06:00 hrs.  15 de Diciembre  de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-932

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

¿USAR O NO CÉLULAS MADRE EMBRIONARIAS PARA FORMAR NUEVOS TEJIDOS? TEMA A DEBATE EN LAS BIOCIENCIAS

 

·        No se puede desestimar la capacidad tecnocientífica de conducir la vida de un embrión preimplantado para curar vidas humanas: Juliana González, de la FFyL

·        Merece un trato humanizado aun cuando se aproveche con fines médicos

·        Las posturas mantenidas sobre su utilización resultan erradas en su fundamentación misma: Asier Urruela, de la Universidad del País Vasco, España

 

 

En la actualidad no se puede desestimar la capacidad tecnocientífica de conducir la vida de un embrión preimplantado hacia la potencial formación de nuevos tejidos y órganos decisivos para curar vidas humanas, señaló Juliana González, profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

 

Durante la Reunión Internacional de Expertos en Células Troncales, que organizó el Instituto de Investigaciones Jurídicas, destacó que no debe desdeñarse el valor humano a favor de la vida que tienen, en principio, sus fines curativos, ni desestimar la actual capacidad de estas células que todavía no se han convertido en elementos diferenciados de un determinado organismo.

 

Afirmó lo anterior al referirse a las células madres embrionarias con fines terapéuticos -también conocidas como troncales-, ya que existen cuestionamientos sobre “qué es un embrión preimplantado: realidad en potencia, no definida ni determinada, ni siquiera biológicamente; su grandeza está en lo indeterminado, en su inconmensurable riqueza vital.

 

Sin embargo, aclaró, tampoco es hombre nato, su posible utilización y destrucción terapéutica no son de la misma naturaleza que la de una persona humana adulta. No pueden valorarse de idéntica manera; merece un trato humanizado aun cuando se aproveche con fines médicos.

 

Durante su ponencia invitó a la reflexión sobre el desarrollo personal. Explicó que lo humano se constituye y actualiza a lo largo de un proceso interminable: biológico es la fase de la gestación prenatal y simbólico a partir del nacimiento hasta la muerte. En este continuo ocurren las transformaciones.

 

“En el genoma humano ya está el hombre, está como un específico código de vida, inconfundible; y a la vez intrínsecamente emparentado con la vida animal y universal”, refirió.

 

Con más razón se haya en la célula fecundada desde el primer momento en que comienza una nueva vida; hecho que hoy debe admitirse, sentenció. Ocurre por dos vías posibles: unión sexual de los gametos, o por la vía asexual de la transferencia nuclear. Surge así la vida embrionaria, a partir de la cual se produce la progresiva, gradual y temporal realización de lo que es potencial.

 

Así, el embrión tiene un modo de ser propio en donde predomina el estado potencial y no actual; un no ser que, sin embargo, es. No se define por una condición pre esencial o pre humana, sino ya humana y totipotencial, justo por sus células troncales constitutivas. La vida embrionaria posee características propias distintivas de otras etapas posteriores del proceso de gestación.

 

Se trata de diferentes estadios evolutivos. Posee un estatus peculiar del que depende su estado moral y jurídico y de ninguna manera es equivalente al de la persona adulta, ni siquiera al ya implantado, y no se diga al feto humano, cuando ya se ha configurado el sistema nervioso central, expresó.

 

Juliana González precisó que compartir una herencia genética es condición necesaria pero no suficiente para convertirse en un ser humano, y ya que los embriones sobrantes no cumplen con estas condiciones, no se convertirán en sujetos.

 

Por su parte, Asier Urruela Mora, profesor de la Universidad del País Vasco, España, señaló que la investigación con células madre en embriones constituye uno de los grandes hitos científicos de las Biociencias. Ello establece el eje del debate ético originado en los últimos años referido al empleo de embriones en experimentación y la necesidad de configurarles un “estado moral”.

 

Existen dos posturas extremas en torno a su empleo. El grueso de científicos pone de manifiesto que, prescindiendo de consideraciones éticas y desde un punto de vista práctico, las posibilidades de experimentación utilizándolas resultan mayores que con elementos adultos, enfatizó.

 

Frente a esta postura, dijo, un sector social y académico se ha posicionado en contra de su empleo. Para ello, se desarrolla un razonamiento fundado en la igualdad del embrión con relación al ser humano, ya que al constituir el sustrato vital y origen del desarrollo, son extensibles al mismo: posee dignidad intrínseca.

 

Ella impediría su cosificación y, por lo tanto, explicó, proscribiría el sometimiento del mismo a actividades de indagación dirigidas a su destrucción. A decir del penalista, cualquiera de las dos posturas resulta errada en su fundamentación misma.

 

Por un lado, “cosificar al embrión y su utilización en el ámbito científico, sin más límite que el impuesto por la moderna civilística en relación con los derechos reales, desconoce su naturaleza intrínsecamente humana y el substrato vital que porta”.

 

Por el contrario, la concepción opuesta predica la extensión inmutable al mismo del arsenal de derechos aplicables al ser humano nacido, tampoco resulta acertada. De ahí, la importancia de conducir el debate a un punto de encuentro entre ambas, concluyó.

 

 

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Juliana González, profesora emérita de la FFyL de la UNAM, señaló que  no se puede desestimar la capacidad tecnocientífica de conducir la vida de un embrión preimplantado hacia la potencial formación de nuevos tejidos y órganos para curar vidas humanas.

 

 

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Asier Urruela Mora, profesor de la Universidad del País Vasco, España, aseveró en la UNAM que la investigación con células madre en embriones constituye uno de los grandes hitos científicos de las biociencias.