06:00 hrs.  8 de Enero  de 2005

 

Boletín UNAM-DGCS-016

Ciudad Universitaria 

Pies de fotos al final del boletín

 

PARTICIPAN UNIVERSITARIOS EN RECONSTRUCCIÓN FACIAL DE MOMIA INFANTIL

 

·        El trabajo estuvo a cargo de especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM

·        También colaboraron 32 especialistas de 10 instituciones, incluidos integrantes de los departamentos de Anatomía, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina, y del Laboratorio de Química de la Facultad de Ciencias

·        El antropólogo Edgar Gaytán explicó que se aplicó la metodología del proyecto Cara del Mexicano para conocer el aspecto que la niña tuvo en vida

 

Especialistas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM participaron en la reconstrucción escultórica–facial de una momia de dos mil 300 años de antigüedad, encontrada en la Sierra Gorda de Querétaro en el año 2002.

 

El trabajo, enmarcado en el proyecto “Cara del Mexicano” (Caramex) de esta entidad universitaria, representa la primera técnica para rehacer el rostro de un infante en nuestro país.

 

Al respecto, la arqueóloga Elizabeth Mejía, directora del proyecto “Toluquilla”, del Centro INAH Querétaro, recordó que en una cueva al norte de la serranía queretana los pobladores encontraron restos humanos.

 

El Ministerio Público recibió la notificación y, de inmediato, se determinó que era materia de los arqueólogos. En una pequeña oquedad también se hallaron vestigios textiles, varas, plumas y trenzas procedentes de un menor de edad.

 

Luego de diversos estudios –en donde colaboraron 32 especialistas de diversas disciplinas y de 10 instituciones, incluidos integrantes de los departamentos de Anatomía, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina, y del Laboratorio de Química de la Facultad de Ciencias–, se precisó que la momia era de una niña de aproximadamente dos años ocho meses, quien falleció de una enfermedad gastrointestinal o pulmonar.

 

Los científicos encargados de su estudio y cuidado, la nombraron Pepita. Confirmaron su sexo al obtener tejidos de las trompas de Falopio; además, identificaron el útero y canal vaginal.

 

Por su parte, el antropólogo físico Edgar Gaytán, del IIA, expuso que dada la importancia de la pieza, se aplicó la metodología de Caramex para conocer el aspecto que la menor tuvo en vida. Dicha técnica, aplicada a la arqueología, abre una ventana hacia el pasado. Presentó gran dificultad, no sólo por ser la primera reconstrucción infantil hecha en México, sino por la poca información sobre esta morfología esquelética craneofacial.

 

Al tratarse de un resto inmaduro calcificado, sin total desarrollo, presentó mayor complejidad en la interpretación y aplicación de los procedimientos. De esa forma, el resultado tiene entre 75 y 80 por ciento de certeza en relación con el aspecto original de la menor, explicó.

 

Estos estudios se desprenden de casos de antropología forense en individuos adultos. No obstante, hay poca información de su aplicación para otras edades. Por ello, añadió, la labor debe sustentarse en principios anatómicos y conocer con minuciosidad la morfología, cómo es proyectada la musculatura facial a partir de las dimensiones óseas del cráneo.

 

Rehacer el rostro inició cuando se obtuvo una réplica exacta de la cabeza, gracias a que los análisis de tomografía generaron información tridimensional. El joven universitario describió cómo se colocaron los músculos faciales, glándulas, cartílagos nasales, glóbulos oculares y demás tejidos, hasta llegar a la piel.

 

Edgar Gaytán señaló que lo exhibido en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor es la última fase del proceso, el acabado de los rasgos. “Es plastilina utilizada para escultura”. Luego se obtendrá una réplica en cera de abeja, lo cual dará un aspecto más realista.

 

Hasta el momento se han invertido varios meses de trabajo en la obtención del modelo. La réplica museográfica tomará más tiempo. Expresó que participar en este proyecto fue motivador, “porque muestra el interés de otro tipo de especialistas por conocer los aspectos que utilizamos los antropólogos forenses: devolver el rostro a especímenes antiguos”.

 

Esta disciplina, mencionó, tiene fines de identificación humana, reconocimiento de restos o cadáveres desconocidos, y con fines arqueológicos es estimulante”. Antes se había usado con cráneos provenientes de la zona maya, de Xochitécatl (Tlaxcala) y Teotihuacan, pero aplicando el método a restos de adultos.

 

Por su parte, la arqueóloga Ximena Chávez, jefa del Departamento de Bienes Culturales del Museo del Templo Mayor, explicó que la momia llegó a ese recinto por motivos de conservación; se trata de un material sensible a cambios de temperatura y nuestra área de resguardo tiene las condiciones óptimas para preservarla”.

 

Garantizada su estabilidad procede su estudio. Ha recibido uno de los trabajos más sistemáticos de análisis. “Participaron 32 especialistas de diversos campos de la ciencia, que no sólo contribuyeron con su conocimiento, sino que a veces costearon la investigación debido a la relevancia de la pieza”, refirió.

 

Entre los especialistas que colaboraron se encuentran arqueólogos, antropólogos físicos y forenses, restauradores, químicos, físicos, entomólogos forenses, imagenólogos, cirujanos, anatomistas, inmunólogos, histopatólogos, biólogos y micólogos.

Hasta ahora se han hecho estudios de fechamiento, paleobotánica, entomología forense, análisis de textiles y fibras, tomografía helicoidal, laparoscopía, microscopía electrónica de barrido, arqueozoología, reconstrucción facial, esterolitografía, micología médica, DNA y antropofísico.

 

Se han utilizado técnicas de punta para responder a cuestiones específicas, como el ritual de depósito de la momia o su proceso de conservación. Aunque, a sus 2 mil 300 años, abre cuestiones acerca del poblamiento temprano de la Sierra Gorda.

 

Uno de los hallazgos es que no se trató de una protección artificial, abundó Ximena Chávez. Después de morir la pequeña fue depositada en la cueva y comenzó la descomposición, como lo señala la presencia de larvas de mosca en su cuerpo; pero un cambio climático brusco le permitió llegar hasta nuestros días, concluyó.

 

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FOTO 01

Ximena Chávez y Elizabeth Mejía explicaron el proceso de reconstrucción escultórica–facial de una momia de dos mil 300 años de antigüedad, encontrada en la Sierra Gorda de Querétaro, donde participaron especialistas de la UNAM.

 

FOTO 02

Edgar Gaytán, del IIA de la UNAM, expuso las dificultades para reconstruir la cara de una niña muerta hace 2 mil 300 años en México, dada la poca información sobre esta morfología esquelética craneofacial.