Boletín UNAM-DGCS-951
Ciudad Universitaria
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Son de mucha ayuda para combatir la desnutrición
en niños y mujeres embarazadas o que están amamantando, aseguró Ángeles Otelo,
profesora de la Facultad de Química
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Las mezclas alimenticias, cuya base es una
leguminosa y un cereal, pueden contener, entre otros ingredientes, pollo,
garbanzo o variedades de maíz mejorado genéticamente
Científicos de la UNAM desarrollan alimentos baratos y de
alto valor nutritivo para ayudar a combatir la desnutrición en niños y mujeres
embarazadas o que están amamantando, indicó Ángeles Otelo, profesora de la Facultad
de Química.
“Nuestra preocupación principal son los infantes quienes,
por no tener una alimentación adecuada, sufren afectaciones en tejidos lábiles
de su organismo”, por lo que se han elaborado mezclas alimenticias cuya base es
una leguminosa y un cereal.
Señaló que se han desarrollado más de diez productos que
llegan a contener, entre otros ingredientes: pollo, garbanzo o variedades de
maíz mejorado genéticamente; también frijol o soya.
Se sabe, por ejemplo, que no sirve que los infantes desnutridos tomen leche, porque su
organismo no la puede aprovechar, debido a que su mucosa intestinal se
encuentra afectada.
Dicha mucosa, explicó, está encargada de absorber
nutrimentos y secretar enzimas que rompen los componentes de los alimentos para
hacer digestión; dentro de aquéllas están las disacaridasas, como la lactasa,
que separa glucosa y lactosa, esta última necesaria para el crecimiento.
Esta situación la puede resolver el grupo de población de
nivel económico medio o alto, “porque hay sustitutos, alimentos sin lactosa,
que llevan separados los aminoácidos, pero son caros”, reconoció.
De ahí el trabajo de Ángeles Otelo por encontrar
productos nutritivos y baratos. Observó que los pobres de todo el mundo, cuando
prescinden de la carne por su alto costo, consumen cereales y leguminosas; esos
granos comestibles tienen el mayor contenido de proteínas: en Asia es soya y
arroz; en Europa, lenteja y trigo; en Medio Oriente, garbanzo y avena, y en
México, frijol y maíz, por ejemplo.
Según datos de la Organización para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) de las Naciones Unidas, México posee una superficie
productiva de alrededor de 7 millones de hectáreas, y si se agrega la de buen
temporal, se podrían tener disponibles de 12 a 13 millones de hectáreas con
buen potencial.
Difícilmente se podrán llegar a 1.5 o 2 millones de
cultivos de exportación (café, cacao y frutas tropicales, entre otros). Ello
considerando que de los 200 millones hectáreas con que cuenta México, sólo 12 por
ciento, 24.5 millones, son aptas para la agricultura.
Ante este panorama, la experta universitaria planteó
hacer mezclas para aportar energía, “dando lugar a un producto ideal, en forma
de atole, bebida a la cual las madres están acostumbradas”, pues “transformar
los hábitos alimenticios es de lo más difícil”, subrayó.
Sus innovaciones han sido probadas con rigor científico
en animales y hospitales, pasando por un Comité de Ética, precisó. Funcionan
bien, pues han resuelto algunos problemas de los niños.
Empero, se han diversificado las técnicas de elaboración.
“Creo –dijo– que vamos a tener éxito, porque si bien hasta hoy no son
comercialmente atractivos, sí lo serán a través de la educación enfocada a la
buena alimentación”.
Nutrición y desnutrición son problemas complejos. No los
resolvemos ni los científicos que trabajamos en ellos, ni los economistas o los
políticos; esto sólo será posible mediante la confluencia de todos los
sectores, a fin de hacerlos llegar a los grupos marginados, añadió la
especialista.
La misma FAO, apoyada en la Encuesta Nacional de
Nutrición 1999, revela que en México la prevalencia de desnutrición en menores
de 5 años para la talla baja fue de 17.7 por ciento; la de peso bajo, de 7.5
por ciento, y la de peso bajo para la talla de 2 por ciento. Ello significa que
casi 1.8 millones de niños mexicanos de un lustro presentaron retardo al nacer,
cerca de 800 mil bajo peso, y poco más de 213 mil peso bajo para su estatura.
Las incidencias menores de talla baja y peso bajo se
encontraron en los estados del norte del país (7.3 y 3.4 por ciento,
respectivamente, en Chihuahua, las Californias y Sonora, entre otros), y las
mayores en los del sur (28.9 y 11.8 por ciento, respectivamente, en Chiapas,
Oaxaca y Guerrero, entre otros).
No obstante, sobre el nivel de este flagelo en México,
señaló que es difícil conocerlo. Se dice que un tercio de la población padece
esta carencia, pero no están incluidos todos los tipos, incluso no se han hecho
ejercicios de muestreo en los últimos años; además de no poseer alimentos, mal
nutridos pueden estar también los que comen de más.
En nuestro país ya hay dificultades por exceso en el
consumo de alimentos ricos en grasas, carbohidratos y azúcares, lo que conlleva
a la obesidad. “Se está volviendo un problema, el cual no era nuestro, sino de
otro tipo de países; lo que sucede es que comemos de manera desorganizada”,
finalizó.
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