Boletín UNAM-DGCS-946
Ciudad Universitaria
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BRINDA APOYO LA COLECCIÓN NACIONAL DE MOLUSCOS A LA ECOLOGÍA, EDUCACIÓN E INVESTIGACIÓN
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Bajo el resguardo de la UNAM, la colección
contiene 115 variedades, agrupadas en 61 familias de procedencia marina, 42
terrestre y 12 dulceacuícola
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Lo expuesto proviene de proyectos de
investigación, así como de material donado por diversas instituciones y
particulares, refirió la integrante del Instituto de Biología, Edna Naranjo
García
Con fines de apoyar la conservación de las especies, el
trabajo académico y el de divulgación, además de fundamentar los estudios de
clasificación teórica y práctica de los moluscos marinos, de agua dulce y
terrestre, el Instituto de Biología (IB) de la UNAM resguarda la Colección
Nacional de Moluscos.
Así lo informó la
investigadora Edna Naranjo García, quien añadió que este acervo cuenta con dos
mil lotes catalogados, con ejemplares de casi todos los estados mexicanos,
excepto Aguascalientes; además de piezas de Alemania, Austria, Belice, Brasil,
Cuba, Chile, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Italia, Japón,
Kenia, Suiza y Sudáfrica.
Posee 115 variedades,
agrupadas en 61 familias de procedencia marina, 42 terrestre y 12
dulceacuícola, reunidas en una colección principal y varias anexas. Lo expuesto
proviene de proyectos de investigación, así como de material donado por
diversas instituciones y particulares. Algunos son excepcionales por su tamaño,
estar en peligro de extinción, importancia comercial, sitio de procedencia y
diversidad en la forma (por ejemplo, de grandes profundidades oceánicas), entre
otros.
Desde épocas remotas los
moluscos han llamado la atención por su forma, tamaño y belleza. Se les ha dado
distintos usos como recursos alimenticios, decorativos, para la obtención de
substancias químicas o tintes, elaboración de modelos matemáticos y
experimentos científicos, entre otros.
Además existen variedades,
como los caracoles, que contribuyen al reciclamiento de la materia, al devolver
al suelo compuestos orgánicos más sencillos, resultado de la digestión de los
alimentos consumidos; así ayudan a la formación de tierra, en beneficio de
plantas y organismos.
De ahí la importancia de la
malacología, ciencia encargada del estudio de estos seres, que sugiere
posibilidades para emplearlos como recurso y permite su conservación dentro de
un ecosistema, pues forman parte de cadenas de seres vivos.
Naranjo García informó que la
Colección ha permitido la consulta para la investigación científica y numerosas
publicaciones en áreas como: sistemática, biogeografía, distribución o medio
ambiente en donde habitan, aspectos de su biología o relaciones con otras
especies; además de nuevas descripciones.
Los moluscos marinos, como
pulpos, calamares, lapas, babosas de mar, ostiones y almejas se caracterizan
por poseer un cuerpo blando. Muchos poseen una concha dura externa, para
proteger sus órganos internos y evitar a los carnívoros. El cuerpo de los
caracoles, por ejemplo, está conformado por pie y caparazón. El primero es la
región musculosa para la locomoción.
Estos animales viven en el
mar, agua dulce y tierra. Los caracoles marinos se encuentran tanto en aguas
abiertas como en costas, pueden habitar en zonas rocosas o arenosas y algunos
horadan las piedras y madera de muelles y barcos. Otros se adhieren a las
plataformas de acero o a los cascos de las embarcaciones. Unos más residen en
la arena o sobre ella.
Los de agua dulce ocupan
lagunas, pantanos, ríos y arroyos; sobre las rocas o debajo de ellas;
enterrados en arenisca o sobre la vegetación sumergida, explicó.
Asimismo, los terrestres viven
en montañas, bosques de pino-encino, deciduos (donde los árboles pierden las
hojas durante la temporada de sequía) o húmedos. Se esconden en las frondas, debajo
de troncos o rocas, debajo de la hojarasca del suelo y también en áreas urbanas
como parques y jardines.
La mayoría de ellos, dijo, son
herbívoros, pero también hay carnívoros, otros filtran agua y se alimentan de
partículas orgánicas suspendidas en ella; unos más comen organismos que crecen
sobre riscos o vegetación sumergida en pozas; los hay que ingieren hongos.
Algunos pueden ser plagas en cultivos de importancia para los humanos.
Naranjo García explicó que los
caracoles terrestres conforman el grupo de animales más numerosos y diversos
después de los artrópodos (insectos, arañas, escarabajos y cangrejos). Forman
parte de las cadenas alimenticias, pues al ser comestible de otros animales,
como escarabajos, ratones, ratas almizcleras, pájaros o lagartijas, ellos, a su
vez, serán presa de animales más grandes.
Al retomar la importancia de los moluscos como comida,
explicó que desde épocas remotas, la dieta de los habitantes de la costa ha
incluido innumerables especies de almejas y lapas. De hecho, se considera que
fueron las primeras viandas que consumió el humano primitivo.
Además de su valor material, los hombres han usado el
caracol como símbolo de poder. Los exquisitos o primorosos tocados de las
doncellas incluían conchas con forma de colmillo, que denotaban la riqueza de
la familia, concluyó.
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FOTO 01
Los moluscos han
satisfecho necesidades que van desde la alimentación y obtención de substancias
químicas, hasta su uso como herramientas, utensilios y decoración, destacó Edna
Naranjo García, miembro del IB de la UNAM.
FOTO 02
Es fundamental el conocimiento de los moluscos, que ayudará a sugerir las diferentes posibilidades de emplearlos como recurso, señaló la investigadora universitaria Edna Naranjo García.