06:00 hrs. Septiembre 24 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-675

Ciudad Universitaria

Pies  de fotos al final del boletín

 

PREVENIR DESASTRES, OBJETIVO DE MAPAS SOBRE FORMACIÓN DE NUBES VOLCÁNICAS

 

·        Permitirán pronosticar su curso y conocer el interior de estas formaciones geológicas: Hugo Delgado, del IGf

·        Si las cenizas se combinan con las lluvias pueden generar flujos de lodo perjudicial y devastador para grandes áreas, precisó el científico

 

Prevenir desastres es el objetivo de elaborar mapas sobre la formación de nubes volcánicas, los cuales permitirán pronosticar su curso, conocer el interior de estas formaciones geológicas y sus condiciones eruptivas, afirmó Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

 

Al dictar la conferencia Nubes viajeras: nubes volcánicas y su impacto en la vida diaria, explicó que sus cenizas son partículas de materiales silicatados, de dureza mayor a la del vidrio, e incluso, algunos de sus compuestos son más sólidos que la hoja de una navaja.

 

En un momento dado, si se combinan con las lluvias, pueden generar flujos de lodo perjudicial y devastador para grandes áreas, precisó el científico.

 

Otro de los riesgos es para la navegación aérea. Si un avión cruza por estos cúmulos, sus turbinas, a más de mil grados centígrados, podrían fundir las cenizas y tapar la entrada de combustible o la dotación de aire, las cuales podrían dejar de funcionar, como ya ha ocurrido, añadió.

 

Hugo Delgado dijo que en las erupciones más violentas, sus nubes –en cuyo estudio interactúan vulcanólogos y meteorólogos–  pueden darle vuelta al planeta.

 

Recordó que hay dos tipos fundamentales: de gases y ceniza. Las primeras se desprenden de los materiales magmáticos internos, liberados a través de la boca del cráter. Se pueden observar a simple vista, porque además de emisiones como el bióxido de carbono o azufre, están constituidas por vapor de agua.

 

A partir de una profundidad de entre 7 mil y 10 mil metros, dichos efluvios suben por un sistema de rocas fracturadas. Este tipo de nubes afecta de diferentes maneras a la atmósfera, pues tras elevarse a través de la columna, se dispersan.

 

“Si los volcanes son bajos y están cerca de la costa, en climas tropicales, compuestos como el bióxido de azufre tienden a combinarse con la humedad del ambiente para formar ácido sulfúrico”, advirtió. La lluvia ácida en las zonas cercanas puede provocar afectaciones importantes en vegetación y poblaciones.

 

En cuanto a las nubes de ceniza, Hugo Delgado refirió que se originan cuando el material incandescente asciende de las profundidades y se forman burbujas a raíz de la separación de gases del magma, las cuales tienden a crecer.

 

La forma como se expanden los primeros puede ser violenta. Cuando eso sucede se fragmentan las rocas de la zona del conducto y el mismo material. "Entonces se producen residuos, sólidos fragmentados con un tamaño menor a dos milímetros que sale acompañando de vapor", indicó.

 

Esos "polvos" son conducidos a través de la atmósfera a diferentes regiones y distancias de acuerdo con la altitud que alcancen y los vientos predominantes.

 

Delgado señaló que la distribución de las diferentes columnas de cenizas depende de su altura, según el tipo de erupción que las produjo: hawaiano o estromboliano, con unas decenas o cientos de metros por encima del cráter; o pliniana, con hasta 20 kilómetros de altura, por ejemplo.

 

Una vez expulsadas, las partículas más grandes caen cerca del volcán y las más finas se precipitan lejos, abundó el experto. En el segundo tipo es posible que los residuos permanezcan en la atmósfera e, incluso, pueden afectar el clima global, como ocurrió con el Chichón (que en 1982 emitió más de tres mil toneladas de cenizas) o el Pinatubo, que modificó las cosechas del año siguiente debido, también, a la presencia de compuestos como el bióxido de azufre en el aire, que absorbió la radiación ultravioleta del sol y disminuyó la temperatura terrestre.

 

Para sus estudios, los expertos se auxilian de instrumentos como el espectrómetro de correlación para el análisis gaseoso en la boca de las fumarolas. También se utilizan otros métodos y aparatos. Para medir el dióxido de carbono se usa un analizador infrarrojo colocado en un avión, que cruza la nube volcánica de lado a lado, explicó.

 

En la actualidad se trabaja para encontrar mejores metodologías e instrumentos para medir con mayor precisión los materiales desprendidos en el interior de los volcanes. Si este conocimiento se combina con otras fuentes de información, como sismicidad o deformación del cuerpo del volcán, se conocerán con mayor certeza sus movimientos interiores, finalizó.

 

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FOTO 01

Hugo Delgado, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, aseveró que elaborar mapas sobre la formación de nubes volcánicas ayuda a prevenir desastres.

 

 

FOTO 02

El investigador Hugo Delgado dictó la conferencia Nubes viajeras: nubes volcánicas y su impacto en la vida diaria, donde explicó la consecuencia de las cenizas magmáticas en actividades productivas.