Boletín UNAM-DGCS-085
Ciudad Universitaria
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FESTEJA LA
ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA EL 137 ANIVERSARIO DE SU PRIMER CICLO ESCOLAR
Al
cumplirse el 137 aniversario de la inauguración de cursos de la Escuela
Nacional Preparatoria (ENP), la institución se erige hoy como paradigma de la
educación media superior en México y América Latina. En sus nueve planteles
registra una matrícula de 48 mil alumnos, atendidos por casi tres mil
profesores, de cuyas aulas han egresado cinco ex presidentes mexicanos, hecho
sin precedentes en la historia de las entidades educativas del país.
Desde
su primer ciclo escolar, el 3 de febrero de 1868 –el cual arrancó con una
población de 900 alumnos–, la ENP ha sido uno de los centros más destacados en
la educación y la cultura nacionales.
Hasta
nuestros días ha albergado entre sus académicos a las mentes más brillantes del
país, a los más distinguidos humanistas, científicos y artistas, quienes han
formado a generaciones enteras, a figuras clave de la historia mexicana.
El
actual director de la ENP, Héctor Herrera León y Vélez, así como sus destacados
profesores Manuel Granados Navarrete, Julieta Pérez Monroy y Roberto Oropeza
Martínez, coinciden en que hoy la Escuela representa el modelo educativo que
marca la pauta en la enseñanza media superior, no sólo en México, sino en
Latinoamérica, y ha logrado consolidarse como una institución fuerte y de
vanguardia.
Los
cuatro preparatorianos de amplia trayectoria consideran que este sistema marcó
en la historia del país, quizá más que ninguna otra, el paso de la educación
clerical a la laica, y surgió con una filosofía positivista.
“En
sus inicios fue objeto de severas críticas porque era la representación misma
de la educación laica que planteaban los liberales. Era el ejemplo de cómo se
estaba trasladando el control de la educación del clero hacia el Estado e
incluso fue vista como escuela para ateos por los sectores más conservadores”,
narra la historiadora Pérez Monroy.
Explicó:
“La Preparatoria viene como resultado de las ideas de la Ilustración que
plantean la modernidad y un culto al conocimiento como garantía de progreso”.
Por
su parte, León y Vélez plantea que la Universidad es el proyecto sociocultural
más grande que ha habido en la historia de México, mismo que se inició con la
Escuela Nacional Preparatoria.
Desde
su óptica, estas aulas universitarias ofrecen en la actualidad a los jóvenes
estudiantes los mejores profesores, infraestructura superior, así como acceso
directo a la investigación, ventajas que pocas instituciones pueden ofrecer.
Al
ser una Universidad de masas, precisó, se brinda la oportunidad a todos. Así,
la Preparatoria recibe alumnos con problemas socioeconómicos. Pese a estas
situaciones adversas, continuó, se alcanzan niveles de excelencia en el
rendimiento académico, comparables a los de las mejores universidades del
mundo.
Sin
embargo, opinó, para enfrentar el futuro existen aspectos fundamentales que es
necesario fortalecer: el aumento de becas para estudiantes de escasos recursos,
así como una mayor profesionalización de los profesores, a través de una
maestría para la enseñanza.
Los
académicos Oropeza Martínez, con 52 años de servicio en la ENP; Granados
Navarrete, con 39 años de trayectoria, y Pérez Monroy, doctora en Historia con
22 años de impartir clases –quienes en breve publicarán un libro sobre la
historia de la Escuela– manifiestan que la educación media superior, en el
ámbito nacional, necesita una atención especial y una instancia rectora por
parte del Estado, ya que han proliferado academias de baja calidad en el país.
De acuerdo con información publicada en la
misma ENP y con datos proporcionados por los profesores Oropeza Martínez, Pérez
Monroy y Granados Navarrete, en el México de 1867 los principales centros de
educación media y media superior, como los Colegios Mayores de San Pedro y San
Pablo, y el de San Ildefonso, pertenecían a eclesiásticos, cuya formación era
dogmática.
Al restaurar la República en 1867, el
presidente Benito Juárez tenía claro que una de las acciones prioritarias e
indispensables era instrumentar un nuevo modelo formativo que desterrara el
pensamiento religioso que prevalecía en casi todos los ámbitos de la educación
para así crear mentes liberales que le permitieran al país obtener su verdadera independencia.
