Boletín UNAM-DGCS-556
Ciudad Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
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Tampoco se cuenta con un documento
equiparable que se aplique específicamente a abogados, ingenieros, matemáticos,
historiadores y mucho menos a políticos
· El profesor emérito opinó que esa moral laica debe basarse en su misma naturaleza, en lugar de derivar de textos antiguos que, aunque venerables, no corresponden a la realidad actual
México carece de un código
ético para la medicina. Sin embargo, tampoco hay un documento equiparable que
se aplique específicamente a abogados, ingenieros, matemáticos, historiadores y
mucho menos a políticos, reconoció el profesor emérito de la Universidad
Nacional, Ruy Pérez Tamayo.
Al ofrecer la conferencia Ciencia y Medicina, señaló que hay
varias formulaciones internacionales al respecto, algunas de interés más
histórico que práctico, otras dirigidas a regular aspectos específicos de la
actividad profesional, como trasplantes de órganos, investigación científica en
seres humanos o la seguridad social.
No obstante, añadió, no hay un
compendio con una lista definida de principios de conducción respecto de sus
principales aspectos, formulado por los propios galenos, no por filósofos o religiosos,
y menos aún por el gobierno, documento que además debería tomar en cuenta los
problemas actuales de esa ciencia en el país.
La ética médica laica, como corresponde
al comportamiento moral científico en una sociedad plural, debe basarse en su
naturaleza misma, en lugar de derivar de textos antiguos que, aunque
venerables, no corresponden a la realidad actual; o de reglas dictadas por un
credo religioso, que si bien son respetables, sólo tienen vigencia para quienes
comparten tales creencias.
En el auditorio Nabor Carrillo de la Coordinación de la
Investigación Científica, indicó que esta disciplina tiene como objetivos
preservar la salud, curar o aliviar, apoyar y consolar al paciente, y evitar
las muertes prematuras e innecesarias. Además, recalcó Pérez Tamayo, sirve para
lograr que hombres y mujeres vivan plenos toda su vida y mueran lo más tarde y
dignamente que sea posible.
Para cumplir con sus
funciones, la medicina contemporánea cuenta con un caudal de conocimientos e
innovaciones tecnológicas que nunca antes había poseído ni soñado acumular.
Pero a pesar de todo el progreso o de todas las transformaciones a lo largo de
su historia, su esencia no ha cambiado y por lo tanto sus objetivos siguen
siendo los mismos.
Su núcleo central es la relación
doctor–paciente, que permite la búsqueda y cumplimiento de sus fines, y
continúa con la especificidad de la profesión, en vista de que no ocurre en
ninguna otra de las formas de interacción humanas.
El emérito universitario
comentó que la complejidad de la práctica actual, incluyendo el desarrollo de
especialidades que alejan a los facultativos del contacto con el enfermo, como
la salud pública, epidemiología, patología o administración de hospitales,
tendió a diluir su valor central.
La existencia de
investigadores no exime a los demás de generar nuevos conocimientos, por lo
menos de intentarlo en la medida de sus posibilidades, so pena de perder su
sello distintivo, pues toma decisiones que influyen en mayor o menor grado en
la calidad y duración de la vida de sus encargados. Entonces, la sociedad
debería insistir en que tales sujetos estén regidos por un código ético bien
definido no sólo en sus posibilidades de acción, sino en sus limitaciones y
castigos.
Sostuvo que la medicina
científica tiene apenas 400 ó 500 años de haberse iniciado. En este lapso ha
progresado mucho más que otras prácticas, dado que en lugar de basarse en la
mitología, la fe y la imaginación se fundamenta en el conocimiento comprobado.
En su oportunidad, Marcelino
Cereijido, del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados, afirmó que una
de las cualidades principales del ser humano es, por excelencia, interpretar la
realidad que habita, hacer modelos dinámicos y escoger la mejor alternativa
posible.
La ciencia es, antes que nada,
una forma de entender la realidad, sin recurrir a milagros, dogmas, ni al
principio de autoridad, por lo cual algo es verdad o mentira dependiendo de
quién lo dice.
La forma de aprehender lo
existente bajo el método de la ciencia es demasiado reciente, no llega a dos
siglos y sólo la comparte un exiguo número de seres humanos, aún en los países
desarrollados. “La mayor parte de la gente, por no decir la casi totalidad,
tiene una visión compatible con la teología pero no con la ciencia”, explicó.
Los mecanismos como funciona
el universo fueron y siguen siendo secretos para la mayor parte de la
humanidad. Por ejemplo, un romano, un huichol o un chino no saben por qué
germinan las semillas, vuelan los pájaros o brilla el sol.
Cereijido aseveró que las
religiones consideran pecado la cualidad humana por excelencia: el averiguar,
interpretar y saber cómo funciona la realidad, concluyó.
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PIES DE FOTO
Foto 01
Ruy Pérez Tamayo,
profesor emérito de la UNAM, aseguró que la medicina tiene como objetivo evitar
las muertes prematuras e innecesarias.
Foto 02
Una de las
cualidades del ser humano es interpretar la realidad, hacer modelos dinámicos y
escoger la mejor alternativa, reconoció en la UNAM el investigador Marcelino
Cereijido.