06:00 hrs. Julio 30 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-536

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

PERSISTE EL REZAGO SALARIAL, EDUCATIVO Y LABORAL DE LAS MUJERES

 

·        Patricia Rodríguez López, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, afirmó que ello redunda en inadecuadas condiciones de trabajo y mayor desempleo

·        También tienen más dificultad para competir con los hombres por prejuicios que impiden su crecimiento ideológico, material, físico y psicológico, sostuvo

 

A pesar de que en los últimos 20 años ha sido mayor la integración masiva de las mujeres en los ámbitos económico y de acceso a la educación, continúa el rezago en los terrenos salarial y de oportunidades de desarrollo laboral, aseguró la académica del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Patricia Rodríguez López.

 

Ello, puntualizó, redunda en problemas de igualdad, mayor desempleo, dificultad para competir con el varón, no por falta de preparación o capacidad, sino por prejuicios que impiden su crecimiento ideológico, material, físico y psicológico.

 

En entrevista, la especialista en temas de intervención femenina en la economía mexicana advirtió que aún cuando el trabajo de la mujer siempre ha sido productivo, pues las tareas del hogar o de labor doméstica alquilada desgastan la mano de obra, no se le considera como tal.

 

Tampoco se reconoce su papel en el mercado informal, micro empresas familiares, maquila y venta de artículos a domicilio. El sector rural está en peor situación porque contribuye con su pareja en el campo y no se le toma en cuenta.

 

A partir de los ochenta, explicó, se acepta su participación en el esquema lucrativo, pues genera riqueza o un ingreso específico, debido a la modificación del mercado, consecuencia de la inestabilidad financiera. Esto propició que los roles sociales y monetarios entre ambos sexos cambiaran.

 

A partir de esa fecha se insertaron en todos los niveles educativos, con una infraestructura suficiente para que disminuyese de manera importante la desigualdad en el acceso a la enseñanza. No obstante, arguyó, las discrepancias se mantuvieron en las actividades industriales, y fue distinguible en la división entre lo agrícola y lo urbano.

 

Argumentó que a pesar de que el sexo femenino representa el 51 por ciento de la población, de acuerdo con estadísticas oficiales del año 2000, de los habitantes de seis a 14 años de edad que saben leer y escribir, las mujeres tienen un porcentaje mayor que los hombres en materia educativa, pues abarca al 97.7 por ciento de las niñas, y el de los niños es del 97.4 por ciento.

 

Las menores que terminan la primaria son más que los varones: 20.1 por ciento contra 18.4, respectivamente. Pero este porcentaje se invierte conforme se incrementa el grado escolar: en secundaria el 18.4 por ciento de las adolescentes concluyen su enseñanza, y el 19.6 de los varones.

 

Las jóvenes no continúan con sus estudios, reveló: en licenciatura, del total de muchachas que estudian, termina la carrera el 5.2 por ciento, mientras sus compañeros el 8.3; en posgrado representan el 0.4 por ciento y los hombres el 0.8.

 

Los índices, destacó, muestran problemas hasta en la distribución del ingreso. Todavía muchas familias, sobre todo en los ámbitos rurales, dan mayor posibilidad para estudiar a los vástagos que a las hijas, pues ellas se casan y ahí concluye su preparación.

Rodríguez López informó que las estadísticas laborales hasta el 2000 indican que a mayor educación la mujer se integra al mercado laboral, pero ahí no acaba el rezago y diferenciación. Ellas reciben las peores condiciones de trabajo. Constituían un 25.9 por ciento con menos de un salario mínimo, mientras sus contrapartes el 16.0; en personal ocupado sin ningún ingreso –empresas, talleres o negocios familiares– ocupaban el 15.9 por ciento, frente al 12 de sus compañeros.

 

No obstante, abundó, se incrementó la contribución femenina en la actividad económica, de 38.4 a 40 por ciento de 2002 a 2003, y la masculina bajó de 73.6 a 73 por ciento en el mismo lapso. Hace 20 años, esa aportación era del 26.5 para ellas.

 

En materia salarial, Rodríguez López se refirió a la remuneración en pesos por hora de actividad, un promedio nacional distinto entre ambos géneros.  Mientras una profesionista gana 26.7 pesos por hora, el profesional obtiene 40.94 pesos: un sueldo menor o una plaza más baja. Ganan 34.13 pesos como funcionarias públicas y gerentes del sector privado, frente a los 48.61 pesos de sus contrapartes; 15.82 pesos como oficinistas, frente al 19.53 masculino; 7.10 como trabajadoras domésticas, menor que sus compañeros, en 9.41; artesanos y obreros, mujeres 8.50 y hombres 11.76 pesos.

 

La Tasa general de desempleo abierto por sexo siempre es mayor en el caso femenino. En 2003 el indicador general fue de 3.25 por ciento: para los hombres 3.12, y mujeres 3.46. Ellas perciben menos de un salario mínimo o laboran con contrato por menos de dos meses. De todo el personal ocupado que trabaja menos de 15 horas, las mujeres significan el 10.6 y los hombres el 3.2 por ciento.

 

Prueba de su capacidad, subrayó la especialista, es la inclusión de cuestiones de género como bandera política de los partidos, pues representan un número importante de electores.

 

Las mujeres avanzan en la escuela, lo que les ha permitido incursionar en muchos ámbitos profesionales, pero durante su vida productiva se estancan y quedan rezagadas por el rol de crear una familia y procrear hijos. Eso les resta de tres a cinco años, cuando menos, mientras sus esposos continúan su desarrollo, concluyó.

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FOTO  01

 

Patricia Rodríguez López, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, resaltó que la mujer continúa rezagada en materia salarial, desarrollo laboral y nivel educativo.

 

 

FOTO 02

 

El rezago que sufre la mujer en materia salarial y laboral redunda en inadecuadas condiciones de trabajo, mayor desempleo y más dificultad para competir, sostuvo Patricia Rodríguez López, académica del IIEc de la UNAM.