En este marco, se designó a Antonio Martínez de Castro como ministro de Justicia e Instrucción Pública, encomendándole la reestructuración educativa. El nuevo funcionario nombró a su vez, a Gabino Barreda para establecer las bases de esta situación.
Por
ello, el 2 de diciembre de 1867 se
decretó la Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal, que
abarcaba la instrucción Primaria, la Escuela Preparatoria, necesaria para
acceder a Estudios Superiores, la Normal para Maestros, la Escuela de Música y
la de Sordomudos, entre otras.
Gabino
Barreda había viajado a Francia para realizar análisis comparativos en el área
de la educación entre 1847 y 1851. Allí conoció a Augusto Comte y la corriente
positivista, la cual tomó como base para el Plan de Estudios de la ENP.
También,
su espíritu nacionalista lo había llevado a enlistarse en el Ejército Mexicano
como médico durante la Intervención Francesa, donde conoció al presidente
Juárez, lo que le permitió dar a conocer sus ideas educativas. Posteriormente
se convirtió en su doctor de cabecera y lideró la reforma educativa.
En septiembre de 1867, Gabino Barreda
pronunció su trascendente “Oración cívica”, donde expresó sus ideas reformistas
acerca de la educación en México. El presidente Benito Juárez lo nombró
director de la ENP el 17 de diciembre de 1867 y durante los diez años que
fungió en el cargo postuló el lema “Libertad, orden y progreso”, “La libertad
como medio, el orden como base y el progreso como fin”.
Se encargó de manera destacada de los cursos
de lógica y moral. De hecho, abandonó la medicina para dedicarse a la docencia,
aunque atendió como médico a Benito Juárez hasta el final y todavía se ocupó de
embalsamar el cadáver.
Pero
lejos de lo que podría suponerse, no condujo a la Preparatoria por la ruta exclusiva del positivismo e
invitó a respetados maestros que no participaban de su filosofía, como Ignacio
Ramírez, el “Nigromante”; Ignacio Manuel Altamirano y Manuel Payno.
El 3
de febrero de 1868 se inauguraron los cursos en las instalaciones del Antiguo
Colegio de San Ildefonso, encabezados por su director, Gabino Barreda, quien
diseñó y estableció un programa de cinco años (que incluía lo que ahora es el
ciclo de secundaria). Respecto a este contenido el funcionario expresó: “No hay
en el plan de estudios materias que sean una carga sin objeto ni conveniencia”.
El primer ciclo escolar de la ENP contó con una matrícula de 900 alumnos, todos varones, 200 de los cuales eran internos en el Antiguo Colegio de los jesuitas, cuyos muros se ocuparon como escuela hasta 1980.
La Ley de Instrucción Pública y el inicio del
periodo académico desataron fuertes controversias entre positivistas, católicos
y metafísicos, que continuaron hasta finales de 1868.
Dos años después se presentaron los primeros
resultados nacionales, pues la reforma del Plan de Estudios del Instituto
Literato de Toluca se realizó con base en el proyecto positivista de Gabino
Barreda.
En febrero de 1871 se iniciaron los cursos libres dominicales de física, química y zoología para los trabajadores, los cuales contaron con una nutrida asistencia.
El 26 de febrero de 1878 el presidente
Porfirio Díaz obligó a Gabino Barreda a solicitar licencia por tiempo
indefinido al cargo de director de la ENP y a sus cátedras.
En diciembre de 1880, Ezequiel Montes es
designado ministro de Justicia e Instrucción Pública y un año después, en
febrero de 1881, Justo Sierra publica “La Universidad, Proyecto de Creación”,
en el que se fundamenta y describe la génesis de una nueva Universidad, tomando
como base la ideología de Gabino Barreda y el plan de estudios de la Escuela.
Ante el fallecimiento de Gabino Barreda el 10 de marzo de 1881, sin ningún reconocimiento gubernamental, la comunidad preparatoriana, los intelectuales, artistas, científicos y mexicanos distinguidos le rindieron un sentido homenaje de cuerpo presente en la biblioteca del plantel donde Justo Sierra pronunció las siguientes palabras: “Tu espíritu aquí queda, mientras la Escuela Nacional Preparatoria viva –y vivirá– lo juramos en esta hora solemne. No llegará a apagarse la lámpara que hoy encendemos en tu tumba”.
En febrero de 1882 se inscribe e ingresa a la Escuela, la primera mujer, Matilde Montoya.
