12:00 hrs.  27 de Enero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-068

Ciudad Universitaria

Pies de fotos al final del boletín

 

ABSURDO, BUSCAR EN LA GENÉTICA EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

 

·        Afirmó Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM

·        Detrás de este fenómeno se agazapan el poder, dominio y control impunes ejercidos por hombres, renuentes a cuestionar su hegemonía, consideró

·        Su práctica no alarma ni reclama medidas inmediatas, como sucede, por ejemplo, con el terrorismo, refirió

 

Es absurdo buscar el origen de la violencia contra la mujer en la genética, señaló Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM. “Quien así lo hace, no sólo llega al extremo de subsumir lo social y cultural en lo biológico; ignora las dimensiones y profundidad del problema, asumiendo la ideología dominante que justifica y legitima” esta práctica.

 

Lo cierto, dijo, es que detrás de aquel fenómeno se agazapan el poder, dominio y control impunes ejercidos por hombres, renuentes a cuestionar su hegemonía. “En su origen –recalcó– no están los genes sino las políticas e intereses de la sociedad patriarcal, cuya condición es la de preservar los privilegios masculinos con base en el dominio sobre las mujeres”.

 

La brutalidad cotidiana, profundamente arraigada y pretendidamente justificada –resaltó– con base y criterios “naturales”, no alarma ni reclama medidas inmediatas, no se concibe como un grave conflicto político que exija atención lo más pronto posible, como sí lo constituye, por ejemplo, el terrorismo.

 

Sólo empezarán a surgir alternativas y a darse pasos certeros hacia la auténtica erradicación de la rudeza contra el sector femenino y equidad de género, consideró, cuando se haya dejado atrás tan siquiera la duda sobre su origen, lo cual permitirá dimensionarla en todo su significado histórico y cultural, y en el momento en que se analicen sus consecuencias, costos sociales y económicos; asimismo, cuando se instauren políticas y prácticas educativas, sanitarias, financieras y culturales igualitarias.

 

Al dictar la conferencia Violencia contra la mujer: ¿biología o incultura?, Rosaura Ruiz destacó que, según cifras oficiales en México, 47 de cada cien mujeres en pareja han sufrido agresión –física, sexual o psicológica– por parte de sus compañeros y siete de cada 10 víctimas de este flagelo volvieron a ser atacadas al menos una vez en doce meses. Asimismo, 130 mil son lesionadas cada año con armas blancas o de fuego.

 

En su oportunidad, Nicanor Ursúa Lezaún, de la Universidad del País Vasco, España, dictó la ponencia ¿Existe una forma natural de sexualidad humana? Al respecto, precisó que ante los comportamientos humanos los normales son los más frecuentes y sanos, aunque no siempre los más sencillos.

 

En el caso de las conductas relativas al sexo –y en relación con el conjunto de una especie, la diferenciación sexual y la atracción posibilitante de la reproducción– son constreñimientos estrictos y perceptivos, pues condicionan la supervivencia a la misma. Por tanto, la normalidad exige la heterosexualidad.

 

Sin embargo, agregó, dicha exigencia no se explicaría a todos los individuos, pues hay quienes son no heterosexuales, por ejemplo; simplemente no participan en el pool genético reproductor; pueden clasificarse como excedentes, aunque en diferentes ámbitos –cultural y económico, entre otros– pueden ser excelentes participantes. En el caso sexual es difícil establecer límites precisos, pues los sistemas neurales suelen ser plásticos y adaptables, multiplicando las versiones y obliga a relacionar con entornos culturales, épocas, peculiaridades, entre otros factores.

Al intervenir en la mesa redonda Equidad de género y evolución humana, Aura Ponce de León, del Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales “Vicente Lombardo Toledano” de la Secretaría de Educación Pública, sostuvo la probabilidad de que en los grupos de homínidos haya surgido la división sexual de actividades. Aún es temprano para “afirmar que con la aparición misma del trabajo se dio una disposición biológica de la hembra del mamífero hacia el cuidado de su descendencia y de los machos a la caza”.

 

Saber lo anterior, cuestionó, no significa nada para las sociedades modernas, pues hace largo tiempo transitaron a estados de desarrollo más avanzado, en donde las contingencias y vicisitudes de la organización social, política y económica, mucho más que las meras disposiciones biológicas, son determinantes en la orientación de los destinos humanos, los cuales sólo pueden transformarse con acciones dentro de esos campos.

 

Sin embargo, dijo en la conferencia El origen de la división sexual del trabajo,  “entrever en qué circunstancia se originó esta organización laboral puede ser útil para comprender la tendencia seguida históricamente por la humanidad. La comprensión siempre es una herramienta de transformación”.

 

Finalmente, Camilo José Cela Conde, de la Universidad de las Islas Baleares, España, dijo que “apenas se puede decir nada” acerca de la evolución de los rasgos dimórficos (ocurrencia en el mismo lugar de dos formas de la misma especie, siendo frecuente el sexual) en los seres humanos, resultado de las presiones adaptativas.

 

Durante la conferencia Dimorfismos sexuales en la evolución humana, sostuvo que hay tres falacias en este tipo de análisis. La primera, establecer su grado cuando no es posible hacerlo por la ausencia de restos suficientes de uno y otro sexo dentro de los Australopithecus. La segunda, deducir funciones atribuyendo a la hembra cuidar a los pequeños y a los machos ir a buscar comida. La tercera, los roles no se justifican por el hecho de la existencia de determinados rasgos, que configuran a la mujer como más débil y por ello debe someterse a su contraparte, concluyó.

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FOTO 01

Aura Ponce de León, Nicanor Ursúa y Camilo José Cela Conde previo a su participación en la mesa redonda Equidad de género y evolución humana, en donde participaron especialistas ibéricos y de la UNAM.

 

FOTO 02

Camilo José Cela Conde y Rosaura Ruiz, durante su participación en la mesa redonda Equidad de género y evolución humana. Ahí, la secretaria de Desarrollo Institucional de la UNAM señaló que es absurdo buscar el origen de la violencia contra la mujer en la genética.