Boletín UNAM-DGCS-390
Ciudad
Universitaria
Pie de fotos al final del boletín
NO ES FACTIBLE UN
ACUERDO MIGRATORIO CON ESTADOS UNIDOS EN ESTE AÑO
·
La “enchilada completa” no es viable en el
corto plazo, expresó la investigadora del CISAN, Mónica Verea
·
Por las nuevas circunstancias de seguridad
nacional en la región de América del Norte, señaló
No es factible que este año
Estados Unidos negocie con México un acuerdo bilateral en materia migratoria,
aseguró la investigadora Mónica Verea, al precisar que los millones de
indocumentados de origen mexicano en el vecino país transformaron sus
características socioeconómicas durante los noventa.
Al participar en la mesa
redonda Los programas del bracero. Lecciones del pasado para el presente y el
futuro, agregó que un convenio al estilo de la “enchilada completa”, no es
viable en el corto plazo, dadas las
nuevas circunstancias de seguridad nacional
en la región de América del Norte.
En este sentido, la
especialista del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN)
consideró mucho más sano negociar por partes el convenio original y no
pretender acciones más ambiciosas. Ello, explicó, porque no es lo mismo acordar
un programa bilateral de trabajadores temporales, que pretender una amnistía
para muchos connacionales.
En ese marco, opinó que sería
conveniente solicitar un mayor número de visas temporales en diversas
categorías para los mexicanos, pues en el 2002, el 21 por ciento del total de
las admisiones fue asignado a esta nacionalidad; es decir, 219 mil permisos del
total de un millón 63 mil. De las cuales, 96 mil 368 fueron para laborar en
aquella nación.
Sin embargo, advirtió, los
esquemas transitorios no detienen a la población y tampoco proveen de una
alternativa a largo plazo para permanecer en su entidad. Por ello, el
desarrollo económico de México es un elemento clave para disminuir la presión
por desplazarse.
En el auditorio “Mario de la
Cueva” de la Torre II de Humanidades, Verea expuso que se han registrado
importantes cambios demográficos, económicos y políticos en Estados Unidos
durante la última década, donde las tendencias de una sociedad vieja, como la
estadounidense, seguirán creando diversas alternativas para los migrantes
potenciales, tanto de alta como de baja capacitación.
En ese periodo, la mano de obra
con documentos y sin ellos fue contratada en múltiples sectores de la economía
norteamericana, pero al mismo tiempo se “selló” la frontera sur con el fin de
controlar los flujos poblacionales.
El presupuesto se cuadruplicó
en el mismo lapso, y resultó en un aumento de tres veces el número de patrullas
fronterizas, situación que se recrudeció a partir del 11 de septiembre de 2001,
con un proceso de militarización de las fronteras para controlar su seguridad
nacional.
Por otro lado, expresó Verea,
hubo un cambio en el patrón de estancia. Hasta 1993 el 20 por ciento regresó a
su casa después de seis meses; en 1997 la cifra descendió al 15, y para el 2000
sólo el 7 por ciento de ellos registró ese fenómeno de circularidad.
Al mismo tiempo, el traslado
hacia esa economía pasó de ser masculino a
familiar, y se registró una multiplicidad en los estados de origen y
destino, lo que propició la dispersión de connacionales en la Unión Americana.
También dejó de ser agrícola
para volverse multisectorial y de tener una estadía temporal a otra permanente.
La investigadora subrayó que actualmente 8.2 millones de ciudadanos
estadounidenses son hijos de padres nacidos en México, mientras que 7.8
millones son mexicanos de segunda generación.
Por otro lado, Verea se refirió
a los 22 años de duración del Programa
de Braceros, que abarcó de 1942 a 1964, para dotar de fuerza laboral a Estados
Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Precisó que en ese lapso, las
autoridades mexicanas demostraron un desconocimiento de la situación que
padecían sus ciudadanos en Norteamérica y sólo hubo protestas por actos
discriminatorios que jamás dejaron de ocurrir.
Al respecto, Bárbara Driscoll,
también investigadora del CISAN, señaló que los negociadores sugirieron que el
10 por ciento de los sueldos fuera deducido, para regresarlo en términos
teóricos a México en beneficio de los empleados.
A finales de 1943 casi 12
millones de pesos se juntaron en las cuentas de ahorro de estos campesinos y
únicamente 2 millones 600 mil pesos retornaron a sus dueños. Para enero de
1945, el monto llegó a más de 70 millones y los compatriotas comenzaron a
describir en su correspondencia los problemas con sus depósitos.
Por su parte, Fernando Alanís,
de El Colegio de San Luis, se refirió al tema de la migración mexicana en las
primeras décadas del siglo XX. Expuso que los grupos que conformaron este flujo
en el periodo 1917-1921 eran exiliados políticos, refugiados y trabajadores con
sus familias, que anualmente cruzaban la frontera de manera clandestina.
En aquella época eran
contratados por agentes y oficinas del gobierno estadounidense, bajo programas
temporales agrícolas y de otro ramo, ante la gran demanda de mano de obra. Eran
relaciones unilaterales, esporádicas, pero a gran escala, concluyó.
-o0o-
Foto 01
Bárbara Driscoll,
investigadora del CISAN, expuso el caso de los braceros mexicanos que
trabajaron en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, y a quienes
les retuvieron sus ahorros.
Foto 02
El profesor Fernando
Alanís se refirió en la UNAM al tema de la migración mexicana en las primeras
décadas del siglo XX, al participar en la mesa redonda Los programas del
bracero. Lecciones del pasado para el presente y el futuro.
Foto 03
No es factible que este año la Unión Americana negocie con México un acuerdo bilateral en materia migratoria, aseguró Mónica Verea, especialista del Centro de Investigaciones sobre América del Norte.