13:30 hrs.  10 de Enero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-021

Ciudad Universitaria 

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CÉLULAS TRONCALES, ESPERANZA PARA EL TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS

 

·        Así lo afirmó la investigadora emérita y miembro del IFC de la UNAM, Herminia Pasantes

·        Tal es el caso de padecimientos como Alzheimer, Parkinson o Huntington, o bien, la esclerosis múltiple, los cuales tienen que ver con la muerte de elementos cerebrales

 

El uso de células troncales constituye en este momento la única esperanza para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer, Parkinson o Huntington, o bien, esclerosis múltiple, las cuales tienen que ver con la muerte de elementos cerebrales, afirmó la investigadora emérita de la UNAM, Herminia Pasantes.

 

El encéfalo, recordó la también integrante del Instituto de Fisiología Celular (IFC), está formado por neuronas. "Lo que hacemos, pensamos, sentimos, imaginamos, soñamos o creamos es responsabilidad de ellas. Todo se basa en la comunicación de unas con otras". Cuando fallan o se detienen se desarrollan trastornos.

 

Por ejemplo, el Parkinson es resultado de su muerte en una zona específica del cerebro, llamada sustancia negra. Los individuos que lo padecen tienen problemas invalidantes, como temblores o rigidez corporal. El trabajo con ese nuevo elemento posibilitaría reemplazar los componentes perdidos por otros nuevos. Eso curaría en definitiva la dolencia.

 

 

La investigadora recordó que las células troncales son las primeras que nos forman a partir del óvulo fecundado; se pueden dividir ilimitadamente y diferenciarse en distintos tipos.

 

Hay de diversos orígenes. Las embrionarias se tienen después de la fecundación del óvulo, en la fase de blastocisto, a través de un embrión fecundado in vitro o de uno clonado. Las fetales en etapas más avanzadas, aunque ya no se pueden convertir en cualquier tipo. Igual se adquirieren de un adulto.

 

Herminia Pasantes refirió que la clonación tiene la ventaja de que las células se pueden obtener del mismo individuo y no habría problema de rechazo en el caso de trasplantes de órganos, como hígado o riñón. O bien, si a una mujer le sacan un óvulo, al cual se le quita el núcleo para colocar otro, por ejemplo, de una neurona, se podrían generar en laboratorio.

 

La científica expuso que estas últimas utilizan un lenguaje eléctrico, de cargas positivas y negativas. Su conversación es posible gracias a que poseen un receptáculo donde se alojan sustancias o neurotransmisores para el vínculo químico, como la dopamina, epinefrina, adrenalina y norepinefrina.

 

Pero en ocasiones este proceso falla. Un caso es la esquizofrenia, enfermedad de jóvenes, devastadora, que propicia alteraciones de la conducta. "Si con técnicas sofisticadas se examinasen los cerebros de un enfermo y un sano, prácticamente no se encontraría ninguna diferencia".

 

Eso se debe a que la disfunción es química. Ella produce alucinaciones auditivas: los afectados oyen voces. También una "ausencia de metas", como el propósito de levantarse, bañarse e ir al trabajo, y de afectividad: no sienten amor, cariño o afecto por nadie.

 

La esquizofrenia, explicó Pasantes, se produce por un "exceso" de conversación entre las neuronas que usan a la dopamina para esta actividad. Esta última se une con su receptor como si fuera la llave en una cerradura.

 

 

Luego del descubrimiento de la clorpromacina, molécula presente en una hierba de la India parecida al neurotransmisor anterior, se encontró una “pieza” semejante o falsa que se mete en el cerrojo de quien recibe y no permite que entre la sustancia originaria, con lo que se evita la afectación.

 

Otro ejemplo es la depresión. Se puede sentir tristeza, desgano o discordia debido a muchas circunstancias en la vida, como la pérdida de alguien querido o el desamor; sin embargo, se sale de esa situación con el tiempo y estímulos positivos.

 

En contraste, su expresión patológica o clínica puede presentarse cuando, a pesar de que el exterior ayuda, no se tienen ánimos y todo pierde importancia. Eso puede persistir sin que haya causa. En este caso de trata de una causa orgánica.

 

Esas células alteradas se localizan en el llamado circuito del placer o recompensa. "Cuando sentimos alegría o felicidad, se activan las neuronas de esa zona. Se trata del sector que se prende a gran velocidad con drogas psicoactivas: cocaína, anfetaminas o éxtasis".

 

La alteración produce depresión. Aquí interviene la norepinefrina; al establecerse la comunicación, al unirse la "llave a la cerradura", no puede quedarse la puerta abierta, la conversación debe concluir en algún momento, mediante unas proteínas llamadas transportadores, que sacan al neurotransmisor del espacio de enlace o sinapsis y lo meten a la célula.

 

En estos pacientes falta unión. Así, se han desarrollado medicamentos que bloquean el transporte de la norepinefrina, de forma que ésta se queda más tiempo funcionando y la charla intracelular persiste, con la consecuente mejora de la persona.

 

Una de las mejores maneras de activar el circuito del placer, no tan efectiva como las anfetaminas pero menos peligrosa, es enamorándose. El amor, concluyó la experta, no se da en el corazón, sino en el cerebro, y es un fenómeno químico.

 

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Herminia Pasantes, investigadora emérita de la UNAM, habló sobre el uso de células troncales para tratar enfermedades neurodegenerativas.

 

 

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Las células troncales son las primeras que nos forman a partir del óvulo fecundado; se pueden dividir ilimitadamente y diferenciarse en distintos tipos, recordó Herminia Pasantes, miembro del IFC de la UNAM.