11:30 hrs. Julio 05 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-482

Ciudad Universitaria

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CONSTRUIR ACUERDOS, SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS NACIONALES

 

·        Indicó Armando Labra Manjarrez, secretario Técnico del Consejo de Planeación de esta casa de Estudios

·        Deben cerrarse las brechas de desigualdad que caracterizan a Latinoamérica y, desde luego, a México, refirió

·        La anterior rebasa el ámbito nacional, para ubicarse como parte de la negociación política y económica que define nuestra posición en el continente americano

 

Para superar el estancamiento de la economía y la indeterminación de los procesos políticos que se viven en nuestro país, se debe “materializar el acuerdo entre los mexicanos” y modificar “lo que otros han decidido por nosotros”. “Hoy nos corresponde asumir nuestro destino”, señaló Armando Labra Manjarrez, secretario Técnico del Consejo de Planeación de esta casa de estudios.

 

Lo anterior, abundó, implica construir un “Consenso de México”, similar al norteamericano; una tarea difícil de instrumentar porque rebasa incluso el ámbito nacional, para ubicarse como parte de la negociación política y económica que define nuestra posición en el continente americano.

 

A mediados de 1989, explicó, surgió en Estados Unidos el llamado “Consenso de Washington”, que originó en nuestro país medidas predominantemente económicas y, posteriormente, de carácter político, jurídico y cultural.

 

 

En principio, dijo, deben cerrarse las brechas de desigualdad que caracterizan a Latinoamérica y, desde luego, a México. No sólo por razones éticas o morales. La forma de sostener el crecimiento, avanzar en el desarrollo y asegurar la estabilidad y gobernabilidad se finca en construir una sociedad sin mayorías miserables ni minorías ofensivamente opulentas.

 

Labra Manjarrez agregó que la lucha contra estos flagelos podría iniciar en cuatro grandes planos. En primer lugar, se requiere superar el antagonismo entre Estado y mercado, para armonizar los esfuerzos conjuntos y asegurar el progreso. Ello implica ampliar el espectro de la política económica a fin de incorporar empleos permanentes, productivos, bien remunerados y dignos.

 

Segundo, jerarquizar la asignación de recursos públicos para fijar prioridades; afianzar los derechos sociales y restaurar e integrar las disposiciones industriales y agropecuarias como eje de la manufactura, exportación y servicios, para equilibrar las medidas proteccionistas de los socios comerciales y asegurar la existencia competitiva de las empresas nacionales.

 

Tercero, desplegar una nueva hacienda pública redistributiva, para sustentar las acciones anticíclicas que mantengan el ritmo de crecimiento en los mercados interno y externo, indicó durante la conferencia Para construir el consenso de México. Reformar las reformas.

 

Por último, reorientar el funcionamiento del sistema bancario y del Banco Central, abatir la especulación y el rentismo, que explican en buena medida tanto el estancamiento productivo, como el aumento alarmante de los niveles de desempleo y subempleo, expresó en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

 

Atacar la desigualdad, prosiguió, demanda ampliar el gasto social como derecho irrenunciable y como no programable en el gobierno federal. Mientras la política económica genere pobreza será insuficiente la directriz social, por ello se propone superar los enfoques dadivosos y explorar nuevas medidas.

 

 

 

Entre ellas, desfocalizar los programas oficiales de combate a la pobreza, ampliar su cobertura, vincular las acciones gubernamentales a la producción sistematizada de los beneficiarios, y superar las acciones individualizadas.

 

Además, convocar y cohesionar a las comunidades desfavorecidas para definir conjuntamente la naturaleza de sus problemas y sobre todo, sus soluciones y aportes; desplegar una política hacendaria redistributiva a través del gasto y desconcentradora del ingreso y la riqueza por la vía tributaria, así como por el uso adecuado de la deuda y el crédito públicos.

 

Pero, sostuvo, no es suficiente ni recomendable que sólo el gobierno promueva el esfuerzo. Es menester involucrar a la sociedad organizada y  compartir la tarea. Corresponde a la administración prohijar los procesos democráticos, animar la participación común y comprometida, no la individual diseminada.

 

La población debe asumir compromisos a través de organizaciones que respondan a la apetencia política e ideológica; de partidos políticos que construyan ofertas diferenciadas, proyectos colectivos asentados en definiciones doctrinarias, liderazgos y disciplinas militantes coherentes y claras; y de asociaciones políticas que, a diferencia de instituciones partidistas, buscan ejercer e influir en el poder, así como ofrecer una opción a la ciudadanía que, en efecto, asegure el logro de reivindicaciones sociales específicas o generales.

 

Ello, finalizó, no significa cerrarse a los procesos globales, pero sí considerar que no son un fin en sí mismo y que, como país en desarrollo, debe involucrarse en sus propios términos, no en los establecidos por los mercados internacionales, las instancias multilaterales o los consensos ajenos. En ese horizonte de reflexión se debería analizar “qué tan globalizada está en realidad la economía”.

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

Armando Labra y Julio Zamora en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, donde el primero dictó la conferencia “Para construir el consenso de México. Reformar las reformas”.

 

Foto 2

Armando Labra, secretario Técnico del Consejo de Planeación de la UNAM, dijo que para superar el estancamiento económico y político que vive la nación, deben construirse consensos entre los mexicanos.