14:00 hrs. Octubre 14 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-741

Ciudad Universitaria

Pies de foto al final del boletín

 

BUSCAN UNIVERSITARIAS  DAR NUEVO SIGNIFICADO AL “DÍA DE LA RAZA”

 

 

·        Convocadas por el PUEG, se reunieron académicas, escritoras y activistas para hablar de Güeras y prietas. Raza y género en  la Construcción de Nuevos Mundos

·        Marisa Belausteguigoitia afirmó que el encuentro entre el mundo europeo e indio ha sido el de lo blanco y lo moreno, lo universal y lo periférico, el centro y el margen

·        El momento en que la ciudad de México fue de negros es clave para adentrarnos en nuestro racismo cruel y silencioso, dijo la escritora Carmen Boullosa

 

 

Con el fin de dar un nuevo significado al “Día de la Raza”, analizar el encuentro, colisión o coalición entre razas y géneros en la construcción de realidades, inició en la UNAM el coloquio Güeras y prietas. Raza y género en  la Construcción de Nuevos Mundos.

 

En el acto que reunió a académicas, escritoras, activistas, políticas y artistas, la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), Marisa Belausteguigoitia, expuso que el objetivo es reflexionar acerca de lo que significa en México producir y vivir desde un cuerpo marcado no sólo por el género, clase y sexualidad, sino por el hecho de ser güera o morena.

 

Dijo que el encuentro/colisión entre el mundo europeo e indio ha sido el de lo blanco y lo moreno, lo universal y lo periférico o marginal, el centro y el margen, el original y la copia. Tales fijaciones y ficciones requieren de un análisis fino, más real, de la construcción de personas esencializadas como “güeras y prietas, sino también de individuos fronterizos, de posiciones intersticiales y móviles en torno a tales meridianos”.

 

En el auditorio de la Coordinación de Humanidades sostuvo que los feminismos, las teorías sobre la liberación, equidad e igualdad, generación de conciencia, han sido levantados alrededor de cuatro ejes.

 

El primero, es el papel que juega el color de la piel en la construcción de liderazgos, discursos de emancipación y equidad o de lucha y resistencia, o sea, en la edificación de mundos nuevos o alternativos.

 

Luego, las repetidas acusaciones de traición ligada a asuntos relativos a los intereses de feminismos que han gravitado alrededor de ser güera o morena; seguidas de un cuerpo marcado como ámbito o lugar político que actúa como mediador de las experiencias, de las relaciones sociales y culturales vividas.

 

Marisa Belausteguigoitia precisó que esta situación es una escena referente al constante enfrentamiento, día a día, en un país donde una mayoría es morena, pero donde nacer con esa característica puede representar un déficit.

 

Hace 10 años, recordó, con el movimiento zapatista en el sur del país se exclamó “todos somos indios”. Empero, nuestra identidad y ciudadanía compartida no alcanzaron a exclamar “todos somos indias”, porque “el país no da para tanto, y necesitamos que dé”.

 

En conferencia, la escritora Carmen Boullosa, mencionó que a mediados del siglo XVII la población indígena de la capital se había reducido a 20 mil personas por las epidemias; en ese entonces también se censaron 62 mil 819 negros.

 

Estos últimos no eran una población marginal, empero no suelen aparecer en nuestro imaginario colectivo. En 1992 las estadísticas apuntaron que existía 0.5 como mínimo y 0.10 como máximo de población afromexicana, agregó.

 

Esos negros no son mencionados como parte de nosotros mismos. Se trata de un “silencio que comparten con el que rodea a nuestro racismo, que ostenta características peculiares porque no es contra una minoría, sino contra la mayoría de mestizos”, abundó.

 

Boullosa aseguró que el momento en que la ciudad de México fue “obscura”, es clave para adentrarnos en nuestra concepción silenciada, no nominada y persistente de raza, en nuestro prejuicio cruel y silencioso, “más nocivo por ser dizque inexistente”.

 

La democracia no ha llegado ni a los estudios de mercado, añadió. Si en otros países quieren vender pañales a cierto sector de la población (afroamericanos o hispanos, por ejemplo), se buscan bebés que representen a los consumidores. Aquí buscamos los que nuestras abuelas soñaron que íbamos a ser: güeritos, y se merca como para las minorías, lo que va dirigido a las mayorías.

 

Pero la raza blanca que nos invadió, en realidad, venía llena de sangre árabe o mediterránea, por lo que los primeros rubios eran bastante mezclados, aclaró la novelista.

 

Todos en México somos tan indios, como moros y negros, y por no quererlo aceptar, nos odiamos. Peleamos contra nosotros mismos, especialmente y sin verbalizarlo, contra nuestro origen, todo en un terreno imaginario, sentenció.

 

Determinar qué tan morena o rubia es una persona se basa en una consideración arbitraria, y hasta en la pantalla de las emisoras, en todos los anuncios comerciales, en la imaginación colectiva nos vemos como una raza “variopinta”, explicó.

 

No vamos a dejar de ser quienes, ante nuestras bellezas y vitalidades, ataquen, depreden, hurten, usurpen y detesten. Necesitamos la memoria de la ciudad de México para aceptar que no somos güeritos y tampoco lo queremos ser, finalizó Carmen Boullosa.

 

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FOTO 01

En la Coordinación de Humanidades de la UNAM se efectuó el Coloquio Güeras y prietas. Raza y género en  la Construcción de Nuevos Mundos. Asistieron la escritora Carmen Boullosa y la directora del PUEG, Marisa Belausteguigoitia.  

 

FOTO 02

Marisa Belausteguigoitia, directora del PUEG, dijo que México es un país donde, a pesar de que la mayoría de la población es morena, nacer con esa característica puede representar un déficit.