Boletín UNAM-DGCS-016
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final del boletín
PARTICIPAN UNIVERSITARIOS EN RECONSTRUCCIÓN FACIAL DE MOMIA INFANTIL
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El trabajo estuvo a cargo de especialistas
del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM
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También colaboraron 32 especialistas de 10 instituciones, incluidos
integrantes de los departamentos de Anatomía, Microbiología y Parasitología de
la Facultad de Medicina, y del Laboratorio de Química de la Facultad de
Ciencias
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El antropólogo Edgar Gaytán explicó que se aplicó la metodología del
proyecto Cara del Mexicano para conocer el aspecto que la niña tuvo en vida
Especialistas
del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM participaron
en la reconstrucción escultórica–facial de una momia de dos mil 300 años de
antigüedad, encontrada en la Sierra Gorda de Querétaro en el año 2002.
El trabajo,
enmarcado en el proyecto “Cara del Mexicano” (Caramex) de esta entidad
universitaria, representa la primera técnica para rehacer el rostro de un
infante en nuestro país.
Al respecto, la arqueóloga
Elizabeth Mejía, directora del proyecto “Toluquilla”, del Centro INAH
Querétaro, recordó que en una cueva al norte de la serranía queretana los
pobladores encontraron restos humanos.
El Ministerio Público
recibió la notificación y, de inmediato, se determinó que era materia de los
arqueólogos. En una pequeña oquedad también se hallaron vestigios textiles,
varas, plumas y trenzas procedentes de un menor de edad.
Los científicos
encargados de su estudio y cuidado, la nombraron Pepita. Confirmaron su sexo al
obtener tejidos de las trompas de Falopio; además, identificaron el útero y
canal vaginal.
Por su parte,
el antropólogo físico Edgar Gaytán, del IIA, expuso que dada la importancia de
la pieza, se aplicó la metodología de Caramex para conocer el aspecto que la
menor tuvo en vida. Dicha técnica, aplicada a la arqueología, abre una ventana
hacia el pasado. Presentó gran dificultad, no sólo por ser la primera
reconstrucción infantil hecha en México, sino por la poca información sobre
esta morfología esquelética craneofacial.
Al tratarse de
un resto inmaduro calcificado, sin total desarrollo, presentó mayor complejidad
en la interpretación y aplicación de los procedimientos. De esa forma, el
resultado tiene entre 75 y 80 por ciento de certeza en relación con el aspecto
original de la menor, explicó.
Estos estudios
se desprenden de casos de antropología forense en individuos adultos. No
obstante, hay poca información de su aplicación para otras edades. Por ello,
añadió, la labor debe sustentarse en principios anatómicos y conocer con
minuciosidad la morfología, cómo es proyectada la musculatura facial a partir
de las dimensiones óseas del cráneo.
Rehacer el
rostro inició cuando se obtuvo una réplica exacta de la cabeza, gracias a que
los análisis de tomografía generaron información tridimensional. El joven universitario
describió cómo se colocaron los músculos faciales, glándulas, cartílagos
nasales, glóbulos oculares y demás tejidos, hasta llegar a la piel.
Edgar Gaytán señaló que lo
exhibido en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor es la última fase del proceso,
el acabado de los rasgos. “Es plastilina utilizada para escultura”. Luego se
obtendrá una réplica en cera de abeja, lo cual dará un aspecto más realista.
Hasta el
momento se han invertido varios meses de trabajo en la obtención del modelo. La
réplica museográfica tomará más tiempo. Expresó que participar en este proyecto
fue motivador, “porque muestra el interés de otro tipo de especialistas por
conocer los aspectos que utilizamos los antropólogos forenses: devolver el
rostro a especímenes antiguos”.
Esta
disciplina, mencionó, tiene fines de identificación humana, reconocimiento de
restos o cadáveres desconocidos, y con fines arqueológicos es estimulante”.
Antes se había usado con cráneos provenientes de la zona maya, de Xochitécatl
(Tlaxcala) y Teotihuacan, pero aplicando el método a restos de adultos.
Por su parte, la
arqueóloga Ximena Chávez, jefa del Departamento de Bienes Culturales del Museo
del Templo Mayor, explicó que la momia llegó a ese recinto por motivos de
conservación; se trata de un material sensible a cambios de temperatura y
nuestra área de resguardo tiene las condiciones óptimas para preservarla”.
Garantizada su
estabilidad procede su estudio. Ha recibido uno de los trabajos más
sistemáticos de análisis. “Participaron 32 especialistas de diversos campos de
la ciencia, que no sólo contribuyeron con su conocimiento, sino que a veces
costearon la investigación debido a la relevancia de la pieza”, refirió.
Entre los
especialistas que colaboraron se encuentran arqueólogos, antropólogos físicos y
forenses, restauradores, químicos, físicos, entomólogos forenses, imagenólogos,
cirujanos, anatomistas, inmunólogos, histopatólogos, biólogos y micólogos.
Hasta ahora se
han hecho estudios de fechamiento, paleobotánica, entomología forense, análisis
de textiles y fibras, tomografía helicoidal, laparoscopía, microscopía
electrónica de barrido, arqueozoología, reconstrucción facial,
esterolitografía, micología médica, DNA y antropofísico.
Se han
utilizado técnicas de punta para responder a cuestiones específicas, como el
ritual de depósito de la momia o su proceso de conservación. Aunque, a sus 2
mil 300 años, abre cuestiones acerca del poblamiento temprano de la Sierra
Gorda.
Uno de los
hallazgos es que no se trató de una protección artificial, abundó Ximena
Chávez. Después de morir la pequeña fue depositada en la cueva y comenzó la
descomposición, como lo señala la presencia de larvas de mosca en su cuerpo;
pero un cambio climático brusco le permitió llegar hasta nuestros días,
concluyó.
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FOTO 01
Ximena Chávez y Elizabeth Mejía explicaron el proceso de reconstrucción escultórica–facial de una momia de dos mil 300 años de antigüedad, encontrada en la Sierra Gorda de Querétaro, donde participaron especialistas de la UNAM.
FOTO 02
Edgar Gaytán, del IIA de la UNAM, expuso las dificultades para
reconstruir la cara de una niña muerta hace 2 mil 300 años en México, dada la
poca información sobre esta morfología esquelética craneofacial.