06:00 hrs. Mayo 23 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-384

Ciudad Universitaria

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INCREMENTARÍA LA POBREZA EL CAMBIO CLIMÁTICO, POR FALTA DE PREVENCIÓN

 

·        Los escenarios futuros sobre temperatura deben considerar panoramas socioeconómicos y poblacionales, afirmó Cecilia Conde, del CCA de la UNAM

·        Estas acciones y análisis deben involucrar a la gente que sería afectada por esos fenómenos, dijo

 

Los cambios climatológicos deben estar incluidos en los programas de prevención de desastres, a fin de prevenir que se vulneren las actividades de desarrollo o se incremente la pobreza, afirmó la doctora Cecilia Conde, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

 

Indicó que los escenarios futuros deben construirse con base en las emisiones de bióxido de carbono y otros contaminantes, así como a partir de panoramas socioeconómicos y poblacionales.

 

En nuestro país no existen condiciones  para enfrentar este problema con acciones efectivas, dijo al dictar la conferencia Cambio y vulnerabilidad climáticos en México.

 

Su formulación debería formar parte de planes de crecimiento, erradicación de la miseria o de previsión ante contingencias naturales para hacerlas viables, precisó.

 

Reconoció que aunque el gobierno mexicano ha firmado protocolos internacionales, como el de Kioto, Japón –de 1997, para detener la expulsión de gases de “efecto invernadero”–, no es suficiente. La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) “podría incluir este aspecto en sus políticas para hacer avanzar el campo”.

 

Lo mismo debe ocurrir entre quienes manejan la situación forestal y del agua. “Pensemos en qué tipo de bosques queremos, si existirán las condiciones para ello; discutamos cómo será la temperatura en los próximos años para planear el nivel de las presas, si es que se determina que lloverá mucho más, por ejemplo”, aseveró.

 

Además, en las acciones y estudios debe involucrarse a los actores, a la gente que será afectada por los fenómenos asociados. “Se debe discutir qué les interesa saber y cómo creen que podría hacerse”. Se requiere también, la conformación de equipos interdisciplinarios en ciencias sociales, economía y física de la atmósfera, entre otros.

 

Cecilia Conde dijo que en estos análisis se incluyen categorías de alteración, porque deben construirse estrategias y políticas de adaptación que permitan enfrentar situaciones futuras. Con base en estos aspectos, y en modelos de agricultura, hidrológicos y forestales, se hace una evaluación de posibles repercusiones. El objetivo es reducir la vulnerabilidad y aumentar la capacidad adaptativa actual y futura.

 

Entre las novedades propuestas por la especialista se encuentra la puesta en marcha de un sistema que registre los cambios climáticos y se establezcan soluciones con sus respectivas limitantes, para que permitan una estimación integral.

 

Un sistema de riesgo, puntualizó la científica, se refiere a la exposición al sistema estudiado o qué tan sensible se es a ciertas modificaciones, y cuál es su capacidad de habituamiento.

 

En las transformaciones naturales hay rangos de tolerancia no sólo para los sistemas biofísicos, sino sociales. Empero, hay eventos que rebasan esos umbrales y generan daño. Se habla de la fragilidad de un sistema, donde “no sólo se trata de investigar esta condición, sino de ahondar en los aspectos socioeconómicos”.

 

Debe plantearse el futuro del planeta bajo dos términos: si seguirán emitiendo gases de efecto invernadero o se aplicarán medidas de mitigación, si triunfarán los convenios internacionales y qué tipos de colectividades se crearán. También debe considerarse que buena parte de los contaminantes de las últimas décadas permanecen en la atmósfera.

 

Se requiere hacer un buen diagnóstico del clima, condiciones socioeconómicas, susceptibilidades y de adecuación actuales, para luego hacer proyecciones, abundó Conde.

 

Además, expuso, las ciencias sociales han considerado esta magnitud como si fuera eterna y no como un factor que pueda aumentar la pobreza o bloquear el desarrollo del país. De ahí que se requiera una fuerte interacción con los sectores de gobierno que hacen predicciones de crecimiento.

 

Usualmente, recordó, dichos estudios establecían escenarios de modificaciones en precipitación, temperatura y radiación, elementos que se incluían en un modelo de impacto y según los resultados se proponía incrementar el uso de fertilizantes o cambiar semillas, por mencionar dos casos.

 

En la actualidad, se pretende determinar desde el principio cuál sería el peligro actual y el rango de tolerancia al que los agricultores podrían amoldarse, como sería, por ejemplo, 20 por ciento menos de lluvia y dos grados más de calor, que no impliquen la pérdida de cosechas.

 

Para caracterizar esa posibilidad se requiere conocer la amenaza, sector –porque un mismo evento podrá ser perjudicial sólo para un grupo, como los agricultores de maíz de temporal– y consecuencias.

 

“Se debe evaluar la debilidad inicial para saber cómo puede ser enfrentada, integrar a los actores, determinar cuál es la capacidad de cambio presente, discutir escalas de espacio y tiempo, e incertidumbres de lo global a lo local y viceversa”, insistió.

 

Se busca un desarrollo socioeconómico, tecnológico y energético global y regional para todos. “Hay que tomar decisiones fuertes, y la primera se refiere al futuro de la Tierra”, concluyó la experta.

 

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Foto 01

Cecilia Conde, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, dijo que los programas de prevención de desastres deben incluir aspectos de cambio climatológico que pudieran vulnerar las actividades de desarrollo e incrementar la pobreza.

 

Foto 02

En nuestro país no existen condiciones para enfrentar los desastres naturales con acciones efectivas, señaló Cecilia Conde, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.