06:00 hrs. Julio 25 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-526

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

 

RECOMIENDA ESPECIALISTA MONITOREAR LOS NIVELES DE VANADIO ATMÓSFERICO EN LA CIUDAD DE MÉXICO

 

·        Sugirió Liliana Saldívar, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM

·        De 1960 a 1990 aumentó su concentración promedio en el cuerpo humano

·        Provoca irritación pulmonar, tos, respiración con resuello, dolor de pecho y garganta, y secreción nasal

·        Dos tercios de este metal en el aire tiene origen antropogénico, debido al consumo de combustibles

 

Es necesario monitorear periódicamente los niveles de vanadio en la atmósfera de la Ciudad de México para conocer sus concentraciones y estar atentos a cualquier aumento, con el fin evitar daños a la salud, sugirió Liliana Saldívar, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.

 

Aunque no se conocen efectos fatales del vanadio en seres humanos, sí provoca irritación pulmonar, tos, respiración con resuello, dolor de pecho y garganta, y secreción nasal. Los estudios con animales expuestos a este metal blanco grisáceo, o en su forma de cristales, revelan muerte, defectos de nacimiento y lesiones en hígado y riñones.

 

En un estudio realizado en 2002 en colaboración con Teresa Fortoul, de la Facultad de Medicina de esta casa de estudios, la entrevistada concluyó que de 1960 a 1990 hubo un aumento significativo en la presencia de este elemento en el organismo humano.

 

En sí, explicó, se tomaron muestras de los pulmones de fallecidos en ese periodo para advertir los efectos de la polución. La técnica utilizada en su laboratorio fue la espectrofotometría de absorción atómica, que determina los elementos en bajas concentraciones y los diferencia de otros.

 

Al vanadio se le encuentra combinado con oxígeno, sodio, azufre o con cloruro en la corteza terrestre y en las rocas, en ciertos minerales de hierro y en depósitos de petróleo crudo que luego es convertido en combustible. Como óxido es componente de un tipo especial de acero usado en partes de automóviles, resortes y rodamientos.

 

En la década pasada, resaltó, hubo una concentración promedio de 1.36 microgramos por unidad en el organismo humano; mientras que en los sesenta llegó a 1.04 microgramos. Estos valores son mayores que los aceptados en diversos estudios internacionales. Los parámetros encontrados en los habitantes del valle de México, precisó la investigadora,  no pueden extrapolarse a todo el territorio.

 

La especialista agregó que esos índices no están correlacionados con ninguna otra variable (como sexo, hábito tabáquico, edad, causa de muerte u ocupación). “Están directamente vinculados con la contaminación ambiental”, aseveró.

 

Dos tercios del vanadio atmosférico, enfatizó, tiene origen antropogénico. Su principal utilidad se da en el consumo de gasolina, donde requiere quemarse para proporcionar energía.

 

Es tóxico al inhalarse, explicó, pero cuando se ingiere es relativamente menos dañino. Sin embargo, se ha observado una relación entre concentraciones altas y enfermedades o alteraciones en el riñón, hígado y cardiovasculares.

 

Entre más pequeñas sean sus partículas más fácil las absorberá el organismo, sobre todo el pulmón, que funciona como un filtro orgánico, por eso es el más propenso a afectarse.

 

 

Normalmente, la dosis aplicada en ratones o diferentes animales no siempre se puede extrapolar a los humanos. Faltan estudios para decir cuánto podría tolerar una persona.

 

Incluso, señaló, se ha propuesto como medicamento para bajar el nivel de colesterol, pero no se recomienda por sus efectos tóxicos, ya que provoca una sensación inicial de fatiga y letargo.

 

Por último comentó que para disminuir su presencia en la atmósfera, así como la de otros componentes nocivos, debería ponerse más énfasis en controlar las emisiones vehiculares, resultado de la quema de gasolina, concluyó.

 

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Es necesario monitorear los niveles de vanadio en la atmósfera de la Ciudad de México para conocer sus concentraciones y estar atentos a cualquier aumento, sugirió Liliana Saldívar, investigadora de la Facultad de Química de la UNAM.

 

FOTO 02

 

De 1960 a 1990 hubo un aumento significativo en la concentración de vanadio en el organismo de los habitantes de la Ciudad de México, señaló la química universitaria Liliana Saldívar.