Boletín UNAM-DGCS-939
Ciudad Universitaria
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LA DISCAPACIDAD NO ES UN DÉFICIT: ANGÉLICA LÓPEZ
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La sociedad debe aceptar que todos somos
distintos y, por lo tanto, existe diversidad, señaló Alicia Angélica López
Campos, de la FFyL de la UNAM
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Las afectaciones llaman a generar apoyos, no
desde la perspectiva de cubrir una carencia, sino de proporcionarles la ayuda
suficiente, refirió
· La discapacidad, destacó, no es una enfermedad, es una condición, y la familia y la colectividad están obligadas a proporcionar los apoyos necesarios para estas personas, mencionó
La discapacidad no es un déficit y sí puede pensarse como
diferencia, afirmó la maestra Alicia Angélica López Campos, coordinadora del
Colegio de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM,
quien añadió que la sociedad actual debe aceptar que todos somos distintos y,
por lo tanto, existe diversidad.
En ese sentido, añadió, las
afectaciones llaman a generar apoyos, no desde la perspectiva de cubrir una
carencia, sino de proporcionarles la ayuda suficiente para que su calidad de
vida sea cada vez mejor, precisó la especialista en orientación educativa.
Antes, recordó, esta condición
se veía como una patología individual, con un enfoque médico y, por lo tanto,
los responsables de la “cura” eran los galenos. Aquí la injerencia social
consistía en eliminar o sanar a esta población.
Después vino una etapa en
donde se hablaba del origen disfuncional de las capacidades y, en ese sentido,
se buscaban medios y servicios de rehabilitación con el propósito de mejorar y
ofrecer alivio. Ahora, refirió, se pone énfasis en la importancia de eliminar
barreras sistémicas (económicas, sociales y físicas). La atención está centrada
en el individuo y se da a través de servicios de respaldo.
Para lograr este propósito es
importante reformular las políticas sociales y educativas, reconociendo que la
variedad es parte inherente en toda comunidad, destacó.
No es fácil trabajar con este
modelo, explicó, porque se trata de un cambio de paradigma; aunque en el
sistema educativo ya hay avances. Existe un programa de integración para niños
y niñas con discapacidad; es decir, se busca evitar formarlos con
procedimientos paralelos, no darles clases en lugares aislados o
especializados, a menos que sea necesario.
En ese sentido, esta nueva
pedagogía se centra en la personalidad del educando y no en los contenidos. No
se trata de transmitir una cantidad de información determinada, sino de
desarrollar habilidades; así se podrán ajustar los refuerzos que cada persona
necesita y alcanzar los objetivos planteados.
Tampoco se busca fijar un tope
de conocimientos, sino saber cómo inculcar aptitudes semejantes a las de los
estudiantes considerados normales, abundó López Campos.
Mencionó que esta concepción
ha tenido variables. Antes, los sujetos con esta cualidad eran considerados
peligrosos y se buscaba proteger a la sociedad de ellos. Afortunadamente,
aseveró, ese prejuicio cambió y ahora busca integrar la diferencia. Es vista
como una limitación funcional con implicaciones sociales.
La discapacidad no es una
enfermedad, es una condición, y la familia y la colectividad están obligadas a
proporcionar los apoyos necesarios para estas personas, recalcó.
La pedagoga reconoció que en
la actualidad muchas instituciones y lugares públicos no están preparados para
atender a este sector. Son impedimentos de carácter físico, porque no cuenta
con elevadores, rampas, señalizaciones, material didáctico, maquetas de
ubicación y otra clase de servicios adaptados a las necesidades de esta
población.
No obstante, en las
dependencias universitarias ya existen acciones concretas en este sentido. Por
ejemplo, en el plan de estudios del Colegio de Pedagogía de la FFyL hay
materias que hacen referencia específica a la educación especial o la atención
a la diversidad, destacó.
Además, los alumnos realizan
prácticas en donde se busca que conozcan a estos segmentos; también, colaboran
en la planeación, desarrollo y revisión
de programas acordes; así como en la realización de literatura específica que
les facilite la adquisición del conocimiento y la participación en el proceso
de enseñanza-aprendizaje.
En nuestros días, concluyó,
los pedagogos deben estar preparados para dar orientación a los profesores
sobre las formas de acercamiento a alumnos diferentes y ser capaces de
proporcionar apoyo en el transcurso educativo, modos de evaluación y
sensibilización a la sociedad; así como en la
creación de talleres de promoción de actitud positiva hacia la
diversidad.
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En las
dependencias universitarias ya existen acciones concretas en este sentido,
destacó la académica de la UNAM Alicia Angélica López Campos.
Foto 2
La discapacidad debe pensarse como una diferencia y no como un déficit, afirmó Alicia Angélica López Campos, académica de la FFyL de la UNAM.