06:00 hrs. Julio 12 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-499

Ciudad Universitaria

 

Pies de foto al final del boletín

 

DISMINUYE EN MÉXICO LA DESNUTRICIÓN INFANTIL

 

·        Pero su afectación en el crecimiento aún constituye un importante problema de salud, informó Alejandra Sánchez, académica de la FM de la UNAM

·        El 28 por ciento de los niños mexicanos padece retardo en su talla, pero sin ninguna repercusión en su estado nutricional, indicó

·        Cuando es grave surgen carencias vitamínicas y una mayor predisposición a padecer enfermedades infecciosas que podrían ocasionar la muerte, destacó

 

La desnutrición infantil en México ha disminuido en forma considerable; sin embargo, los casos que persisten afectan al crecimiento de  los menores y aún constituye un importante problema de salud, afirmó Alejandra Consuelo Sánchez, profesora del Posgrado de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

 

Lo ideal, abundó, sería que en el país no hubiera un solo niño mal alimentado. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999, editada por el Instituto Nacional de Salud Pública, había en la república 4 millones 480 mil 100 menores de cinco años con alguna carencia en su ingesta, de los cuales 800 mil presentaban alto riesgo.

 

Aunque en los últimos años esta cifra ha descendido en un 2 por ciento, el desmedro o retardo en la talla continúa como una rémora, pues todavía un 28 por ciento de infantes lo padece, pero ya sin perjudicar su estado nutricio, indicó.

La especialista en gastroenterología pediátrica recordó que de acuerdo con la Secretaría de Salud, este problema es la undécima causa de muerte en el territorio.

 

En ese sentido, añadió, los estados del norte tienen mucho menos repercusión que los del sur. Guerrero, Yucatán, Puebla, Oaxaca y Chiapas presentan una prevalencia moderada, mientras que en Tamaulipas, Sinaloa, Jalisco, Durango, Coahuila, Baja California y Sonora es inferior al 8 por ciento.

 

Explicó que la desnutrición trae como consecuencia una falta de aporte energético: “Cuando es aguda sólo influye en el peso; pero si es crónica, entonces también interviene en la talla”. Si bien una estatura baja puede ser consecuencia de diversos procesos o enfermedades, su causa más común es la carencia de sustancias elementales en los momentos iniciales de la existencia, enfatizó.

 

Normalmente, dijo, los médicos tienen parámetros para tasar esa situación en los niños. En términos generales, se hace una correlación entre peso, edad y talla. El vínculo entre los dos primeros se utiliza en el primer año de vida; después se hace entre peso y talla, para determinar si hay un crecimiento irregular.

 

Así, ejemplificó, los pacientes con cardiopatías congénitas, enfermedades renales, hepáticas o pulmonares crónicas o cáncer, tienen dificultades para ganar altura porque su metabolismo se encuentra incrementado, tienen mayor requerimiento energético o su mismo padecimiento les dificulta la alimentación.

 

En otro caso, los menores con daño neurológico, tumor o asfixia perinatal presentan dificultad para comer debido a que su mecanismo de deglución se encuentra inmaduro o poco desarrollado, abundó.

 

En términos generales, precisó, el organismo del desnutrido busca el equilibrio y se adapta para vivir con los mínimos nutrientes. Por ello, hará sacrificio en sus funciones, como el metabolismo, por lo que la actividad física disminuirá y presentará sueño, irritabilidad, mala relación con el medio ambiente y bajo aprovechamiento escolar.

 

No obstante, cuando esta situación se agrava surgen carencias vitamínicas y una mayor predisposición a sufrir enfermedades infecciosas que, incluso, podrían ocasionar la muerte, destacó.

 

Lo primero que hace un médico con un sujeto con estas características, acotó, es identificar la causa e implementar medidas terapéuticas específicas, como prescribir una dieta acorde con sus requerimientos, que deberá ser suficiente en aporte calórico, balanceada y adecuada a las condiciones particulares de peso, edad y talla.

 

La mejor prevención, recomendó, consiste en educar a la madre desde el embarazo, para que lleve una buena alimentación y así sus hijos nazcan bien nutridos, destacó.

 

Además, es necesario dar a los menores un seguimiento pediátrico. “Se recomienda que la vigilancia al crecimiento sea mensual en el primer año de vida. Después de este periodo debe darse cada tres meses”, precisó.

 

Dicha instrucción implica conocer perfectamente lo que debe y no debe de comer un niño, ayudar a eliminar los malos hábitos y, por lo tanto, la inadecuada ingesta de nutrientes, concluyó.

 

-o0o-

 

FOTO 01

 

Cuando la desnutrición es grave, surgen carencias vitamínicas y una mayor predisposición a padecer enfermedades infecciosas que podrían ocasionar la muerte, destacó Alejandra Sánchez, profesora del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM.

 

FOTO 02

 

El 28 por ciento de los niños mexicanos padecen retardo en el crecimiento, indicó la profesora Alejandra Sánchez, del Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM