirió.
Falta determinar si se puede
prevenir o disminuir en la mayoría de los pacientes que ya tienen disfunción
renal o daño estructural. Para ello se finaliza un estudio y hemos observado
que una vez que la nefrotoxicidad se
encuentra ya establecida en la rata, la espironolactona no previene esta
complicación pero sí se detiene el deterioro de la función renal. Es decir, es
más efectivo iniciar la terapia inmunosupresora en forma conjunta con esta
sustancia, abundó.
Todo esto se hizo en modelos
experimentales. Ahora se probará la eficacia de la espironolactona para reducir
la nefrotoxicidad por ciclosporina, pero en pacientes, agregó.
Es un estudio para el que se
empezará por invitar a diversas instituciones. Se requiere analizar al menos
200 pacientes que tengan ciertas características para que los puedan incluir,
obviamente los de riesgos específicos son descartados, adelantó.
Recalcó que tan sólo en el
Instituto Nacional de Cardiología se transplantan cerca de 50 pacientes al año,
mientras que en el de Nutrición de dos a tres por semana.
“El problema de los
transplantes es la procuración del tejido y que tenemos poca cultura de donar
órganos, lo cual es una limitante. En el caso del riñón, existe la donación a
partir de una persona con lazos sanguíneos. Es decir, un familiar que sea
compatible y done. El corazón y otro tipo de tejidos vitales debe ser de
cadáver”, aclaró.
Por su parte, Adrián Martínez
expuso que el galardón que le concedió la Fundación Mexicana para la Salud a su
trabajo Competencias académicas de los tutores del doctorado en Ciencias
Biomédicas de la UNAM, busca estimular y fortalecer la investigación en el campo
de la salud en México, en particular en el área de
educación médica.
Reveló que el estudio que
realizó en colaboración con otro grupo de especialistas de la UNAM, ayudará a
seleccionar a los tutores, inducirlos, capacitarlos y desarrollarlos en el proceso; así como para el otorgamiento de estímulos y
la evaluación de su desempeño.
Además, opinó, la
investigación permitirá mejorar los tiempos de obtención del grado, tanto de
maestría como de doctorado, porque el rol que tiene el tutor es fundamental para
lograr el éxito o el fracaso en un programa de posgrado.
“Si se llevan a cabo las
competencias y actividades que deben efectuar, en los tiempos determinados por
el propio reglamento de estudios de posgrado, y por cada programa de maestría y
doctorado, pueden impactar de forma favorable la eficiencia terminal”,
sentenció.
El estudio fue desarrollado en
colaboración con Concepción García Sahagún, Javier
Laguna Calderón, César Domínguez Pérez Tejada, Rosaura Ruiz Gutiérrez, Rodolfo
Rodríguez Carranza e Israel Martínez Franco.
Adrián Martínez reconoció que
haber obtenido el premio representa mayores responsabilidades y retos, porque
realizar esas funciones y actividades de manera adecuada redundará en beneficio
del país. “Se necesitan más maestros y doctores en todo el territorio, porque
la educación y la investigación deben de ir de la mano, como se hace en esta
casa de estudios”.
México,
con poco más de cien millones de habitantes y con diversos problemas en todos
los sectores, necesita enfrentarlos, para ello, es indispensable tener
profesionales preparados, que puedan realizar investigación, y solucionen los
problemas de la sociedad, reiteró.
Señaló
que no se detectó en el Reglamento General de Estudios de Posgrado la inclusión
de competencias académicas o las principales funciones y actividades que debe
realizar un tutor de posgrado.
Muchas veces se piensa que un
investigador por el sólo hecho de serlo tiene la capacidad de ser tutor. Pero
esto no es así. Por ello, se decidió identificar las funciones, actividades y
competencias académicas que debe poseer esta figura académica para desempeñarse
con éxito en su cargo, como tutor de estudiantes de maestría y de doctorado,
consideró.
Para ello, dijo, se siguió
toda una metodología con el fin de identificar esas competencias. Se llevó a
cabo un taller en donde se indagó entre los expertos (ocho tutores del
doctorado en Ciencias Biomédicas) acerca de lo que hacen en las tutorías con estudiantes de maestría y doctorado y el
tipo de funciones que realizan.
Así, se identificaron doce
grandes funciones esenciales, entre otras: seleccionar a aquellos estudiantes
con potencial académico para incorporarse al programa de posgrado, inducir al
tutorado al área del conocimiento científico del grupo de investigación del
encargado, y asesorar al alumno en la elaboración de un proyecto de
investigación original y que contribuya a la ciencia, manifestó.
También, inculcar en el
estudiante honestidad e integridad en el quehacer científico; diseñar, junto
con el alumno, el programa de actividades académicas que fortalezcan su
formación científica, fomentarle la creatividad que le lleve a desarrollar un
pensamiento independiente y capacidad crítica y autocrítica; así como fomentar
el trabajo en equipo y la interacción continua con investigadores de su
disciplina y de otras, expresó.
Conocer estas funciones,
aseveró el docente universitario, proporciona las bases para establecer un
sistema integral de desarrollo académico basado en competencias de los tutores.
Este
sistema debe considerar evaluar el desempeño de los mismos, tanto de maestría
como de doctorado, con fines meramente formativos; es decir, determinar en qué
están bien y consolidar sus fortalezas; y que avancen en los rubros en los
cuales tienen alguna debilidad, añadió.
“Es decir, el objetivo
fundamental de este trabajo es mejorar y fortalecer
el sistema tutoral de los estudios de posgrado de la Universidad Nacional”,
concluyó Martínez González.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Norma Araceli
Bobadilla Sandoval, integrante del Instituto de Investigaciones Biomédicas de
la UNAM recibió uno de los premios bienales FUNSALUD 2005.
FOTO 02
Adrián Martínez González, adscrito a la Facultad de Medicina de la UNAM, recibió
unos de los premios bienales que otorga la Fundación Mexicana para la Salud en
2005.