Boletín UNAM-DGCS-748
Ciudad Universitaria
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final del boletín
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La
investigadora de la ENM, Evguenia Roubina Milner, recibió el reconocimiento
otorgado por el Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de
Chile
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Comprobó
que en la Nueva España, en la segunda mitad del siglo XVIII, se escribía e
interpretaba música orquestal durante la misa
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Ese
hallazgo modifica la creencia generalizada de que nuestro país carecía de un
desarrollo continuo de esa figura al nacer a su vida independiente
La académica de la Escuela Nacional de Música (ENM) de la UNAM, Evguenia
Roubina Milner, ganó el IV Premio Latinoamericano de Musicología “Samuel Claro
Valdés” 2004, que otorga el Instituto de Música de la Pontificia Universidad
Católica de Chile.
El reconocimiento le fue entregado
por su investigación “Aportes para el estudio de la música orquestal en la
Nueva España: Obras instrumentales de Ignacio Jerusalem”, con la que se pudo
comprobar que en el México Colonial, en la segunda mitad del siglo XVIII, se
escribían e interpretaban sinfonías y esa armonía orquestal se tocaba en la
misa y, más específicamente, en el ofertorio.
Tal hallazgo es de la mayor
relevancia para la historiografía de ese periodo en el continente y modifica la
creencia generalizada de que nuestro país carecía de un desarrollo continuo de
esa figura al nacer a su vida independiente.
La universitaria ha podido probar
con documentos de diferentes acervos catedralicios que ese género se
interpretaba de forma sistemática en las ceremonias litúrgicas, y no como se
creyó, fuera del servicio eclesiástico y de manera eventual.
La investigadora –que también es
violonchelista– recordó que comenzó sus indagaciones en 1997, cuando encontró
partituras orquestales de autores novohispanos y españoles en el Archivo
Eclesiástico de la Catedral de Durango: “Para mí fue un nuevo ‘descubrimiento
de América’, porque hasta ese entonces lo que se decía y sabía de ese tipo de
música en la Nueva España era poco cierto o prácticamente nulo”.
Aunque, aclaró, el trabajo ganador se orienta de forma exclusiva a la
obra de Ignacio Jerusalem, uno de los personajes más importantes del virreinato
que se dedicó, entre otros géneros, a la composición instrumental. Fue un
italiano que por 20 años ocupó el cargo de maestro de capilla de la Catedral
Metropolitana de México.
Sus primeras obras se encontraron en la catedral de Durango. Desde
entonces su búsqueda siguió por diferentes colecciones catedralicias, por
ejemplo, en Puebla y la Ciudad de México, donde halló otras.
Evguenia Roubina Milner corroboró la presencia de textos en diferentes
lugares por la “migración” propiciada por los propios integrantes de las
capillas virreinales y no, como se creía, por las adquisiciones que se hacían
en Europa por encargo de las autoridades eclesiásticas.
“Se pudo establecer que Ignacio Jerusalem fue apreciado por sus colegas,
quienes copiaban sus obras, que llegaban a integrarse a los archivos de
diferentes recintos religiosos cuando sus cabildos decidían la adquisición de
colecciones particulares”, explicó.
Este caso es curioso, calificó la experta. No obstante que su obra se
estudia desde hace años por musicólogos como Robert Stevenson, Craig Russell y
Annibale Cetrangolo, entre otros, sólo dos investigadores mexicanos habían
señalado la presencia en su legado artístico de los llamados “versos
orquestales”, pero sin mayor precisión de datos.
En cuanto a sus oberturas y marchas, la noticia sobre la existencia de
estas composiciones, que Roubina Milner asentó en su libro Los instrumentos de
arco en la Nueva España, publicado en 1999, pareció pasar desapercibida.
A pesar de la relevancia de estos hallazgos en sí, aún más importante
resultó el descubrimiento de la relación de esas partituras con las prácticas
musicales coloniales, porque no se sabía nada al respecto. “Se necesitaron años
para averiguar cómo, por qué y desde cuándo empezaron a ejecutarse obras
orquestales en las catedrales novohispanas”, subrayó.
“No obstante que la mayor parte de
los testimonios documentales de los que se dispone corresponden a la segunda
mitad del siglo XVIII, se ha podido precisar que la tradición interpretativa
orquestal se arraigó en los templos desde las primeras décadas de esa centuria
y perduró hasta el siglo XIX”, expresó.
A pesar de que no se sabe a ciencia cierta la fecha en que fueron
escritas las oberturas y versos orquestales de Ignacio Jerusalem, la
investigadora atribuye algunas de ellas a la década de 1760, pues en estos años
fueron adquiridos en Europa y llegaron a la Catedral Metropolitana de México,
los instrumentos requeridos para su interpretación.
Hoy se poseen pruebas documentales de que la ejecución de la música
durante el ofertorio de la misa se practicaba en las catedrales de Durango,
Morelia, Puebla, Metropolitana de México, en la Colegiata de Guadalupe y en
algunos colegios. Se piensa que esta usanza no pudo ser distinta en España:
“Los archivos virreinales revelan muchos de los misterios de la armonía
ibérica. Incluso, se ha encontrado melodía sinfónica peninsular que en Europa
se creía perdida para siempre”, añadió.
Al referirse al premio bianual, Evguenia Roubina Milner destacó que es
uno de los pocos que se destinan a especialistas del ramo de música
latinoamericana. Además, da la oportunidad de publicar la monografía
distinguida en Resonancias, revista editada por el Instituto de Música de la
Pontificia Universidad Católica de Chile, y así difundir los resultados de la
investigación.
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Evguenia Roubina Milner, de la ENM de la UNAM, ganó el
IV Premio Latinoamericano de Musicología “Samuel Claro Valdés” 2004, otorgado
por el Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
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La musicóloga universitaria Evguenia
Roubina Milner pudo comprobar que en el México Colonial, en la segunda mitad
del siglo XVIII, se escribían e interpretaban sinfonías en el ofertorio de la
misa.