06:00 hrs. Julio 28 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-532

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

URGE ESTRATEGIA NACIONAL PARA PREVENIR DESASTRES POR INESTABILIDAD DE LADERAS

 

·        Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, recomendó el trabajo conjunto entre las autoridades en la materia y las áreas de la Universidad Nacional

·        A pesar de que los deslaves e inundaciones se presentan todos los años, son de los fenómenos geológicos menos estudiados, dijo

 

Los deslaves y las precipitaciones pluviales afectan a seis millones de personas y provocan daños por 10 mil millones de pesos, por lo que es urgente contar con una estrategia nacional de prevención de desastres por inestabilidad de laderas, aseguró Sergio Manuel Alcocer Martínez de Castro, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

Según datos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), los fenómenos hidrometeorológicos, que incluyen precipitaciones pluviales y deslaves, ocurridos especialmente en la época de lluvias, afectaron hasta el 2002 a cerca de 6 millones de personas y provocaron pérdidas materiales de más de 10 mil millones de pesos.

 

Además, supusieron 139 mil 296 viviendas estropeadas, 514 mil hectáreas de cultivos y pastizales dañados, y 2 mil 742 kilómetros de caminos inutilizados.

 

Ante este panorama, el funcionario aseveró que un mínimo porcentaje de los recursos destinados a la reconstrucción y atención a los damnificados bastaría para implementar planes integrales de prevención, los cuales incluirían el estudio de estas porciones de terreno.

 

Los deslaves, fallas de laderas, erosión de suelos, inundaciones y represamiento de ríos, que al romperse súbitamente, a pocas horas de su formación, entierran bajo lodo a poblaciones y dañan sectores productivos e infraestructura educativa, médica, agrohidráulica, de electricidad, caminos y puentes, ganadería y sectores forestal y acuícola, son problemas recurrentes en México, sentenció.

 

Es común en las cordilleras, como las sierras madres Oriental, Occidental y del Sur, además del Eje Neovolcánico Transversal y zonas con pendientes.

 

El especialista, quien fuera coordinador de la Estrategia Nacional de Prevención y Mitigación del Riesgo por Inestabilidad de Laderas (Miladera), financiado por el Cenapred, afirmó que los análisis de suelo, que forman parte de un programa especial de prevención de desastres naturales, debe retomarse cuanto antes.

 

La inestabilidad de laderas, cuyas manifestaciones son denominadas desprendimientos, desgajamientos o desplazamientos de tierra, continuó, no sólo produce obstrucción de vías de comunicación, como carreteras y vías de ferrocarril, sino decesos y avalanchas de fango.

 

Alcocer abundó que el riesgo aumenta cuando hay asentamientos irregulares en terrenos no propicios, como cañadas, o bien al pie de taludes inseguros.

 

El régimen hidrológico provoca reblandecimiento y disminución de la resistencia del suelo, expuso, y si a ello se suma la deforestación, habrá deslizamientos. Igual sucede con los sismos, sobre todo durante estaciones pluviales, pues sus vibraciones producen reacomodos en las capas superficiales.

 

El tipo de área es otro elemento decisivo, advirtió. Las rocas, por lo general, no se desprenden, a diferencia de las estructuras granulares y cohesivas, en donde penetra el agua hasta disminuir su fortaleza y provocar, incluso, un comportamiento de fluido.

 

A pesar de su frecuencia, la inestabilidad de laderas es de los fenómenos geológicos menos estudiados, a diferencia de los temblores y volcanes. Para documentarlo, es necesario determinar cuántos ocurren, en qué regiones, cuántas y qué pérdidas provocan, entre otras cuestiones.

 

De ahí la importancia de los trabajos realizados por Alcocer Martínez de Castro, que arrojaron un programa de actividades y la formación de un comité de interesados. Se lograron acercamientos con las universidades de entidades afectadas, como Puebla y Oaxaca, y se formó una base de datos de quienes abordan esta cuestión y de sus investigaciones.

 

En una primera etapa se buscó entender la ocurrencia en términos de mecánica, de distribución espacial dentro del territorio nacional, de frecuencia e intensidad y, a partir de ello, establecer metodologías para medir el peligro en un contexto específico, donde existan poblaciones o infraestructura por proteger.

 

El siguiente paso fue crear mapas de riesgo, para establecer políticas y mitigar efectos, como la construcción de barreras de protección, o incluso, la reubicación de zonas habitadas.

 

El proyecto Miladera contempló el diseño y aplicación de técnicas para el control de la filtración y minimizarla mediante capas vegetales. Además del mapeo de geología superficial y edafología de zonas críticas, como el estado de Puebla.

 

Asimismo, la regionalización y microrregionalización de áreas susceptibles de enfrentar inestabilidad. Incluso, se consideró el uso de percepción remota e interferometría de radar para casos especiales, para tomar decisiones en tiempo real.

 

Todos estos proyectos requerían, en un lapso de cinco años, un financiamiento de alrededor de un millón de dólares. Se determinó que la instrumentación de una de las laderas, con la colocación de sensores y su conexión a alarmas, tanto para habitantes como autoridades, tendría un costo de 300 mil dólares.

 

Por todo ello, Sergio Manuel Alcocer propuso retomar este esfuerzo con el apoyo de UNAM, mediante sus institutos de Ingeniería, Geografía y Geología, para salvaguardar la vida de las personas y los bienes de producción, finalizó.

 

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Es urgente poner en marcha una estrategia nacional de mitigación de riesgos por inestabilidad de laderas, aseguró Sergio Alcocer, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

 

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Sergio Alcocer, director del Instituto de Ingeniería de la UNAM, refirió que el riesgo por inestabilidad de laderas aumenta cuando hay asentamientos humanos en terrenos no propicios.