06:00 hrs. Julio 13 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-502

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

INVESTIGAN EN LA UNAM EFECTOS DEL VIENTO

 

·        Con el Túnel de Viento, instrumento que ayuda a mejorar el diseño estructural de las construcciones

·        Contribuye a proteger a la población y busca reducir las pérdidas por 50 mil millones de pesos anuales que ocasionan estos fenómenos naturales

·        Fue construido en 1966 para realizar las pruebas de resistencia en instalaciones sedes de la Olimpiada de 1968

 

Proteger a la población del país y disminuir los daños por 50 mil millones de pesos anuales producidos por los vientos y las turbulencias marinas, son objetivos fundamentales del más grande y sofisticado laboratorio de Latinoamérica para medir las ráfagas aéreas en modelos de estructuras, operado por el Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM.

 

Se trata del Túnel de Viento, un instrumento que ayuda a proyectar el diseño más adecuado de las construcciones que son sometidas a la presión de esas corrientes. Está adscrito a la Coordinación de Estructuras y Materiales y se localiza en el sótano de la Torre de Ingeniería de esta casa de estudios.

 

En ese espacio se trabaja para obtener información de las edificaciones bajo distintas magnitudes de aire y se siguen los estándares internacionales establecidos para este tipo de pruebas, informó el profesor emérito Neftalí Rodríguez Cuevas, responsable de este centro de investigación.

En la actualidad se realizan estudios sobre la influencia y efectos de las perturbaciones de aire en la publicidad externa. “La razón es que tras el paso del último ciclón en la península de Yucatán, todos los anuncios espectaculares de las gasolineras de Petróleos Mexicanos fueron destruidos por el viento”, indicó.

 

El Túnel de Viento de la UNAM, afirmó, es el más grande de Latinoamérica y presenta características que han permitido comprobar la resistencia de diversos tipos de construcciones.

 

 Se han probado, por ejemplo, edificios en Nueva Zelanda y las compuertas de la presa La Angostura,  al reproducir los efectos de las corrientes como si fueran emanaciones de aguas turbulentas.

 

Recordó que fue construido en 1966 para realizar pruebas de resistencia en las instalaciones sede de la Olimpiada de 1968. El Palacio de los Deportes, la Alberca Olímpica y la Sala de Esgrima fueron previamente revisados con esta herramienta por especialistas universitarios, agregó.

 

Los más de 30 años que estas construcciones han soportado las corrientes de viento comprueban la eficiencia de esos controles y demuestran, una vez más, que la Universidad Nacional tiene estructuras de primer nivel y está en condiciones para continuar con la verificación de esa fuerza en materiales de todo tipo, expresó.

 

En un inicio –agregó Rodríguez Cuevas– “el laboratorio tenía un sistema de medición relativamente simple, no automatizado. A partir de 1990 se mejoró el equipo del túnel y se estableció la posibilidad de generar turbulencias controladas, así como fijar, con toda certidumbre, los niveles de velocidad”.

 

Este espacio, con características de flujo laminar o tubular, cuenta en la actualidad con una serie de sensores piezorresistentes para medir las presiones en intervalos de hasta una milésima de segundo. Está provisto de acelerómetros piezoeléctricos que determinan las aceleraciones en modelos instrumentados para estudios de aeroelasticidad, señaló.

 

Su sistema electrónico de alta velocidad de registro de datos permite procesar instantáneamente las señales y obtener información de las presiones hasta en 64 puntos de medición. Además, añadió, con cuatro computadoras para esta tarea se establece la respuesta de la estructura ante la acción del viento.

 

El profesor Neftalí Rodríguez Cuevas comentó que para producir vendavales con características especiales predeterminadas, se utiliza un inversor eléctrico controlado mediante un programa de cómputo, donde se puede cambiar la velocidad de las ráfagas en la sección de prueba.

 

Esta última es rectangular y puede realizar exámenes con modelos de hasta 80 centímetros de altura por 40 de ancho; la velocidad máxima que se alcanza es de 150 kilómetros por hora, abundó.

 

El laboratorio, dijo, dispone de un taller mecánico donde se fabrican los modelos a escala y de una biblioteca con información referente a pruebas de prototipos sometidos a este tipo de acciones. “No conozco fenómenos más interesantes que el cambio de las características del movimiento de las partículas del aíre, que con modificaciones aparentemente insignificantes en humedad y temperatura, se altera radicalmente”, concluyó.

 

 

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Foto 01

 

El Instituto de Ingeniería de la UNAM cuenta con el más grande laboratorio de toda Latinoamérica para medir los efectos del viento, comentó el profesor emérito Neftalí Rodríguez Cuevas.

 

Foto 02

 

El Túnel de Viento de la UNAM maneja programas para obtener información de las estructuras ante la acción del viento, señaló Neftalí Rodríguez Cuevas, responsable de este espacio de investigación.

 

Foto 03

 

El Túnel del Viento, adscrito a la Coordinación de Estructuras y Materiales, localizado en el sótano de la Torre de Ingeniería de la UNAM, fue construido en 1966, informó Neftalí Rodríguez Cuevas.