06:00 hrs.  19 de Diciembre  de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-939

Ciudad Universitaria 

Pies de fotos al final del boletín

 

LA DISCAPACIDAD NO ES UN DÉFICIT: ANGÉLICA LÓPEZ

 

·        La sociedad debe aceptar que todos somos distintos y, por lo tanto, existe diversidad, señaló Alicia Angélica López Campos, de la FFyL de la UNAM

·        Las afectaciones llaman a generar apoyos, no desde la perspectiva de cubrir una carencia, sino de proporcionarles la ayuda suficiente, refirió

·        La discapacidad, destacó, no es una enfermedad, es una condición, y la familia y la colectividad están obligadas a proporcionar los apoyos necesarios para estas personas, mencionó

 

La discapacidad no es un déficit y sí puede pensarse como diferencia, afirmó la maestra Alicia Angélica López Campos, coordinadora del Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, quien añadió que la sociedad actual debe aceptar que todos somos distintos y, por lo tanto, existe diversidad.

 

En ese sentido, añadió, las afectaciones llaman a generar apoyos, no desde la perspectiva de cubrir una carencia, sino de proporcionarles la ayuda suficiente para que su calidad de vida sea cada vez mejor, precisó la especialista en orientación educativa.

 

Antes, recordó, esta condición se veía como una patología individual, con un enfoque médico y, por lo tanto, los responsables de la “cura” eran los galenos. Aquí la injerencia social consistía en eliminar o sanar a esta población.

 

Después vino una etapa en donde se hablaba del origen disfuncional de las capacidades y, en ese sentido, se buscaban medios y servicios de rehabilitación con el propósito de mejorar y ofrecer alivio. Ahora, refirió, se pone énfasis en la importancia de eliminar barreras sistémicas (económicas, sociales y físicas). La atención está centrada en el individuo y se da a través de servicios de respaldo.

 

Para lograr este propósito es importante reformular las políticas sociales y educativas, reconociendo que la variedad es parte inherente en toda comunidad, destacó.

 

No es fácil trabajar con este modelo, explicó, porque se trata de un cambio de paradigma; aunque en el sistema educativo ya hay avances. Existe un programa de integración para niños y niñas con discapacidad; es decir, se busca evitar formarlos con procedimientos paralelos, no darles clases en lugares aislados o especializados, a menos que sea necesario.

 

En ese sentido, esta nueva pedagogía se centra en la personalidad del educando y no en los contenidos. No se trata de transmitir una cantidad de información determinada, sino de desarrollar habilidades; así se podrán ajustar los refuerzos que cada persona necesita y alcanzar los objetivos planteados.

 

Tampoco se busca fijar un tope de conocimientos, sino saber cómo inculcar aptitudes semejantes a las de los estudiantes considerados normales, abundó López Campos.

 

Mencionó que esta concepción ha tenido variables. Antes, los sujetos con esta cualidad eran considerados peligrosos y se buscaba proteger a la sociedad de ellos. Afortunadamente, aseveró, ese prejuicio cambió y ahora busca integrar la diferencia. Es vista como una limitación funcional con implicaciones sociales.

 

La discapacidad no es una enfermedad, es una condición, y la familia y la colectividad están obligadas a proporcionar los apoyos necesarios para estas personas, recalcó.

 

 

La pedagoga reconoció que en la actualidad muchas instituciones y lugares públicos no están preparados para atender a este sector. Son impedimentos de carácter físico, porque no cuenta con elevadores, rampas, señalizaciones, material didáctico, maquetas de ubicación y otra clase de servicios adaptados a las necesidades de esta población.

 

No obstante, en las dependencias universitarias ya existen acciones concretas en este sentido. Por ejemplo, en el plan de estudios del Colegio de Pedagogía de la FFyL hay materias que hacen referencia específica a la educación especial o la atención a la diversidad, destacó.

 

Además, los alumnos realizan prácticas en donde se busca que conozcan a estos segmentos; también, colaboran en la planeación, desarrollo  y revisión de programas acordes; así como en la realización de literatura específica que les facilite la adquisición del conocimiento y la participación en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

 

En nuestros días, concluyó, los pedagogos deben estar preparados para dar orientación a los profesores sobre las formas de acercamiento a alumnos diferentes y ser capaces de proporcionar apoyo en el transcurso educativo, modos de evaluación y sensibilización a la sociedad; así como en la  creación de talleres de promoción de actitud positiva hacia la diversidad.

 

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Foto 1

En las dependencias universitarias ya existen acciones concretas en este sentido, destacó la académica de la UNAM Alicia Angélica López Campos.

 

Foto 2

La discapacidad debe pensarse como una diferencia y no como un déficit, afirmó Alicia Angélica López Campos, académica de la FFyL de la UNAM.