06:00 hrs. Julio 18 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-512

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

DESCUBREN CIENTÍFICOS DE LA UNAM NUEVAS BACTERIAS QUE ESTIMULAN EL CRECIMIENTO DEL MAÍZ

 

·        También controlan fitopatógenos y degradan compuestos contaminantes del suelo: Jesús Caballero-Mellado, del CIFN

·        Podrían sustituir el uso de fertilizantes químicos en ese cultivo y otros, como caña de azúcar y café

·        "En la producción de alimentos, los microorganismos representan el recurso biotecnológico más importante con que cuenta la humanidad", opinó

 

Científicos del Centro de Investigación sobre Fijación de Nitrógeno (CIFN) de la UNAM descubrieron nuevas bacterias capaces de promover el crecimiento de las plantas de maíz, además de controlar los fitopatógenos que lo afectan, y degradar compuestos persistentes y contaminantes.

 

Pertenecen al género Burkholderia, cuyo estudio busca utilizar a estos microorganismos, fijadores de nitrógeno –es decir, capaces de transformar las moléculas de ese gas, abundante en la atmósfera, en un elemento útil para los organismos superiores–, para aumentar su productividad y disminuir el uso de fertilizantes químicos que dañan el ambiente.

 

Así lo informó Jesús Caballero Mellado, responsable de este proyecto del CIFN, con sede en Cuernavaca, Morelos, quien nombró a las nuevas bacterias como Burkholderia tropica, por encontrarse en esas zonas del planeta, asociada también a la caña de azúcar, cafeto y teozintle –ancestro del maíz actual–; y Burkholderia unamae, así llamada en honor de esta casa de estudios.

 

Además, en colaboración con investigadores de Bélgica y Estados Unidos, se describió a Burkholderia xenovorans, asociada con el café, capaz de utilizar para su crecimiento compuestos xenobióticos, sustancias contaminantes del ambiente y difíciles de degradar. Una cepa aislada en la Unión Americana ha sido utilizada en estudios de biorremediación de suelos afectados en esa nación.

 

Caballero-Mellado refirió que se analiza "la biodiversidad bacteriana, en particular la asociada con las plantas. Sabemos que pueden aportarles nutrientes o favorecer que los tomen del suelo, o bien, estimular a los vegetales a crecer más o a tener mayor actividad fotosintética; es decir, captar bióxido de carbono y transformar energía solar en compuestos orgánicos que enriquezcan las superficies”.

 

En el mundo, expuso, se conoce entre el 1 y el 5 por ciento de estos organismos, cuyo número se calcula en más de medio millón de especies: "Si conocemos esa riqueza tendremos mejores oportunidades para beneficiar su actividad en múltiples aspectos de la vida humana, como la alimentación".

 

Viven en el planeta desde antes de que apareciera el hombre. Ahora el objetivo es usarlos en beneficio de los productores del campo y evitar la contaminación por fertilizantes minerales. “Tratamos de utilizar el recurso biotecnológico más importante con que cuenta la humanidad para la producción de comida”, afirmó.

 

Recordó que el género Burkholderia ya era conocido, pero sólo se sabía de una especie fijadora de nitrógeno. Sin embargo, en el 2001 los universitarios dieron a conocer en la revista Applied and Enviromental Microbiology que había más sin describir.

 

“Hicimos ese primer hallazgo al estudiar la planta del maíz. Ubicamos sus características fenotípicas y genotípicas, y empezamos a describir otras”, señaló. Los artículos donde se detallan sus características están aceptados para su publicación en el International Journal of Systematic and Envolutionary Microbiology.

 

Debido a que este estudio comenzó hace tres años aún no se establece en qué porcentaje podría incrementarse el desarrollo de la planta. Las pruebas realizadas en invernadero arrojan un 30 por ciento por sobre las “testigo”, pero podría aumentar, aunque hay que ensayar con diversos cultivos.

 

La Burkholderia unamae, que ha recibido mayor atención por parte de los científicos universitarios, enfatizó, sobrevive y prolifera alrededor y sobre la superficie de las raíces, por lo que ha sido definida como rizosférica y endófita; es decir, tiene capacidad de penetrar la planta y colonizar, incluso, el tallo.

 

Junto con un equipo de colaboradores, el especialista intenta dilucidar con precisión cómo se distribuye dentro del vegetal. “Una de las estudiantes de doctorado introduce los llamados ‘genes reporteros’, que informen dónde se aloja y multiplica el microorganismo”, reveló.

 

Una de las características que más interesa determinar es, precisamente, su aporte de nitrógeno. En los medios de cultivo del laboratorio sí lo hace; sin embargo, la acción bacteriana no se expresa forzosamente en condiciones naturales, en el campo.

 

También falta por definir la capacidad de transferir ese gas, ya sea desde el ambiente o desde su interior. “Es parte de la investigación actual”, aseguró. Otra de las metas es precisar las funciones para las cuales cada especie puede ser más útil, ya sea para fijar compuestos, antagonizar patógenos o degradar compuestos contaminantes.

 

Por el momento, es evidente que promueven el crecimiento del follaje y no sólo de la raíz. Sus tallos son visiblemente más gruesos que en las usadas como “control”, y las hace más resistentes, aún a pesar de factores como el viento, que en ocasiones las dobla. “Con este sistema eso no ocurriría”, abundó Jesús Caballero-Mellado.

 

También producen sustancias que inhiben el desarrollo de elementos nocivos. Son los sideróforos, moléculas que al atrapar el hierro –fundamental para la vida al estar involucrado en las reacciones enzimáticas– impiden su uso por microorganismos dañinos para los cultivos, como ciertos hongos.

 

“Espero que en cinco o seis años ya se hayan desarrollado experimentos de campo en distintas regiones del país, suelos y climas, y con diferentes plantas”, expresó. Por ahora se han concluido los aspectos más básicos, que redundarán en su aplicación.

 

 

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Científicos del CIFN descubrieron nuevas bacterias capaces de promover el crecimiento de las plantas de maíz, además de controlar los fitopatógenos que lo afectan, y degradar compuestos persistentes y contaminantes, informó Jesús Caballero-Mellado.

 

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Nuevas bacterias descubiertas por Jesús Caballero-Mellado, del CIFN de la UNAM, promueven el crecimiento del follaje y de la raíz de las plantas de maíz, cuyos tallos se vuelven visiblemente más gruesos y resistentes.