12:30 hrs.  11 de Enero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-024

Ciudad Universitaria 

Pie de fotos al final del boletín

 

EL PODER DE LA PALABRA, CAPAZ DE PROPICIAR TEORÍA Y FILOSOFÍA CONGRUENTES

 

·        El ser humano se define por su capacidad de verbalización, que nunca debe ser traicionada porque destruye mundos, como se ha visto en el caso de las ideologías totalitarias

·        Señaló la profesora Angelina Muñiz-Huberman, de la FFyL de la UNAM

·        Al rendirle homenaje a la filósofa María Zambrano, se recordó que viajó por los interminables senderos de la palabra oral y escrita

 

Cada vocablo conlleva el sentido mágico de toda obra de creación divina o terrena. Por ello, crece más allá de sí mismo y alberga una sombra capaz de propiciar una teoría o filosofía congruentes. Si algo define al ser humano es su capacidad de verbalización, que nunca debe ser traicionada porque destruye mundos, como se ha visto en el caso de las ideologías totalitarias. Es indudable que al ser amorosa, es temible.

 

Así lo señaló Angelina Muñiz-Huberman, en las Salas A y B de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, durante la conferencia María Zambrano y el misticismo de la Cábala, del curso colectivo Exilio y razón poética en homenaje a esa pensadora.

 

Abundó que la palabra bien hallada es ética, no engaña, sino que expone, amplía e ilumina. En este sentido, se convierte en un ejercicio de responsabilidad, semejante a la del cabalista, quien no debe errar en una sola letra de lo escrito, porque destruiría el mundo.

 

A decir de la ponente, María Zambrano fue una filósofa que le dio a cada voz un uso más allá del otorgado por sí misma. Una página, párrafo, oración, frase, un par de expresiones (“castillo de razones”, “sueño de la inocencia” y “claro del bosque”) o una sola (“delirio”, “entrañas”, “piedad”, “despertar” o “ruina”) envuelven y contienen en sí todo el alcance de su filosofía y poesía.

 

Las desgrana para hacerlas girar en un vértigo de significados, con el ejercicio constante de su escritura. Citó el texto de Juan Fernando Ortega Muñoz, Introducción al pensamiento de María Zambrano (1994): “Pocos autores han dedicado tantas páginas y tantas horas de reflexión como ella al estudio de la palabra, que en sus manos adquiere un profundo calado metafísico”. 

 

A decir de la ensayista, pertenece a ese grupo de pensadoras y también de filósofas y luchadoras como Simone Weil, Golda Meir o Hanna Arendt que proyectaron por igual su luz en el siglo XX.

 

Al hablar sobre algunos de los textos en donde cada término adquiere conexión mística, Muñiz-Huberman apuntó que en el capítulo VI de Claros del bosque, la homenajeada se remonta a la primera palabra, originaria, relevante; aquella que surge “antes, cuando no se proferían proyectadas desde la oquedad del que las lanza al espacio lleno o vacío de afuera; al exterior”. En ese instante que va del silencio al sonido, en su no-existencia, en la pre-palabra es donde hay que buscarla en su pureza.

 

Al referirse a la música y número, señaló que si se da un paso más en la búsqueda de ese vocablo original e imposible de pronunciar, se obtiene el concepto musical. Ambos no pueden separarse: forman un todo armónico que explica el ritmo del primer lenguaje. Pero la primera lleva ventaja al no defraudar y ser captada de una sola vez, alcanzando la eternidad en lo instantáneo, como un recuerdo del origen del tiempo.

 

Este arte es medida, cifra y ordenamiento. Para las antiguas filosofías, la creación divina se derivó del acoplamiento de las esferas portadoras del poder de la música. De igual modo, el mensaje sagrado sólo se da en la medida del rezo. Así, el salmo es melodía y la lira, para Orfeo y para el rey David, es el instrumento que une número y palabra.

 

La ponente recordó algunas palabras de María Zambrano, “La música nace cuando el grito se allana”, que equivale a someterla al rigor del tiempo y a la medida del signo, camino místico de la kavaná (estado de concentración mental preparatorio de la plegaria) que elimina la distracción y predispone la mente para la unión con Dios.

 

Es también la vía del pitagorismo, empeñado en liberar el alma y hallar el número perfecto, el número de números. Cada nota musical refleja una emanación divina o sefirá como una de las más sutiles manifestaciones de la experiencia sublimada.

 

Con lo anterior, dijo, podemos ver que María Zambrano en su  anhelo de entender la relación del hombre con lo divino, viajó por los interminables senderos de la palabra, oral y escrita, a la manera de los antiguos cabalistas que habían desarrollado una nueva trascendencia de la realidad, ante la crítica época que les tocó vivir.

 

Sólo en el refugio del pensamiento único que se atreve a enfrentarse a la razón y a la pasión para hallar otra vía inefable, se podrá despertar un mundo de armonías recobradas. Exilio, palabra, música, número, poesía y filosofía se encargarán de ello, finalizó la autora del Canto del Peregrino.

 

-0o0-


 

FOTO 01

Angelina Muñiz–Huberman, de la FFyL de la UNAM, dictó la conferencia María Zambrano y el misticismo de la Cábala, dentro del curso colectivo Exilio y razón poética.

 

 

FOTO 02

Si algo define al ser humano es su capacidad de verbalización, que nunca debe ser traicionada porque destruye mundos, como se ha visto con las ideologías totalitarias, señaló Angelina Muñiz–Huberman, de la FFyL de la UNAM.