06:00 hrs. Julio 14 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-503

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

CONSIDERAN A GRAFITEROS ARTISTAS, DELINCUENTES  O VÍCTIMAS DE LA SOCIEDAD

 

·        Aseguró María Araceli Toscano Aguiar, de la ENTS, y agregó que se trata de una forma en que los jóvenes expresan un estado de ánimo o punto de vista sobre su situación

·        Con esta actividad, los muchachos buscan ingresar a bandas o Srews

 

Los grafiteros pueden ser considerados artistas, delincuentes o víctimas, según las circunstancias, pues utilizan esta forma de expresión para manifestar en forma abierta su estado de ánimo o punto de vista sobre cualquier aspecto social, económico o político.

 

Así lo consideró María Araceli Toscano Aguiar, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, quien precisó que esta actividad es anónima, pues sus realizadores firman con apodo y sólo la banda a la que pertenecen o los grupos contrarios los conoce.

 

Al referirse a una investigación que desarrolló en torno al tema, la especialista subrayó que el mayor reto de estos jóvenes es no ser sorprendidos durante la elaboración del graffiti, denominada por ellos “rifarse el físico”, pues entre mayor peligro implique más respeto adquirirán. De ahí que por lo regular son menores de 18 años, cuando todavía no pueden ser considerados delincuentes.

 

Los grupos dedicados a esta peculiar forma de arte, abundó, se llaman Srews, término del inglés norteamericano para designar a los equipos. Para ser aceptados los candidatos deben pasar por una serie de pruebas como plasmar grafías en lugares de difícil acceso.

 

Así, entre más riesgo se corra o se repita el mayor número de veces, con la firma o “placa” de su autor, se tiene mayor posibilidad de ingresar a una comunidad. Ser reconocidos por ella es un factor fundamental; incluso da estatus, expuso.

 

Este lenguaje puede ser considerado como artístico o vandálico, legal e ilegal, sostuvo Toscano Aguiar. Delictivo cuando se efectúa en superficies privadas, sin permiso previo, pues se cae en daño en propiedad ajena. Ejemplo de ello son las pinturas en bardas, baños, vagones del Metro y transportes públicos, entre otros.

 

Detalló que se trata de una actividad estética porque incluye formas, figuras, colores y contenidos, a pesar de que, en general, su creador no tiene ninguna preparación en este sentido.

 

Por lo regular, especificó, para elaborar murales se debe solicitar autorización pues son trazados que requieren mayor tiempo. Pese a ello, a los Srews les atraen las “pintas” furtivas, como pintar en el Metro, pues su obra tendrá un mayor público y cruzará toda la ciudad. Eso hace popular al autor, reconocido por su seudónimo. Además, desafiará a la autoridad y supondrá de todas sus habilidades para no ser aprendidos por la policía.

 

También pueden ser víctimas, reflexionó, porque les sirve para fugarse de la crisis actual, de su falta de estudios y de oportunidades de empleo. Consideran que la colectividad les daña y así lo expresan. Los más agresivos son los estudiantes, mientras que los de ocio son los menos instruidos y no expresan problemas sociales.

 

Pintas, rayas, graffiti, murales son sinónimos para los muchachos, expresó, pero hay diferencias en sus dimensiones, colores y formas, en la leyenda o mensajes, que abarcan aspectos de inconformidad con el acontecer diario. Su ideología es golpear a la sociedad que también los afecta.

 

Toscano Aguiar informó que este fenómeno se presenta con mayor auge en el Distrito Federal y, sobre todo, en la zona conurbada; por lo regular quienes actúan en ese perímetro provienen de la Ciudad de México.

 

En términos legales, agregó, pintar sin permiso en lugares públicos o privados es una falta administrativa, por ser un perjuicio contra la sociedad, estipulado en el artículo 239 del Capítulo Octavo del Código Penal.

 

Ahí se asienta que quien destruya o deteriore un bien ajeno o propio se le impondrán de 20 a 60 días de multa cuando el valor de lo dañado no exceda 20 veces el salario mínimo o no sea posible determinar su valor; prisión de seis meses a dos años y de 60 a 150 días de sanción cuando el monto del deterioro sea más que 20 pero no arriba de 300 jornadas diarias; cárcel de dos a cuatro años y de 150 a 400 días de multa, cuando lo dañado supere los 300, pero no 750 veces el minisalario, y de cuatro a diez años de prisión y de 400 a 600 días de correctivo, cuando el desperfecto exceda 750 veces el salario mínimo.

 

Luego de una investigación realizada entre estudiantes, y vecinos de la colonia Pedregal de Carrasco, la especialista aseveró que el graffiti no terminará mientras los jóvenes no sean escuchados. Necesitan espacios públicos para ser tomados en cuenta.

 

María Araceli Toscano señaló que este arte surgió en Estados Unidos en la década de los sesenta y se le consideró una manifestación cultural.  Tuvo mayor auge en los vagones del Metro de Nueva York, lo que provocó una imagen desagradable a la sociedad. Ello propició que se tomaran medidas extremas para eliminarla, aunque sin resultados.

 

En la misma década surgió en México por influencia de la frontera norte, pero aquí se pintaban las bardas. Esto produce el mismo efecto negativo entre los pobladores, porque no se pedía permiso y se tomaba como expresión de los llamados “chavos banda”.

 

Sin embargo, diversos sectores de la sociedad reivindicaron estas manifestaciones como artísticas, dado que lo molesto no eran las obras, sino el carecer de autorización. En la actualidad, algunos grafiteros solicitan permiso a los dueños de bardas y espacios para elaborar sus murales, ya sea en inmuebles públicos o privados.

 

Por último, recordó que la primera “pinta” de que se tiene conocimiento en México fue en la casa de Hernán Cortés, donde los habitantes reclamaban la forma como llevaba el gobierno y el maltrato a los indígenas. El conquistador solucionó este problema con consignas como “paredes blancas, papel de necios”.

 

-oOo-

 

FOTO 01

 

Los jóvenes grafiteros pueden ser considerados artistas, delincuentes o víctimas, de acuerdo con la circunstancia en que pinten sus obras, aseguró María Araceli Toscano Aguiar, profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

 

 

FOTO 02

 

La profesora universitaria María Araceli Toscano Aguiar dijo que mediante el graffiti los jóvenes expresan su estado de ánimo o punto de vista sobre la situación económica, social o política que viven.