06:00 hrs. Julio 16 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-508

Ciudad Universitaria

 

INVESTIGADORES UNIVERSITARIOS ESTUDIAN TOXINAS QUE AFECTAN A BAÑISTAS

 

·        Analizan al “dedal”, una pequeña medusa cuyo contacto con el hombre produce dermatosis 

·        Aparece en las aguas del Caribe mexicano durante la primavera, señaló Lourdes Segura Puertas, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM

·        Se ha incrementado el número de personas afectadas, a consecuencia del creciente interés por la práctica de deportes acuáticos

 

Científicos universitarios estudian la naturaleza química de las toxinas del “dedal”, un organismo marino que al tener contacto con el hombre produce una dermatosis conocida como “erupción del bañista”. Además analizan sus mecanismos de acción celular, para conocer todos sus efectos.

 

Este grupo de investigación puede considerarse pionero en un campo relativamente nuevo en México: la toxicología de cnidarios, un grupo de animales sin esqueleto, que incluye a corales, anémonas, hidrozoarios e hidras de agua dulce, señaló Lourdes Segura Puertas, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.

 

Explicó que la Linuche unguiculata es una pequeña medusa con apariencia de un dedal de costura que aparece en las aguas del Caribe mexicano durante la primavera. 

 

El contacto accidental produce una inflamación cutánea caracterizada por la aparición de pequeñas ronchas de color rojizo acompañadas de ardor y escozor, que pueden evolucionar y convertirse en pústulas, reveló.

 

La intensidad de las lesiones es variable, añadió, pueden ser aisladas y escasas, o formar cuadros graves acompañados de fiebre, cefalea, diarrea, náusea y vómito, particularmente en los niños.

 

Cuando son leves recomendó el uso de cremas o lociones calmantes. Consideró importante evitar frotarse las zonas afectadas, porque pueden evolucionar hasta generar infecciones. Los antihistamínicos orales han ofrecido buenos resultados En casos graves se han utilizado esteroides tópicos o sistémicos con resultados parciales.

 

Reconoció que hasta el momento no se ha encontrado un tratamiento eficaz para revertir totalmente los síntomas ocasionados por la erupción del bañista.

 

A decir de la especialista, no se puede considerar al “dedal” como peligroso, pues no ha habido consecuencias fatales por la aproximación accidental con este organismo. Sin embargo, se ha incrementado el número de afectados a consecuencia del creciente interés por la práctica de deportes acuáticos.

 

Segura Puertas explicó que este importante grupo de invertebrados posee numerosos organelos urticantes o nematocistos, que actúan como jeringas microscópicas que inyectan toxinas al chocar con una superficie.

 

Su tamaño varía de unos cuantos milímetros hasta 2.5 centímetros de diámetro. Se caracterizan por poseer un color café oscuro, debido a la presencia de numerosas algas simbióticas, que le proporcionan parte de sus requerimientos energéticos.

 

Es abundante en la región tropical del Atlántico occidental, particularmente a lo largo del Caribe, en las aguas de Cuba, en los Cayos de Florida, Estados Unidos, y las Bahamas. Se observa también en el archipiélago Malayo, Filipinas, en la zona norte de Australia y en São Paulo, Brasil.

 

De acuerdo con la investigadora, se han propuesto una serie de medidas preventivas para evitar y, en su caso, aminorar la reacción cutánea producida por estas medusas.

 

Sugirió usar trajes de neopreno o lycra, ya que los nematocistos no atraviesan estos materiales; evitar bañarse con agua dulce luego de una exposición; cambiarse tan pronto como sea posible y aplicarse vinagre para neutralizar la descarga de los adheridos a la piel. Es importante lavar el traje de baño con detergente, enfatizó.

 

Recordó que la “erupción del bañista” fue mencionada por primera vez en la literatura científica mexicana en 1939; no obstante, el agente causante permaneció prácticamente desconocido hasta 1994, cuando se identificó a la larva plánula del “dedal” como el agente causante de esta afección, a raíz de un brote que afectó a más de 10 mil personas en las costas de Florida, durante la primavera y el verano de 1992. 

 

Informó que las observaciones sentaron las bases para iniciar una serie de estudios sobre sus efectos tóxicos y el conocimiento de la naturaleza química de sus toxinas.

 

Estos trabajos estimularon la colaboración con especialistas de otros campos y se conformó un grupo de investigación interdisciplinario en donde se incluyeron biólogos marinos, bioquímicos, médicos y dermatólogos, concluyó Segura Puertas.

 

-0o0-