El 6 de agosto de 1884, el segundo director de la Escuela, Alfonso Herrera, fue relevado por el maestro Justo Sierra –en calidad de interino–, quien impartió su cátedra de historia general sin goce de sueldo y continuó su labor como diputado federal.
El 20 de enero de 1885 es oficialmente sustituido por el militar Vidal Castañeda y Nájera, compañero de curul de Gabino Barreda y Sebastián Lerdo de Tejada, distinguido por mantener la línea liberal y fuerte carácter. Durante su gestión se trasladó la sillería del coro de San Agustín al Salón “El Generalito”, ubicado en San Ildefonso.
En
noviembre de 1885 aparecieron en el Diario Oficial las reformas a los
contenidos de la Escuela, donde por primera vez se crea en el país la
asignatura de historia de México, separada de la historia general.
En
1895 muere en Cuba el libertador José Martí. Su última carta la dirigió al
profesor de la ENP Manuel Mercado, comunicándole la gran impresión que le había
dejado la comunidad preparatoriana.
En
diciembre de 1896 el presidente Porfirio Díaz expidió una nueva Ley para la
Instrucción Pública, obra realizada por el profesor preparatoriano Ezequiel A.
Chávez, en la que se implantó una reforma profunda a los planes y programas de
estudio de la Escuela. Estableció
cursos semestrales y se redujo a cuatro años. Se efectuaron modificaciones en
varias materias y en la organización interna del plantel.
Ante las protestas, en 1901 se derogó este proyecto, se regresó al ciclo anual y se extendió a seis años, enfatizando la educación de las ciencias, humanidades, educación física y moral.
A la
licencia del director Vidal Castañeda y Nájera es sustituido por Manuel Flores
Conservando, para luego pasar al interinato de Miguel E. Schulz, en 1904.
En 1906, bajo la dirección de José Terrés, se constituye la Sociedad de Alumnos, presidida por Alfonso Reyes. En diciembre de ese año es nombrado director Porfirio Parra, quien reafirma el credo positivista y la fidelidad a las raíces barredistas.
En enero del siguiente año se reforma el plan de estudios para retornar al ciclo de cinco años establecido por su fundador. En este mismo periodo el presidente Porfirio Díaz decreta que la enseñanza de esa institución será gratuita y laica.
Un año antes del inicio de la Revolución
Mexicana, el joven Antonio Caso impartió en la Preparatoria un ciclo de
conferencias sobre el positivismo. Ese mismo año, el “Ateneo de la Juventud”,
conformado por un grupo de destacados académicos y estudiantes, es reconocido
como un núcleo de mexicanos que abriría nuevos rumbos en el mundo intelectual
del país. Estaba integrado por el propio Antonio Caso, Alfonso Reyes, José
Vasconcelos y Diego Rivera, entre otros.
El
proyecto de Universidad, encabezado por Justo Sierra y Porfirio Parra, inició
su discusión el 5 de abril de 1910. El 27 de abril de ese año, el Consejo
Superior de Educación clausuró sus sesiones e informó la conclusión del
“Proyecto Universitario” y se presentó a la Cámara de Diputados.
La Universidad Nacional inició su vida
académica el 22 de septiembre con una ceremonia en el Anfiteatro “Simón
Bolívar”, incluyendo a la Escuela Nacional Preparatoria y la Escuela de Altos
Estudios, dirigida por Porfirio Parra y, para sustituirlo como director de la
Preparatoria, se nombró a Manuel Flores.
Durante el conflicto revolucionario, la ENP
sufrió innumerables vicisitudes. En 1913, el dictador Victoriano Huerta
suprimió la doctrina positivista. En esa época fue militarizada, por lo que se
declararon obligatorias para sus alumnos la educación física y la instrucción
castrense.
El
servicio militar que se instauró dependió directamente del secretario de
Guerra. Este cambio supuso que todo el personal adscrito, desde el director
hasta los empleados de la biblioteca, tuvieran grados militares. Los alumnos estaban sometidos por disciplina
a las jerarquías militares anteriores y sólo estarían por encima de los cabos,
sargentos y soldados del Ejército, pues se les consideraba cadetes.
En 1915 fue nombrado como director interino
el reconocido literato Erasmo Castellanos Quinto. Dos años más tarde fue
separada de la Universidad por acuerdo del Presidente Venustiano Carranza,
quien la subordinó a los municipios y estableció el pago de inscripción, con lo
que dejó de ser gratuita. Se abandonó el régimen militar del huertismo, pero no
se eliminaron los ejercicios bélicos.
