Boletín UNAM-DGCS-623
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
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Posee un intenso “escudo” magnético que lo protege del plasma que viene
del Sol, afirmó Héctor Javier Durand Manterola, del Departamento de Física
Espacial del Instituto de Geofísica
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El viento solar afecta a los planetas que no están protegidos por un
escudo magnético, agregó
Nuestro planeta posee un intenso
“escudo” magnético que lo protege del plasma que viene del Sol, mismo que si
incidiera de forma directa en nuestra atmósfera, la arrastraría consigo, por lo
que no es factible un fenómeno de esta naturaleza, afirmó Héctor Javier Durand
Manterola.
Al dictar la conferencia “Fuga de
atmósfera en Marte y Venus”, el integrante del Departamento de Física Espacial
del Instituto de Geofísica de la UNAM explicó que el viento solar puede
alcanzar velocidades de hasta 400 kilómetros por segundo y afectar a los
planetas que no están protegidos por un campo de este tipo.
No obstante, la Tierra pierde
material atmosférico cuando las partículas más rápidas de un gas presente en la
capa más exterior o exósfera salen al
espacio. Sin embargo es una pérdida leve.
Otra forma de sufrir menoscabo es
por la oxidación de suelo a partir de la presencia de agua líquida en la superficie.
“Cuando hay océanos y lagos, el bióxido de carbono se disuelve en esa agua y al
interactuar con otros elementos disueltos, como minerales (magnesio, aluminio,
etcétera), se forman los carbonatos, que se depositan en forma de roca”,
refirió.
Durand Manterola, creador de un
modelo matemático para determinar la pérdida de masa atmosférica en un planeta
no magnético ocasionada por el viento solar, recordó que Marte pierde entre
0.25 y un kilogramo de material por segundo, y Venus 23 kilos en ese mismo lapso.
Para determinar cómo ha sido ese
proceso en la historia geológica de ambos cuerpos celestes se debe tomar en
cuenta que la luminosidad del Sol no se ha mantenido constante. “En el visible
ha ido ascendiendo de manera que, por ejemplo, en los primeros años de la
Tierra era 20 por ciento menor a la actual; en cambio, la luminosidad
ultravioleta –que es la que interesa porque ioniza átomos neutros y crea la
ionosfera– ha disminuido”.
La velocidad del viento solar también ha decaído hasta alcanzar
los 400 kilómetros por segundo que tiene ahora.
En algún momento de la historia del
“planeta rojo”, recordó en el auditorio del Centro de Ciencias de la Atmósfera,
hubo agua líquida en su superficie. Actualmente eso es imposible, no sólo por
su presión, sino por las bajas temperaturas que imperan.
Los robots Oportunity y Spirit han demostrado
la existencia de lagos y posiblemente de mares. La gran pregunta es qué pasó
con la atmósfera marciana y la respuesta es que ha sufrido erosión porque
interactúa de modo directo con el viento solar.
Se ha encontrado que en rocas
antiguas hay un campo magnético remanente. Eso quiere decir que en efecto
existió y cuando decayó dio inicio la acción solar sobre sus capas gaseosas.
“Se infiere que se han perdido dos atmósferas de tipo terrestre, únicamente a
causa del viento solar”, asentó.
En el caso de Venus su menoscabo
equivale a ocho masas atmosféricas terrestres. Ello se debe a que ese planeta
está más cerca del astro rey. A pesar de eso, abundó el científico, posee una
compleja masa de elementos.
La edad de una superficie se puede
determinar con base en la densidad de cráteres que tiene. Así se ha establecido
que la “venusina” tiene 500 millones de años; en relación con la Tierra, la
Luna o Marte, es “completamente joven”.
Tal hecho significa que algo le ocurrió a Venus
y no evolucionó como nuestro planeta, aunque son casi iguales en tamaño y el
material del cual se formaron debió ser el mismo.
El segundo miembro del Sistema Solar debió
tener mares. Hoy tiene intenso calor, de 700 grados kelvin en superficie, que
“está completamente seca, y la poca agua de las capas altas está mezclada con
bióxido de azufre, por lo que forma ácido sulfúrico”.
Venus, además, no gira como el
resto, sino en sentido contrario y lentamente. “Se especula que hace 500
millones de años tenía océanos, daba vueltas en el sentido correcto y era
‘copia fiel’ de la Tierra. Quizás para entonces también tenía vida”.
Pero un cuerpo del tamaño de la Luna
o incluso mayor lo golpeó de lleno, de tal manera que invirtió su rotación. Un
impacto de esa magnitud también debió ser capaz de mandar su agua al espacio y
fundir su corteza, transformando las rocas calizas en bióxido de carbono que
fue lanzado a la atmósfera. Así quedaría como el cuerpo que es en la
actualidad. Tal idea, finalizó, no está comprobada.
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PIES DE FOTO
FOTO 01
Héctor Javier Durand Manterola, del
Instituto de Geofísica de la UNAM, dijo que nuestro planeta posee un intenso
“escudo” magnético que lo protege del plasma que viene del Sol
FOTO 02
El investigador Héctor Javier Durand Manterola explicó que el viento solar puede alcanzar velocidades de hasta 400 kilómetros por segundo y afectar a planetas sin protección de este campo.