06:00 hrs. Agosto 12 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-564

Ciudad Universitaria

 

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URGE PROTEGER LAS ÁREAS DE ANIDACIÓN DE QUETZALES

 

·        Señaló Sofía Solórzano Lujano, en el Auditorio del Jardín Botánico Exterior de Ciudad Universitaria

·        Se refirió a los existentes en el estado de Chiapas

·        Sugirió que dichas zonas no permanezcan aisladas, “sino que se hagan corredores de vegetación”

 

 

De los 39 espacios donde anidaban los quetzales en el estado de Chiapas, 26 han desaparecido totalmente o se han reducido tanto que ya no tienen poblaciones significativas. “Se ha perdido el 80 por ciento de los bosques donde estas aves moraban” en esa entidad del sureste mexicano, afirmó la investigadora Sofía Solórzano Lujano en el Auditorio del Jardín Botánico Exterior de la UNAM.

 

Por ello, la especialista propuso en el Seminario Bases genéticas y ecológicas para la conservación del quetzal, que dichas zonas se incluyan en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y no permanezcan aisladas, “sino que se haga un estudio de la vegetación remanente, con el propósito de establecer corredores”.

 

De acuerdo con los resultados de su investigación doctoral, las montañas del norte, la región de la meseta central, el oriente de la Sierra Lacandona y la Sierra Madre chiapaneca sumaban en total 973 kilómetros cuadrados en la década de los setenta, de los cuales 708 constituían el hábitat de esos ejemplares.

 

El panorama para el 2000, informó, contemplaba 312 kilómetros cuadrados, esto dejaba a los quetzales un espacio disponible de apenas 144 kilómetros cuadrados”.

 

Las tasas de pérdida por año han sido diferentes en cada territorio. El más afectado es la Selva Lacandona, donde prácticamente ya no hay ningún ejemplar. “Si se mantiene esa tasa de pérdida, en un futuro cercano solamente la Sierra Madre de Chiapas tendrá superficie para albergarlos y se perderá esa especie en el resto del estado”.

 

Al ser un ave tan vistosa –particularmente los machos– es asediada por los traficantes. Aún no se tienen cifras sobre la extracción de adultos, polluelos y huevos de las poblaciones naturales, ni se cuenta con información de cuántos provienen de cada localidad o nación.

 

Este género, considerada en peligro de extinción en México, se encuentra exclusivamente en la región de Mesoamérica, abarcando desde los Chimalapas en nuestro país hasta la provincia de Chiriquí,  al norte de Panamá. “No tiene un patrón de distribución continua, sino que su fragmentación lo lleva a conformar conjuntos aislados”, refirió.

 

Se le reconocen dos subespecies, de acuerdo con sus características morfológicas: Pharomachrus mocinno mocinno, presente en el sureste de México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, donde su ubicación se interrumpe. La subespecie Pharomachrus mocinno costaricensis se haya en Costa Rica y Panamá.

 

La reproducción de este animal, añadió, es compleja y no ha sido sistemáticamente documentada. Se sabe que “el cortejo se caracteriza porque se agrupan desde 11 hasta 35 individuos”.

 

Una vez que establece su nido en agujeros de troncos muertos que permanecen en pie, empieza la etapa de la incubación, que dura aproximadamente 18 días.  Se reproducen una vez al año, ponen de uno a dos huevos en cada etapa. La crianza de los polluelos dura aproximadamente 21 días.

 

Algunos ejemplares emigran a lugares entre los mil y mil 500 metros de altitud, variables en vegetación de tipo tropical o templada, donde los quetzales, finalizó, se alimentan de frutos en un 85 por ciento, además de insectos, vertebrados, hojas y flores.

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 03

 

De los 39 espacios donde anidaban quetzales en el estado de Chiapas, 26 han desaparecido totalmente o se han reducido significativamente, señalan expertos de la UNAM.

 

Foto 06

 

La investigadora Sofía Solórzano propuso que las zonas de anidación de quetzales se incluyan en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y no permanezcan aisladas.