En
junio de 1920, Adolfo de la Huerta nombró rector de la Universidad a José
Vasconcelos, quien creó el escudo y el lema “Por mi raza hablará el espíritu”.
Luego, al recibir el Ministerio de Educación Pública el 3 de octubre de 1921,
el autor de “Ulises Criollo” se ocupó de manera significativa de la ENP,
reincorporada a la Universidad. Sin perder la línea del positivismo, abrió sus
puertas a diferentes corrientes filosóficas y pedagógicas, reimplantando el
plan de cinco años bajo la dirección de Ezequiel A. Chávez.
Con
“el maestro de América” inició una nueva etapa intelectual para México. Con la
gran difusión que dio a la lectura combatió el analfabetismo, llevó al pueblo la
enseñanza a través del teatro, festivales de música y danza populares y
permitió que los muros de los edificios públicos fueran ocupados con los
murales de José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros
más.
Luego
de la salida de José Vasconcelos de la Secretaría de Educación Pública, se dio
un nuevo orden a la educación media, misma que hasta ese momento sólo se
impartía en la Preparatoria; en donde fue nombrado director Vicente Lombardo
Toledano.
La
Escuela, desde sus orígenes, tuvo un plan de estudios de cinco años, pero el 29
de agosto de 1925, el Presidente Plutarco Elías Calles estableció las Escuelas
Secundarias y vetó el ingreso al primer grado de la ENP. La reforma educativa
dejó de lado a la institución, al restarle tres años de estudio que desde ese
momento dependerían de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
En 1928 inició en la Escuela Nacional
Preparatoria la gesta por la autonomía universitaria, obtenida en 1929, bajo el
gobierno interino de Emilio Portes Gil. El 13 de julio de ese año fue designado
director Pedro de Alba, cargo que ocupó hasta 1933. Doce meses más tarde, bajo
la rectoría de Fernando Ocaranza, el Consejo Universitario aprobó el proyecto
para retomar el ciclo escolar de cinco años.
Ante ello, la SEP presentó una demanda ante
la Suprema Corte de Justicia por
violación a los ciclos escolares establecidos en el artículo tercero
constitucional, misma que prosperó. Ello obligó a la UNAM a crear el ciclo de
“Extensión Universitaria”, conformado por los primeros tres años
preparatorianos.
A mediados de los años cuarenta, este ciclo
se denominó “Iniciación Universitaria”, origen de la Preparatoria 2 “Erasmo
Castellanos Quinto”, único plantel donde actualmente los estudiantes cursan
estudios de secundaria y preparatoria.
El 6
de enero de 1945 se publicó en el Diario Oficial la Ley Orgánica de la
Universidad Nacional Autónoma de México. A partir de los cincuenta se crean los
nuevos planteles distribuidos en la Zona Metropolitana: Plantel 1, Gabino
Barreda; 2, Erasmo Castellanos Quinto; 3, Justo Sierra; 4, Vidal Castañeda y
Nájera; 5, José Vasconcelos; 6, Antonio Caso; 7, Ezequiel A. Chávez; 8, Miguel
E. Schulz, y 9, Pedro de Alba.
Bajo el rectorado de Ignacio Chávez se realizó un estudio que derivó en una propuesta al Consejo Universitario para ampliar el bachillerato de dos a tres años. A inicio de los setenta se creó el Colegio de Ciencias y Humanidades, una opción para el bachillerato universitario.
En 1996, el Consejo Académico de Bachillerato aprobó los nuevos planes de estudio vigentes, donde destacan las materias troncales, básicas, como matemáticas y español. También se incluyeron, de manera formal, las actividades deportivas y artísticas para fortalecer la educación integral.
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FOTO 01
Gabino Barreda
fue nombrado director de la ENP el 17 de diciembre de 1867 por el presidente
Benito Juárez. Duró diez años en el cargo e impulsó el positivismo en México.
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Escudo de la Escuela Nacional
Preparatoria con el lema “Amor, orden y progreso”, variante del creado por su
fundador, Gabino Barreda: “Libertad, orden y progreso”.
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Roberto Oropeza
Martínez, Julieta Pérez Monroy y Manuel Granados Navarrete, profesores de la
Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, hicieron una semblanza histórica de
esa institución.
FOTO 04
Héctor Herrera
León y Vélez, director de la ENP, aseguró que este sistema educativo es
paradigma de la educación superior en México y América Latina.