Boletín UNAM-DGCS-675
Ciudad Universitaria
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PREVENIR
DESASTRES, OBJETIVO DE MAPAS SOBRE FORMACIÓN DE NUBES VOLCÁNICAS
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Permitirán pronosticar su curso y conocer el
interior de estas formaciones geológicas: Hugo Delgado, del IGf
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Si las cenizas se combinan con las lluvias
pueden generar flujos de lodo perjudicial y devastador para grandes áreas,
precisó el científico
Prevenir
desastres es el objetivo de elaborar mapas sobre la formación de nubes
volcánicas, los cuales permitirán pronosticar su curso, conocer el interior de
estas formaciones geológicas y sus condiciones eruptivas, afirmó Hugo Delgado,
investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.
Al dictar la
conferencia Nubes viajeras: nubes volcánicas y su impacto en la vida diaria,
explicó que sus cenizas son partículas de materiales silicatados, de dureza
mayor a la del vidrio, e incluso, algunos de sus compuestos son más sólidos que
la hoja de una navaja.
En un momento dado, si se
combinan con las lluvias, pueden generar flujos de lodo perjudicial y
devastador para grandes áreas, precisó el científico.
Otro de los riesgos es para la
navegación aérea. Si un avión cruza por estos cúmulos, sus turbinas, a más de
mil grados centígrados, podrían fundir las cenizas y tapar la entrada de
combustible o la dotación de aire, las cuales podrían dejar de funcionar, como
ya ha ocurrido, añadió.
Hugo Delgado dijo que en las
erupciones más violentas, sus nubes –en cuyo estudio interactúan vulcanólogos y
meteorólogos– pueden darle vuelta al
planeta.
Recordó que hay
dos tipos fundamentales: de gases y ceniza. Las primeras se desprenden de los
materiales magmáticos internos, liberados a través de la boca del cráter. Se
pueden observar a simple vista, porque además de emisiones como el bióxido de
carbono o azufre, están constituidas por vapor de agua.
A partir de una profundidad de
entre 7 mil y 10 mil metros, dichos efluvios suben por un sistema de rocas
fracturadas. Este tipo de nubes afecta de diferentes maneras a la atmósfera,
pues tras elevarse a través de la columna, se dispersan.
“Si los volcanes son bajos y
están cerca de la costa, en climas tropicales, compuestos como el bióxido de
azufre tienden a combinarse con la humedad del ambiente para formar ácido
sulfúrico”, advirtió. La lluvia ácida en las zonas cercanas puede provocar
afectaciones importantes en vegetación y poblaciones.
En cuanto a las nubes de
ceniza, Hugo Delgado refirió que se originan cuando el material incandescente
asciende de las profundidades y se forman burbujas a raíz de la separación de
gases del magma, las cuales tienden a crecer.
La forma como se expanden los
primeros puede ser violenta. Cuando eso sucede se fragmentan las rocas de la
zona del conducto y el mismo material. "Entonces se producen residuos,
sólidos fragmentados con un tamaño menor a dos milímetros que sale acompañando
de vapor", indicó.
Esos "polvos" son
conducidos a través de la atmósfera a diferentes regiones y distancias de
acuerdo con la altitud que alcancen y los vientos predominantes.
Delgado señaló que la
distribución de las diferentes columnas de cenizas depende de su altura, según
el tipo de erupción que las produjo: hawaiano o estromboliano, con unas decenas
o cientos de metros por encima del cráter; o pliniana, con hasta 20 kilómetros
de altura, por ejemplo.
Una vez expulsadas, las
partículas más grandes caen cerca del volcán y las más finas se precipitan
lejos, abundó el experto. En el segundo tipo es posible que los residuos
permanezcan en la atmósfera e, incluso, pueden afectar el clima global, como
ocurrió con el Chichón (que en 1982 emitió más de tres mil toneladas de
cenizas) o el Pinatubo, que modificó las cosechas del año siguiente debido,
también, a la presencia de compuestos como el bióxido de azufre en el aire, que
absorbió la radiación ultravioleta del sol y disminuyó la temperatura
terrestre.
Para sus estudios, los
expertos se auxilian de instrumentos como el espectrómetro de correlación para
el análisis gaseoso en la boca de las fumarolas. También se utilizan otros
métodos y aparatos. Para medir el dióxido de carbono se usa un analizador
infrarrojo colocado en un avión, que cruza la nube volcánica de lado a lado,
explicó.
En la actualidad se trabaja
para encontrar mejores metodologías e instrumentos para medir con mayor precisión
los materiales desprendidos en el interior de los volcanes. Si este
conocimiento se combina con otras fuentes de información, como sismicidad o
deformación del cuerpo del volcán, se conocerán con mayor certeza sus
movimientos interiores, finalizó.
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FOTO 01
Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM,
aseveró que elaborar mapas sobre la formación de nubes volcánicas ayuda a
prevenir desastres.
FOTO 02
El investigador Hugo Delgado dictó la conferencia Nubes viajeras: nubes volcánicas y su impacto en la vida diaria, donde explicó la consecuencia de las cenizas magmáticas en actividades productivas.