06:00 hrs.  01 de Febrero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-079

Ciudad Universitaria

 

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NECESARIO, MODIFICAR MAPAS DE RIESGO EN EL VOLCÁN POPOCATÉPETL

 

·        La población ubicada hasta 15 kilómetros del cráter corre el peligro de ser alcanzada por flujos piroplásticos

·        Alertó José Luis Macías, miembro del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM

 

Es importante modificar los mapas de riesgo del volcán Popocatépetl, pues la población ubicada hasta 15 kilómetros del cráter corre el peligro de ser alcanzada por flujos piroplásticos, formados por nubes incandescentes con fragmentos de rocas, ceniza y gases tóxicos, alertó José Luis Macías, miembro del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM.

 

Al dictar la conferencia “La actividad del Popocatépetl en el último siglo y riesgos futuros”, en esa entidad universitaria, refirió que en los últimos diez años el movimiento del coloso se incrementó, arrojando rocas hasta cinco kilómetros afuera de su radio de acción, con los consecuentes incendios. De hecho, se han formado más de 25 domos o ríos de lava incapaces de salir al exterior.

 

En 2001 aparecieron columnas de humo mucho más visibles, generadas por explosiones internas, las cuales se colapsaron para convertirse en corrientes ígneas que viajan a altas velocidades por los flancos, indicó.

 

Hasta hoy ese material ha llegado cinco kilómetros fuera de la cima. Generalmente rellena barrancas, pero cuando está suelto  y es removido con la lluvia, se forman avenidas de lodo, compuestas por fragmentos; esta especie de colado de concreto se mueve por las orillas tectónicas y pueden llegar a distancias mayores, precisó.

 

Por ejemplo, durante la erupción de 1997 se formó una columna de 13 kilómetros de altura, “arrojó cenizas en la Ciudad de México; en las partes cercanas al cráter cayó esa corriente, y removida por el líquido llegó hasta 15 kilómetros, a una comunidad cercana”, expresó.

 

De ahí la importancia de continuar con su vigilancia y elaborar nuevas rutas de evacuación, pues sus condiciones se han modificado con el tiempo. El actual fue elaborado tres meses después del inicio de la erupción del 21 de diciembre de 1994, con la información geológica de ese momento, señaló.

 

Contempla tres zonas caracterizadas por colores: rojo, naranja y amarillo, trazadas según los sitios afectados por eventos pasados, explicó. El área amarilla (ubicada a más de 40 kilómetros del cráter) fue afectada en el pasado, aunque es la de menor probabilidad de sufrir una erupción de gran magnitud.

 

Los primeros poblados se encuentran en el área naranja que está entre los 10 y 20 kilómetros aproximadamente del cráter. La roja es la más pequeña (aproximadamente a 10 kilómetros del mismo punto) y tiene la mayor posibilidad de ser devastada por un evento magmático de pequeña magnitud. Ahí no hay poblaciones, puntualizó.

 

Si bien la actividad del volcán no se puede evitar, advirtió, sí se deben prevenir sus efectos. Es posible pronosticar qué clase de eventos podrían ocurrir en el futuro. De ahí la importancia de los estudios geológicos para comprender su historia y comportamiento.

 

Cabe señalar que durante el siglo pasado este coloso tuvo dos erupciones principales: una en 1919, que terminó alrededor de 1927, cuando se formó un pequeño cráter interno. Volvió a la tranquilidad, y no fue sino hasta 1994 cuando reinició actividades el 21 de diciembre, que siguen hasta la fecha, concluyó.

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PIES DE FOTO

 

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José Luis Macías, miembro del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, dictó la conferencia “La actividad del Popocatépetl en el último siglo y riesgos futuros”.

 

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La actividad del Popocatépetl en los últimos diez años se incrementó, arrojando rocas hasta cinco kilómetros afuera de su radio de acción, con los consecuentes incendios, señaló José Luis Macías, miembro del Instituto de Geofísica de la UNAM.