06:00 hrs. Noviembre 24 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-865

Ciudad Universitaria

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PROVOCAN DESIGUALDADES REGIONALES LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS

 

·        Señaló Adolfo Sánchez Almanza, del IIEc de la UNAM

·        Vastas regiones y centros urbanos del sur y sureste se mantienen en atraso y marginación

·        Es imprescindible diseñar instrumentos específicos a las características de cada territorio, para estimular el aprovechamiento de sus recursos

 

Las políticas económicas actuales no han cambiado las tendencias de desarrollo y la aguda desigualdad regional, sino que ha exacerbado las diferencias, señaló Adolfo Sánchez Almanza, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.

 

Durante su ponencia Política Económica y Desarrollo Regional en México. Impacto y Perspectiva, dictada en el Auditorio “Ricardo Torres Gaitán” de la Torre II de Humanidades, señaló que el paradigma de la apertura comercial se ha impulsado de manera ortodoxa y de acuerdo a las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.

 

Apuntó que en México hay procesos de concentración de capital y población en algunas ciudades y zonas, lo que ha generado un crecimiento desigual, polarizado y desequilibrado. “Con el actual modelo exportador, aplicado desde los años ochenta, se ampliaron las brechas entre los espacios nacionales, como se constata a través de indicadores macro como el Producto Interno Bruto por habitante y los de la industria manufacturera; y se han consolidado zonas ganadoras y perdedoras”.

 

Las divisiones territoriales siguen percibiendo inversiones para fomento industrial, comercial y de servicios. Estas se localizan en la faja fronteriza septentrional del país, dentro de la región centro (Ciudad de México, Puebla, Querétaro, Toluca o Cuernavaca), Monterrey, Chihuahua, Guadalajara, Aguascalientes y San Luís Potosí, principalmente. 

 

En tanto, vastas regiones y centros urbanos de menor tamaño, sobre todo en el sur y sureste que, aunque en los indicadores demográficos muestran un crecimiento, se mantienen en atraso y marginación.

 

La apertura comercial propició el aumento de los flujos de financiación extranjera directa en México y exportaciones, así como la mejoría formal del saldo en la balanza comercial. Sin embargo, se adoptó un enfoque selectivo que junto con la prolongada crisis económica, aumentó la dependencia respecto de Estados Unidos y rompió las cadenas productivas en sectores vulnerables.

 

Lo anterior resultó en aumento de las desigualdades socioeconómicas, desempleo, pobreza y marginación, así como de las corrientes migratorias en áreas, que quedaron al margen de la competitividad que impone el capital internacional.

 

La apertura comercial, precisó, no es capaz de corregir estos fenómenos. Se requiere la instrumentación de políticas públicas acertadas de crecimiento con distribución equitativa del ingreso, mejoría en la calidad de vida y sustentabilidad ambiental en el largo plazo en un territorio con rasgos de homogeneidad o integración.

 

Por ello, apuntó, es imprescindible diseñar programas específicos a las características de cada territorio para estimular el aprovechamiento de sus recursos endógenos, así como impulsar nuevos estilos de desarrollo según las potencialidades de los mercados locales.

 

Subrayó que el valor del entorno se convierte en elemento de competitividad. No es incompatible con el proceso de internacionalización, que revalora los insumos locales, pues gracias a la baja en los costos de transporte y comunicaciones, y a la revolución microinformática, se vuelven atractivas actividades que antes no tenían posibilidades efectivas de ser puestas en marcha.

 

Una estrategia nacional debe considerar la convergencia de diversos factores: disminución de la desigualdad territorial en el destino de las inversiones; generación de empleo; distribución del ingreso; suficiente y adecuada infraestructura; aumento de la calidad del capital humano (educación, salud, alimentación y vivienda); fortalecimiento del capital social; participación ciudadana en la conducción de los gobiernos locales, entre otros. Este conjunto significa mejoría en la competitividad regional y nacional, indicó.

 

Dentro de un análisis, se observa en el mundo y en México una tendencia hacia la divergencia regional pues, en general, la franja norte es más dinámica junto a la zona centro, mientras que la sur se mantiene atrasada, manifestó.

 

Ante este panorama, dijo, se diseñan y promueven políticas y programas, como el Plan Puebla Panamá o la Escalera náutica, con visiones de desarrollo exógeno que no consideran potenciar las capacidades propias de las regiones.

 

Las nuevas propuestas reproducen el modelo de enclave y se enfrentan a factores limitantes, como el comportamiento de los mercados mundiales, la recesión norteamericana o la política macroeconómica nacional por lo que, en general, las áreas ganadoras (urbano-industriales) aprovechan sus ventajas y oportunidades, mientras que las perdedoras enfrentan promover su progreso desde adentro y con base en su propio potencial, concluyó.

 

 

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Adolfo Sánchez Almanza, del IIEc de la UNAM, aseguró que las políticas económicas actuales no han cambiado las tendencias de desarrollo y la aguda desigualdad regional, sino que ha exacerbado las diferencias.

 

FOTO 02

El catedrático universitario Adolfo Sánchez Almanza leyó su ponencia Política Económica y Desarrollo Regional en México. Impacto y Perspectiva, en el Auditorio “Ricardo Torres Gaitán” de la Torre II de Humanidades.