16:00 hrs. Octubre 01 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-697

Palacio de Minería

Pies de fotos al final del boletín

 

CULTURA TIBETANA EN MINERÍA

 

 

La ceremonia de inicio de la construcción del Mandala Chenrezig (buda de la compasión), círculo sagrado con arena, en el Palacio de Minería de la UNAM, fue la actividad cultural que enmarcó los preparativos en este espacio universitario de  la conferencia que impartirá el Dalai Lama el próximo miércoles.

 

El monje mexicano, Lobsang Dawa, del monasterio Drepung Loseling, explicó que se escogió a la Universidad Nacional para realizar esta demostración de parte de la cultura del Tibet, porque es una de las instituciones culturales y artísticas más importantes del país. “Hacerlo a través de la UNAM es un orgullo para nosotros. Estamos contentos de trabajar en esta institución y en este recinto”.

 

En el patio principal del Palacio de Minería, comentó que la palabra Mandala -en tibetano kyilkor- kyil es centro, y kor, los alrededores; es decir, el centro y sus alrededores. En general representan las residencias de los seres iluminados o de los budas, ya sea en torno a la sabiduría, protección o sanación. Este en particular, está dedicado a la compasión.

 

Indicó que la función de este ritual es invocar a Chenrezig, buda de la compasión, para que venga a nosotros. Se busca purificar el ambiente y remover obstáculos que puedan haber en el entorno.

 

Dijo que el próximo jueves el Mandala será fraccionado para repartir la arena entre los asistentes y los organizadores, y el resto de ella será depositada en un río, con el fin de limpiar el ambiente.

 

Lobsang Dawa subrayó que la finalidad del Dalai Lama de estar en México y en cualquier otra parte del mundo, es compartir el budismo y traer un mensaje de amor y compasión, que es su esencia. También se busca enseñar las técnicas de transformación mental que le pueden servir a cualquier persona, sea budista o no, para ser mejores.

 

La coordinadora de la presentación del Mandala en el Palacio de Minería, Tania Cataño, indicó que en el país hay alrededor de tres mil practicantes del budismo y agregó que el Dalai Lama viene a México a compartir un mensaje de amor, compasión, de no violencia y llevarlo a todos los mexicanos.

 

En el Palacio de Minería, donde el público puede asistir a ver el proceso de construcción del Mandala, de las 9 de la mañana a las 14 horas desde el 2 hasta el 4 de octubre, el Dalai Lama impartirá una conferencia sobre “Educación y espiritualidad”, el próximo miércoles 6 de octubre.

 

Los Mandalas

La elaboración de los Mandalas es una de las más antiguas tradiciones sagradas ejecutadas -de la misma forma durante miles de años– por un grupo de monjes-artistas, quienes apoyados en las matemáticas y la geometría elaboran verdaderas obras de arte. Cabe señalar que cada Mandala es único e irrepetible, porque no se conservan, sino que son fraccionados al ser terminados.

 

La creación del Mandala, o arquitectura de la iluminación, consta de seis pasos: el primero es la ceremonia de apertura, donde los monjes consagran el sitio de construcción de la pintura mediante 30 minutos de cantos, música, danza y recitación de mantras, acto visual y auditivamente impactante.

 

El segundo, es el trazo de líneas, interesante labor que dura entre una hora y media y tres horas; y el tercero, es la elaboración en sí misma, cuando se colocan, desde el centro hacia afuera, millones de granos de arena, colocados casi de forma unitaria, con ayuda de pequeños embudos metálicos llamados chakpur.

 

Con este proceso simbolizan el desarrollo del ser humano, desde la unión de unas células hasta eventualmente experimentar el universo entero a través de sus sentidos. Y los Mandalas son creados para sanar a los seres vivos y al ambiente.

 

En una cuarta etapa, luego de concluida la labor de los bonzos, el Mandala es presentado al Dalai Lama; en la quinta fase, se deshace la figura de arena y la mitad es repartida en pequeños sacos a la gente.

 

De ese modo se recuerda que en el momento de la muerte todo regresa a su fuente primaria en el centro del corazón, y se simboliza la impermanencia de lo existente y la naturaleza última de las cosas: todo proviene del vacío y regresa a él.

 

Por último, el sexto paso consiste en llevar lo utilizado en procesión hasta un cuerpo de agua corriente. Ahí, en forma solemne, se tira para que la energía positiva del Mandala pueda llegar a todo el mundo.

 

Entre los beneficios de dibujar o pintar mandalas se incluye: comenzar un trabajo de meditación activa, contactar con la esencia personal, expresar mejor el mundo exterior, ayudar a expandir la conciencia, desarrollar la paciencia y despertar los sentidos.

 

 

Los dibujos de estas composiciones tienen, entre otros, los siguientes significados: el círculo es movimiento, lo absoluto, el verdadero yo; corazón: amor, sol, felicidad, alegría y sentimiento de unión; cruz: unión de cielo y tierra, vida y muerte, lo consciente e inconsciente; cuadrado: procesos de la naturaleza, estabilidad, equilibrio; estrella: símbolo de lo espiritual, libertad, elevación.

 

Los colores significan: blanco, la nada, pureza, iluminación y perfección; negro: muerte, limitación personal, misterio, renacimiento e ignorancia; gris: neutralidad, sabiduría y renovación; rojo: masculino, sensualidad, amor, arraigamiento y pasión; azul: tranquilidad, paz, felicidad, satisfacción y alegría; y amarillo: sol, luz, jovialidad, simpatía y receptividad. 

 

Además, el naranja denota energía, dinamismo, ambición, ternura y valor; rosa: aspectos femeninos e infantiles, dulzura y altruismo; morado: amor al prójimo, idealismo y sabiduría; verde: naturaleza, equilibrio, crecimiento y esperanza; oro: sabiduría, claridad, lucidez y vitalidad; y plata: capacidades extrasensoriales, emociones fluctuantes y bienestar.

 

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Foto 01

Monjes tibetanos inician el trazo del Mandala Chenrezig, para invocar al buda de la compasión. En el Palacio de Minería de la Universidad Nacional se presenta una muestra cultural del Tíbet.

 

Foto 02

En el Palacio de Minería de la UNAM, lamas tibetanos escenifican danzas y cánticos durante la construcción del Mandala -círculo sagrado con arena- para invocar al buda de la compasión.