Boletín UNAM-DGCS-403
Ciudad
Universitaria
Pies de foto al
final del boletín
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En México pueden hacerlo las empresas integradoras que otorgan servicios
especializados a las razones sociales asociadas, sin perder su autonomía
económica ni de gestión
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Consideró Isabel Rueda Peiro, del IIEc
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Su utilidad fue en 1993 de 0.35 por ciento, y en 1998 de 0.31, destacó
María Antonieta Martín, de la FCyA
Agruparse para vender es una de las
alternativas para que la industria del vestido repunte. “Este ha sido el gran
éxito de los llamados consorcios italianos, de donde el gobierno mexicano tomó
la figura de empresa integradora”, señaló Isabel Rueda Peiro, del Instituto de
Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
La especialista universitaria dictó la
conferencia La industria de la confección
en México en tiempos de crisis y globalización, en el Auditorio Ricardo Torres Gaitán de la Torre II de
Humanidades.
Dichas corporaciones, explicó, otorgan
servicios especializados como comercializar la producción, comprar materias
primas o maquinaria, o capacitar a la fuerza de trabajo, entre otros, a las
razones sociales asociadas, sin que ellas pierdan su autonomía económica ni de
gestión.
En China, por ejemplo, el ascenso de las exportaciones
se basó en pasar de fabricar prendas con insumos nacionales, como telas,
adornos, botones o hilos, para después
diseñar –en toda la etapa productiva es la que mayor valor agregado ofrece, y
es donde está la fuerza de trabajo más calificada– y suministrar marcas
propias.
Los mismos empresarios señalan que el
crecimiento “consiste en superar la mera elaboración de artículos diseñados por
las compañías líderes, que se encargan también de vender el producto”, refirió.
Al respecto, María Antonieta Martín, de la
Facultad de Contaduría y Administración, en la conferencia Salarios mínimos y costos laborales en la industria del vestido en
México, analizó datos del sector ofrecidos por el Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática.
El número de trabajadores se duplicó de 1993
–antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte– a 1998. En el primer
año mencionado se registraron 200 mil 612 y en el segundo 457 mil 101 sujetos.
Si a principios de esa década por cada trabajador hombre había tres empleadas,
a finales era de un varón por dos mujeres.
Sin embargo, las remuneraciones en 1993, en
salarios y prestaciones, fueron de dos mil 129 millones de pesos
aproximadamente contra 10 mil 274 millones de pesos en 1998. Si se divide el
número total de asalariados entre la cantidad por los salarios, se obtiene un
promedio de entre dos y 2.5 salarios mínimos y eso, dijo, sólo en las
maquiladoras, pero debería tomarse en cuenta a los grupos informales, que no
tienen seguridad social, por ejemplo.
Además, el Estado no recauda Impuesto sobre la
Renta con ese nivel. Debe considerarse que los patrones aportan un 37 por
ciento más, por cuotas al Infonavit, Fondo de Retiro, pago al Instituto
Mexicano del Seguro Social y, en su caso, impuesto local sobre nóminas, aseveró
en el Foro Retos y alternativas de la
industria del vestido en México.
Por otra parte, indicó, la utilidad de esta
industria fue en 1993 de 0.35 por ciento, y en 1998 de 0.31; por eso, muchos
empresarios meten su dinero al banco, que da el uno por ciento anual, sin
arriesgar el capital.
En esas condiciones, preguntó María Antonieta
Martín, ¿cómo va a competir el industrial nacional con una maquiladora que trae
maquinaria casi nueva, financiamientos bajos y gran capital?
Ante este panorama, insistió, el gobierno,
empresarios y académicos deben repensar las políticas de México y apoyar a los
empleadores mexicanos para que obtengan créditos con el fin de modernizar sus
equipos, capacitar a sus empleados y no fincar el desarrollo de un país en las
manufacturas para ensamblaje.
Se nos olvida que un país sin industria no
tiene futuro. “Si seguimos como hasta ahora, la actual política económica no
prosperará”, concluyó.
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Foto 01
Isabel Rueda, del
Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, recomendó a la industria
del vestido agruparse para vender. Este ha sido el gran éxito de los llamados
consorcios italianos, de donde el gobierno mexicano tomó la figura de empresa
integradora.
Foto 02
María Antonieta
Martín Granados, de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM,
destacó que gobierno, empresarios y académicos deben repensar las políticas de
México y apoyar a los empleadores mexicanos para que obtengan créditos; sólo
así podrán competir.