Boletín UNAM-DGCS-662
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Alejandro Juárez, del INC, destacó que son
100 por ciento mejores que las mecánicas y más baratas
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Otra de sus ventajas será evitar el uso de
anticoagulantes, que pueden provocar complicaciones severas, e incluso, la
muerte del paciente
La UNAM y el Instituto
Nacional de Cardiología (INC) “Ignacio Chávez” desarrollan bioprótesis
cardiacas que son 100 por ciento mejores que las mecánicas, más baratas y
además evitan el uso de anticoagulantes, causa de complicaciones severas e,
incluso, de muerte en pacientes, señaló Alejandro Juárez Hernández, jefe del
Departamento de Bioprótesis Cardiacas del último organismo.
El experto indicó que en
Brasil, con alrededor de 150 millones de seres humanos, hay cerca de cuatro mil
cirujanos cardiacos y más de 90 centros hospitalarios donde se realiza ese tipo
de intervenciones. Cada año se llevan a cabo entre 60 mil y 70 mil cirugías del
corazón.
En cambio, en México, con 104
millones de habitantes, hay menos de 100 especialistas y escasos 15 hospitales
con cinco mil a seis mil operaciones anuales. Es decir, asentó, en aquel país
sudamericano con un 50 por ciento más de ciudadanos se realizan 90 por ciento
más procedimientos quirúrgicos de este tipo que en el nuestro.
En el país sudamericano se
dieron cuenta que no pueden depender de la tecnología extranjera –pues las
instalaciones, equipos y suturas provienen de EU o Europa– para esta actividad,
porque los costos se elevan; por eso comenzaron a hacer bombas de circulación
extracorpórea, oxigenadores, marcapasos y válvulas cardiacas. “Para ellos es
más barato operar que para nosotros”, refirió Juárez Hernández.
Las válvulas mecánicas
están fabricadas de metal inoxidable, pero su base principal, la parte móvil,
está hecha de pirolita, un carbono que resiste altas presiones y temperaturas,
explicó.
Los mecanismos importados
cuestan alrededor de dos mil 500 dólares, mientras los biológicos, también
traídos del extranjero, alcanzan los tres mil 200 dólares por unidad. No
obstante, precisó, las fabricadas en el INC se dan en mil pesos o gratis si los
pacientes no las pueden pagar.
Otro
inconveniente es que esos aparatos pueden provocar “turbulencia” en la sangre,
y generar con ello la formación de trombos o coágulos que podrían causar la
muerte del enfermo o llegar al cerebro. Son peligrosos, aclaró el médico.
Recordó que en el
Instituto desde 1976, se fabricaron válvulas biológicas de “dura madre”, es
decir, una meninge o membrana envolviendo al cerebro, obtenida de cadáveres y
montada sobre una base metálica. “Tenía varios defectos y su manufactura era
artesanal; había que cambiarla cada seis o siete años”.
Ese artefacto fue
sustituido por otro con un anillo de titanio rígido, no adaptado a los
movimientos de ese órgano. A pesar de que ha servido a miles de pacientes
presenta problemas, puntualizó.
Alejandro Juárez abundó
que para desarrollar este instrumento había que inventarlo todo, desde un
modelo que se adaptara a los movimientos del corazón, sin usar ningún tipo de
soldadura, o sea, de una sola pieza, y de un material flexible y compatible.
Por ello se acercó a los
expertos de la UNAM y en el 2002 comenzó el proyecto de desarrollo de
tecnología para elaborar bioprótesis, en donde participan integrantes de los
institutos de Investigación en Materiales (IIM) y en Matemáticas Aplicadas y en
Sistemas (IIMAS), así como del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo
Tecnológico (CCADET), con apoyo del CONACYT.
El objetivo es elaborar un
aditamento con anillos metálicos discontinuos de pericardio bovino con
adelantos aportados por esas dependencias universitarias, expuso.
En el IIM, mencionó Juárez
Hernández, se trabajó para el diseño y obtención de una aleación metálica para
el soporte, de base cobalto. Los universitarios están en proceso de obtener el
calibre exacto en micras para los diversos tamaños requeridos. Además,
produjeron un polímero biocompatible y los moldes, entre otras cuestiones.
“Tenemos una primera prueba, aunque faltan detalles”.
Asimismo, en ese Instituto
caracterizan la mecánica del tejido de pericardio bovino, “para saber cuánto
resistirá, las fuerzas y tensiones a que es sometido. En un segundo se
determinará, con respaldo de los investigadores de la UNAM, si es útil para
hacer válvulas o parches cardiacos”, reveló.
Por su parte, el IIMAS
diseña un modelo matemático capaz de predecir o describir el comportamiento
dinámico de este implante. También del análisis estadístico de la duración de
las mismas para calcular el tiempo de vida útil de cada una, entre otros
aspectos.
En el CCADET se elabora un
probador para medir los parámetros de comportamiento dinámico, así como de
fatiga acelerada –pruebas en un cierto número de ciclos cardiacos durante
cierto tiempo–, aseveró. El compromiso es construir un equipo capaz de evaluar
seis bioprótesis con ciclos de tres hasta 5 mil por minuto.
En esta misma dependencia
también se creará una dobladora de precisión para dar forma a los anillos
metálicos de soporte, obteniéndose una cada 10 segundos; igual se piensa crear una maquinaria que
corte el tejido con láser, de modo que las válvulas sean milimétricamente
exactas, dijo.
Si bien no se ha estimado
el costo de los nuevos modelos se espera sea mucho menor al de los importados.
“El motor científico del país es la UNAM y sus investigadores; sólo aquí están
los especialistas que ayudarán a culminar este proyecto para beneficiar a miles
de pacientes”, finalizó.
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FOTO 01
La UNAM y el INC desarrollan bioprótesis cardiacas
mejores que las mecánicas, más baratas y además evitan el uso de
anticoagulantes, señaló el investigador Alejandro Juárez Hernández.
FOTO 02
El motor científico del país es la UNAM y sus
investigadores; sólo aquí están los especialistas que culminarán este proyecto
para beneficiar a miles de pacientes, señaló el investigador Alejandro Juárez.