06:00 hrs. Mayo 26 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-390

Ciudad Universitaria

 

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NO ES FACTIBLE UN ACUERDO MIGRATORIO CON ESTADOS UNIDOS EN ESTE AÑO

 

·        La “enchilada completa” no es viable en el corto plazo, expresó la investigadora del CISAN, Mónica Verea

·        Por las nuevas circunstancias de seguridad nacional en la región de América del Norte, señaló

 

No es factible que este año Estados Unidos negocie con México un acuerdo bilateral en materia migratoria, aseguró la investigadora Mónica Verea, al precisar que los millones de indocumentados de origen mexicano en el vecino país transformaron sus características socioeconómicas durante los noventa.

 

Al participar en la mesa redonda Los programas del bracero. Lecciones del pasado para el presente y el futuro, agregó que un convenio al estilo de la “enchilada completa”, no es viable en el  corto plazo, dadas las nuevas circunstancias de seguridad nacional  en la región de América del Norte.

 

En este sentido, la especialista del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) consideró mucho más sano negociar por partes el convenio original y no pretender acciones más ambiciosas. Ello, explicó, porque no es lo mismo acordar un programa bilateral de trabajadores temporales, que pretender una amnistía para muchos connacionales.

 

En ese marco, opinó que sería conveniente solicitar un mayor número de visas temporales en diversas categorías para los mexicanos, pues en el 2002, el 21 por ciento del total de las admisiones fue asignado a esta nacionalidad; es decir, 219 mil permisos del total de un millón 63 mil. De las cuales, 96 mil 368 fueron para laborar en aquella nación.

 

Sin embargo, advirtió, los esquemas transitorios no detienen a la población y tampoco proveen de una alternativa a largo plazo para permanecer en su entidad. Por ello, el desarrollo económico de México es un elemento clave para disminuir la presión por desplazarse.

 

En el auditorio “Mario de la Cueva” de la Torre II de Humanidades, Verea expuso que se han registrado importantes cambios demográficos, económicos y políticos en Estados Unidos durante la última década, donde las tendencias de una sociedad vieja, como la estadounidense, seguirán creando diversas alternativas para los migrantes potenciales, tanto de alta como de baja capacitación.

 

En ese periodo, la mano de obra con documentos y sin ellos fue contratada en múltiples sectores de la economía norteamericana, pero al mismo tiempo se “selló” la frontera sur con el fin de controlar los flujos poblacionales.

 

El presupuesto se cuadruplicó en el mismo lapso, y resultó en un aumento de tres veces el número de patrullas fronterizas, situación que se recrudeció a partir del 11 de septiembre de 2001, con un proceso de militarización de las fronteras para controlar su seguridad nacional.

 

Por otro lado, expresó Verea, hubo un cambio en el patrón de estancia. Hasta 1993 el 20 por ciento regresó a su casa después de seis meses; en 1997 la cifra descendió al 15, y para el 2000 sólo el 7 por ciento de ellos registró ese fenómeno de circularidad.

 

Al mismo tiempo, el traslado hacia esa economía pasó de ser masculino a  familiar, y se registró una multiplicidad en los estados de origen y destino, lo que propició la dispersión de connacionales en la Unión Americana.

 

También dejó de ser agrícola para volverse multisectorial y de tener una estadía temporal a otra permanente. La investigadora subrayó que actualmente 8.2 millones de ciudadanos estadounidenses son hijos de padres nacidos en México, mientras que 7.8 millones son mexicanos de segunda generación.

 

Por otro lado, Verea se refirió a  los 22 años de duración del Programa de Braceros, que abarcó de 1942 a 1964, para dotar de fuerza laboral a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Precisó que en ese lapso, las autoridades mexicanas demostraron un desconocimiento de la situación que padecían sus ciudadanos en Norteamérica y sólo hubo protestas por actos discriminatorios que jamás dejaron de ocurrir.

 

Al respecto, Bárbara Driscoll, también investigadora del CISAN, señaló que los negociadores sugirieron que el 10 por ciento de los sueldos fuera deducido, para regresarlo en términos teóricos a México en beneficio de los empleados.

 

A finales de 1943 casi 12 millones de pesos se juntaron en las cuentas de ahorro de estos campesinos y únicamente 2 millones 600 mil pesos retornaron a sus dueños. Para enero de 1945, el monto llegó a más de 70 millones y los compatriotas comenzaron a describir en su correspondencia los problemas con sus depósitos.

 

Por su parte, Fernando Alanís, de El Colegio de San Luis, se refirió al tema de la migración mexicana en las primeras décadas del siglo XX. Expuso que los grupos que conformaron este flujo en el periodo 1917-1921 eran exiliados políticos, refugiados y trabajadores con sus familias, que anualmente cruzaban la frontera de manera clandestina.

 

En aquella época eran contratados por agentes y oficinas del gobierno estadounidense, bajo programas temporales agrícolas y de otro ramo, ante la gran demanda de mano de obra. Eran relaciones unilaterales, esporádicas, pero a gran escala, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 01

 

Bárbara Driscoll, investigadora del CISAN, expuso el caso de los braceros mexicanos que trabajaron en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y a quienes les retuvieron sus ahorros.

 

 

Foto 02

 

El profesor Fernando Alanís se refirió en la UNAM al tema de la migración mexicana en las primeras décadas del siglo XX, al participar en la mesa redonda Los programas del bracero. Lecciones del pasado para el presente y el futuro.

 

 

Foto 03

 

No es factible que este año la Unión Americana negocie con México un acuerdo bilateral en materia migratoria, aseguró Mónica Verea, especialista del Centro de Investigaciones sobre América del Norte.