11:00 hrs. Agosto 2 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-542

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

DESPROTEGIÓ EL TLC A LA AGRICULTURA MEXICANA

 

·        Blanca Aurora Rubio, del IIS, dijo que no se ha considerado al campo como un ámbito estratégico para la economía

·        El gasto público destinado a ese rubro disminuyó, el crédito para los productores quedó estático, y desaparecieron las tasas blandas de interés y la capacitación agraria

·        De 1992 a 2002 el PIB Agropecuario creció a una tasa del 1.6 por ciento anual, inferior al crecimiento promedio nacional del 2.2 por ciento

 

A partir de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte la agricultura mexicana quedó desprotegida y no ha habido preocupación real por cuidar y fortalecer este sector, dijo Blanca Aurora Rubio Vega, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

 

Refirió que de 1982 a la fecha no se ha considerado al campo como un ámbito estratégico para la economía. Ello ha influido para que el gasto público destinado a este rubro disminuyera, el crédito para los productores quedase estático y desaparecieran las tasas blandas de interés y la capacitación agraria.

 

Informó que de 1992 a 2002 el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario creció a una tasa del 1.6 por ciento anual, inferior al crecimiento del nacional de 2.2; además, si en 1995 aportaba el 5.72 por ciento del indicador global, en 2002 esa participación disminuyó a 5.15 por ciento.

El problema fundamental en los países latinoamericanos, dijo, es que la han devastado las políticas de dominio alimentario de Estados Unidos, fundamentalmente a través de los precios.

 

Rubio Vega comentó que al combinar competencia desleal con la exigencia del retiro del Estado en su gestión productiva, la mayor parte de los involucrados, no sólo campesinos y ejidatarios sino también empresarios, enfrenta una baja rentabilidad.

 

En la Unión Americana, por ejemplo, se paga el trigo un 40 por ciento debajo del costo y el maíz en un 20, lo que no es atractivo para nadie. Sin embargo, en ese país se otorgan elevados apoyos a los agricultores, y aún con un costo mínimo se comercializa más.

 

Tan sólo entre 1999 y 2001 EEUU erogó 95 mil 455 millones de dólares, Japón 64 mil 775 y la Unión Europea 112 mil 638 millones en subsidios, lo que suscitó una avalancha de mercancías estadounidenses, y que las empresas multinacionales, grandes exportadoras de granos, los vendan a precios bajos, puntualizó.

 

Las empresas asentadas en México, que utilizan esos insumos para elaborar harinas de trigo o maíz, alimentos balanceados para animales, lácteos y demás, prefieren adquirir los provenientes de esas latitudes a comprarlos a los nacionales, añadió.

 

Indicó que con la apertura de las fronteras a partir de la firma del TLC en 1994 pudo ingresar libremente gran parte de cultivos sin aranceles; ello provocó su abaratamiento y la sustitución de la producción nacional por la extranjera.

 

La presidenta de la Asociación Latinoamericana de Sociología Rural sostuvo que mientras en 1993 las importaciones mexicanas de alimentos básicos eran del 27 por ciento del consumo nacional, para el 2001 crecieron hasta 62.2 por ciento.

 

Hasta hace unos años, abundó, México era un importante explotador de soya, un emulsionante para alimentos industrializados. Hoy sólo se cosecha en nuestro territorio el 2 por ciento del consumo, el resto se importa del vecino país del norte.

 

El arroz es otro de los más afectados, expresó. Si bien enfrentó desgravacion total hasta el 2003, sufrió una fuerte sustitución, pues las compras al exterior crecieron de 37.1 por ciento del consumo nacional en 1990 a 75.4 en 2002. El trigo y sorgo han enfrentado procesos más lentos de relevo; todavía se obtuvo el 50.9 por ciento local para el primero y 52.4 para el segundo en el 2002.

 

Señaló que los únicos “protegidos” son frijol y maíz, subrayó. De este último México produce 75 por ciento e importa el resto. Sin embargo, son desplazados cada vez más. Además, en el 2008 se vence el plazo para abrir las fronteras a los foráneos y hasta el momento no existen disposiciones para competir en esa fecha.

 

Reconoció que somos un país atrasado en cuanto al uso de tecnología en el campo, pero esa no es la razón fundamental de su permuta –por ejemplo, tiene mayor rendimiento por hectárea que Estados Unidos en soya–, sino los subsidios y precios bajos.

 

Aun cuando los agricultores obtienen sus cosechas cada año, se quedan sin comprador. Eso hace que quiebren y emigren. Además, la industria ha tenido una etapa de crisis y estancamiento, sin capacidad para absorber a quienes buscan un mejor nivel de vida. “Ahora los pobladores de ejidos completos viven en distintos lugares de Estados Unidos. Esto se relaciona con que el campo ya no es una opción rentable para la población”, alertó.

 

Indicó que organizaciones han demandado renegociar el Tratado, porque mientras no se cierren las fronteras a productos subsidiados, por más que se inyecten recursos, se den créditos y se abran opciones, no podrán seguir adelante. Su única opción es sembrar hortalizas o frutales. Para ello requieren grandes capitales y manejar canales de comercialización.

 

No obstante, el tema es complicado, adelantó. Se requiere una conciencia clara sobre la necesidad de una soberanía en este ámbito e impulsar medidas comerciales y de gasto público para fortalecer esta actividad.

 

 

Apuntó que Estados Unidos, en su conflicto con Iraq, puede presionar a los países para que se alineen, bajo la amenaza de no abastecerlos. Por ello, urge que los gobiernos vigoricen su agricultura ante cualquier eventualidad.

 

“Este no es un problema de los campesinos, sino de todos lo sectores, porque todos estamos involucrados, y mientras no se resuelva esta cuestión nuestra calidad alimenticia será cada vez peor”, advirtió.

 

En fechas recientes, explicó, han surgido organizaciones que prefieren el abasto interno y garantizar la compra de sus cosechas. Con ello propician el consumo de granos naturales y no transgénicos.

 

“Hay toda una red, tanto de productores como de comercializadores y consumidores, que empieza a formarse en la búsqueda de la calidad y de un mercado. Es una alternativa que parte de la misma sociedad civil”, concluyó.

 

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Blanca Aurora Rubio, del IIS de la UNAM, señaló que el sector rural en Latinoamérica ha sido devastado por las políticas de dominio alimentario de Estados Unidos.

 

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Entre 1999 y 2001 Estados Unidos erogó 95 mil 455 millones de dólares, Japón 64 mil 775 y la Unión Europea 112 mil 638 en subsidios para sus agricultores, informó la investigadora universitaria Blanca Aurora Rubio Vega.