12:00 hrs. Noviembre 26 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-874

Ciudad Universitaria

 

 

Pies de foto al final del boletín

 

PODER, DOMINIO Y CONTROL, DETRÁS DE LA VIOLENCIA CONTRA MUJERES

 

·        Los hombres se resisten a cuestionar su hegemonía; sólo del dolor y la reflexión varonil pueden surgir los cambios

·        El PUEG y la DGACU realizaron en el Museo del Chopo el Taller 

    Masculinidad y Violencia

·        Especialistas de diversas instituciones de educación superior participaron en una mesa redonda

 

Los varones mexicanos se desenvuelven en un sistema de dominio y control que les genera condiciones para ejercer la violencia ante un conflicto con su pareja, aseguró Roberto Octavio Garda Salas, del Colectivo de Hombres por las Relaciones Igualitarias.

 

Al impartir el Taller “Masculinidad y violencia”, organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) y la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria (DGACU), aseveró que este problema surge por la retención del poder y por ello no se logran cambios, pues este sexo se resiste a cuestionar su hegemonía.

 

En el Museo Universitario del Chopo expresó que es una cuestión “invisible” para muchos varones, derivada del contexto social y cultural, pero también en relación con la responsabilidad personal.

 

Expuso que de manera común son educados para ser fuertes, duros y  audaces. Al llegar a la vida en común, para ellos es “natural” la exigencia de servicios sexuales y domésticos de su pareja. Los hombres piden y esperan una serie de acciones por parte de ellas, pero cuando se niegan surge el malestar.

 

Ellos, dijo, deben aprender que ejercer violencia genera consecuencias y pueden quedarse solos; en tanto, las mujeres asimilar que no son responsables de la problemática de sus parejas. Lo más prudente es poner límites y alejarse de una relación agresiva cuando éstos han sido rebasados.

 

Durante el taller, realizado durante las Jornadas Universitarias sobre Masculinidad, Garda Salas abordó la común fantasía femenina sobre un cambio en su cónyuge. Sin embargo, para que ello suceda éste debe tomar una decisión personal, basada en el análisis de errores y en el dolor.

 

La violencia, continuó, es abuso de poder donde se busca el control, la dominación de lo diferente y de aquello percibido como una amenaza a su hegemonía. Ello deriva en una enseñanza del control ante un conflicto, mientras en lo femenino se aprende a ceder y se permiten las lágrimas.

 

Al referirse a la infidelidad, afirmó que obedece a una perspectiva donde la mujer es un objeto o “cosa”, con quien no se buscan vínculos más profundos, emocionales y afectivos, sino simplemente el coito.

 

Empero, si sólo se analiza la violencia machista como un aspecto aprendido bajo el contexto cultural y social, se puede caer en el error de justificarla. “Es real que a los hombres se nos enseña a ser iracundos, pero también decidimos poderla ejercer y en todo caso en nosotros está el cambio”, refirió.

 

Más adelante, en la mesa redonda “Masculinidad y Jóvenes”, Pilar Lomelín, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, expresó que nacer en un cuerpo de hombre o mujer contiene en sí mismo diferencias reales y evidentes, así como determinaciones simbólicas expresadas en roles, estructuras psíquicas  y condiciones humanas.

 

Así, afirmó, no son equitativas las relaciones establecidas en este contexto social, mientras la sexualidad se vive de manera diferente, dependiendo de los individuos y la cultura  en donde se nace.

 

En su oportunidad, Rosa María González Victoria, de la Universidad Autónoma del Estado de  Hidalgo, expresó que el género es un ordenamiento u organización sociocultural para determinar las diferencias sexuales, lo cual ha implicado contener aspectos masculinos en las mujeres y viceversa.

 

Sin embargo, se advierte desde el psicoanálisis que los deseos reprimidos están presentes en el inconsciente y son considerados como una amenaza constante para la estabilidad e identificación.

 

Por eso, opinó, la experiencia de los propios sujetos es una vía para conocer  qué pasa con esas identidades o elaboraciones simbólicas, aparentemente  estables y fijas, construidas e impuestas desde el exterior e interiorizadas por  los propios individuos.

 

Finalmente, Alfredo Nateras, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, consideró que las políticas públicas de juventud también deberían dirigirse al mundo adulto y a sus instituciones.

 

Es preciso sensibilizar y capacitar a todos los relacionados con el trabajo con jóvenes, como funcionarios, políticos, maestros, sacerdotes, cuerpos de seguridad del Estado, comunicadores, gestores culturales y personal de salud, a fin de que estén  informados por la academia para comprender los sentidos de sus prácticas sociales y sus expresiones culturales.

 

En la medida como los detentadores del poder otorguen categoría de ciudadanos a los jóvenes, dotándolos de derechos –por ejemplo a la información sexual–, se estará en posibilidad de vivir y convivir con las diferencias, así se esté o no de acuerdo con las decisiones de este segmento, concluyó.

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FOTO 1

 

Roberto Octavio Garda Salas, del Colectivo de Hombres por las Relaciones Igualitarias, dijo en la UNAM que los varones mexicanos se desenvuelven en un sistema de dominio y control que les genera condiciones para ejercer la violencia ante un conflicto con su pareja.

 

 

FOTO 2

 

Asistentes al Taller “Masculinidad y violencia”, organizado por el Programa Universitario de Estudios de Género y la Dirección General de Atención a la Comunidad Universitaria, abordaron la forma para hacer más igualitarias las relaciones hombre–mujer.