06:00 hrs.  22 de Diciembre  de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-946

Ciudad Universitaria 

Pies de fotos al final del boletín

 

BRINDA APOYO LA COLECCIÓN NACIONAL DE MOLUSCOS A LA ECOLOGÍA, EDUCACIÓN E INVESTIGACIÓN

 

·        Bajo el resguardo de la UNAM, la colección contiene 115 variedades, agrupadas en 61 familias de procedencia marina, 42 terrestre y 12 dulceacuícola

·        Lo expuesto proviene de proyectos de investigación, así como de material donado por diversas instituciones y particulares, refirió la integrante del Instituto de Biología, Edna Naranjo García

 

Con fines de apoyar la conservación de las especies, el trabajo académico y el de divulgación, además de fundamentar los estudios de clasificación teórica y práctica de los moluscos marinos, de agua dulce y terrestre, el Instituto de Biología (IB) de la UNAM resguarda la Colección Nacional de Moluscos.

 

Así lo informó la investigadora Edna Naranjo García, quien añadió que este acervo cuenta con dos mil lotes catalogados, con ejemplares de casi todos los estados mexicanos, excepto Aguascalientes; además de piezas de Alemania, Austria, Belice, Brasil, Cuba, Chile, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Italia, Japón, Kenia, Suiza y Sudáfrica.

 

Posee 115 variedades, agrupadas en 61 familias de procedencia marina, 42 terrestre y 12 dulceacuícola, reunidas en una colección principal y varias anexas. Lo expuesto proviene de proyectos de investigación, así como de material donado por diversas instituciones y particulares. Algunos son excepcionales por su tamaño, estar en peligro de extinción, importancia comercial, sitio de procedencia y diversidad en la forma (por ejemplo, de grandes profundidades oceánicas), entre otros. 

 

Desde épocas remotas los moluscos han llamado la atención por su forma, tamaño y belleza. Se les ha dado distintos usos como recursos alimenticios, decorativos, para la obtención de substancias químicas o tintes, elaboración de modelos matemáticos y experimentos científicos, entre otros.

 

Además existen variedades, como los caracoles, que contribuyen al reciclamiento de la materia, al devolver al suelo compuestos orgánicos más sencillos, resultado de la digestión de los alimentos consumidos; así ayudan a la formación de tierra, en beneficio de plantas y organismos.

 

De ahí la importancia de la malacología, ciencia encargada del estudio de estos seres, que sugiere posibilidades para emplearlos como recurso y permite su conservación dentro de un ecosistema, pues forman parte de cadenas de seres vivos.

 

Naranjo García informó que la Colección ha permitido la consulta para la investigación científica y numerosas publicaciones en áreas como: sistemática, biogeografía, distribución o medio ambiente en donde habitan, aspectos de su biología o relaciones con otras especies; además de nuevas descripciones.

 

Los moluscos marinos, como pulpos, calamares, lapas, babosas de mar, ostiones y almejas se caracterizan por poseer un cuerpo blando. Muchos poseen una concha dura externa, para proteger sus órganos internos y evitar a los carnívoros. El cuerpo de los caracoles, por ejemplo, está conformado por pie y caparazón. El primero es la región musculosa para la locomoción.

 

 

 

Estos animales viven en el mar, agua dulce y tierra. Los caracoles marinos se encuentran tanto en aguas abiertas como en costas, pueden habitar en zonas rocosas o arenosas y algunos horadan las piedras y madera de muelles y barcos. Otros se adhieren a las plataformas de acero o a los cascos de las embarcaciones. Unos más residen en la arena o sobre ella.

 

Los de agua dulce ocupan lagunas, pantanos, ríos y arroyos; sobre las rocas o debajo de ellas; enterrados en arenisca o sobre la vegetación sumergida, explicó.

 

Asimismo, los terrestres viven en montañas, bosques de pino-encino, deciduos (donde los árboles pierden las hojas durante la temporada de sequía) o húmedos. Se esconden en las frondas, debajo de troncos o rocas, debajo de la hojarasca del suelo y también en áreas urbanas como parques y jardines.

 

La mayoría de ellos, dijo, son herbívoros, pero también hay carnívoros, otros filtran agua y se alimentan de partículas orgánicas suspendidas en ella; unos más comen organismos que crecen sobre riscos o vegetación sumergida en pozas; los hay que ingieren hongos. Algunos pueden ser plagas en cultivos de importancia para los humanos.

 

Naranjo García explicó que los caracoles terrestres conforman el grupo de animales más numerosos y diversos después de los artrópodos (insectos, arañas, escarabajos y cangrejos). Forman parte de las cadenas alimenticias, pues al ser comestible de otros animales, como escarabajos, ratones, ratas almizcleras, pájaros o lagartijas, ellos, a su vez, serán presa de animales más grandes.

 

Al retomar la importancia de los moluscos como comida, explicó que desde épocas remotas, la dieta de los habitantes de la costa ha incluido innumerables especies de almejas y lapas. De hecho, se considera que fueron las primeras viandas que consumió el humano primitivo.

 

Además de su valor material, los hombres han usado el caracol como símbolo de poder. Los exquisitos o primorosos tocados de las doncellas incluían conchas con forma de colmillo, que denotaban la riqueza de la familia, concluyó.

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FOTO 01

Los moluscos han satisfecho necesidades que van desde la alimentación y obtención de substancias químicas, hasta su uso como herramientas, utensilios y decoración, destacó Edna Naranjo García, miembro del IB de la UNAM.

 

FOTO 02

Es fundamental el conocimiento de los moluscos, que ayudará a sugerir las diferentes posibilidades de emplearlos como recurso, señaló la investigadora universitaria Edna Naranjo García.