Boletín UNAM-DGCS-564
Ciudad Universitaria
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final del boletín
URGE PROTEGER LAS ÁREAS DE ANIDACIÓN DE
QUETZALES
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Señaló Sofía Solórzano Lujano, en el Auditorio del Jardín
Botánico Exterior de Ciudad Universitaria
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Se refirió a los existentes en el estado de Chiapas
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Sugirió que dichas zonas no permanezcan aisladas, “sino que
se hagan corredores de vegetación”
De los 39 espacios donde anidaban los quetzales
en el estado de Chiapas, 26 han desaparecido totalmente o se han reducido tanto
que ya no tienen poblaciones significativas. “Se ha perdido el 80 por ciento de
los bosques donde estas aves moraban” en esa entidad del sureste mexicano,
afirmó la investigadora Sofía
Solórzano Lujano en el Auditorio
del Jardín Botánico Exterior de la UNAM.
Por ello, la especialista
propuso en el Seminario
Bases genéticas y ecológicas para la conservación del quetzal, que
dichas zonas se incluyan en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y no permanezcan aisladas, “sino que
se haga un estudio de la vegetación remanente, con el propósito de establecer
corredores”.
De acuerdo con los resultados de su
investigación doctoral, las montañas del norte, la región de la meseta central,
el oriente de la Sierra Lacandona y la Sierra Madre chiapaneca sumaban en total
973 kilómetros cuadrados en la década de los setenta, de los cuales 708
constituían el hábitat de esos ejemplares.
El panorama para el 2000, informó, contemplaba
312 kilómetros cuadrados, esto dejaba a los quetzales un espacio disponible de
apenas 144 kilómetros cuadrados”.
Las tasas de pérdida por año han sido
diferentes en cada territorio. El más afectado es la Selva Lacandona, donde
prácticamente ya no hay ningún ejemplar. “Si se mantiene esa tasa de pérdida,
en un futuro cercano solamente la Sierra Madre de Chiapas tendrá superficie
para albergarlos y se perderá esa especie en el resto del estado”.
Al ser un ave tan vistosa –particularmente los
machos– es asediada por los traficantes. Aún no se tienen cifras sobre la
extracción de adultos, polluelos y huevos de las poblaciones naturales, ni se
cuenta con información de cuántos provienen de cada localidad o nación.
Este género, considerada en peligro de
extinción en México, se encuentra exclusivamente en la región de Mesoamérica,
abarcando desde los Chimalapas en nuestro país hasta la provincia de
Chiriquí, al norte de Panamá. “No tiene
un patrón de distribución continua, sino que su fragmentación lo lleva a
conformar conjuntos aislados”, refirió.
Se le reconocen dos subespecies, de acuerdo con
sus características morfológicas: Pharomachrus mocinno mocinno, presente en el
sureste de México, Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, donde su
ubicación se interrumpe. La subespecie Pharomachrus mocinno costaricensis se
haya en Costa Rica y Panamá.
La reproducción de este animal, añadió, es
compleja y no ha sido sistemáticamente documentada. Se sabe que “el cortejo se
caracteriza porque se agrupan desde 11 hasta 35 individuos”.
Una vez que establece su nido en agujeros de
troncos muertos que permanecen en pie, empieza la etapa de la incubación, que
dura aproximadamente 18 días. Se
reproducen una vez al año, ponen de uno a dos huevos en cada etapa. La crianza
de los polluelos dura aproximadamente 21 días.
Algunos ejemplares emigran a lugares entre los
mil y mil 500 metros de altitud, variables en vegetación de tipo tropical o
templada, donde los quetzales, finalizó, se alimentan de frutos en un 85 por
ciento, además de insectos, vertebrados, hojas y flores.
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PIES DE FOTO
Foto 03
De los 39
espacios donde anidaban quetzales en el estado de Chiapas, 26 han desaparecido
totalmente o se han reducido significativamente, señalan expertos de la UNAM.
Foto 06
La investigadora
Sofía Solórzano propuso que las zonas de anidación de quetzales se incluyan en
el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y no permanezcan aisladas.