Boletín UNAM-DGCS-263
Ciudad Universitaria
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ADVIERTEN SOBRE RIESGOS DE TOXICIDAD EN PLANTAS MEDICINALES
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El investigador del
Instituto de Química de la UNAM, Mariano Martínez Vázquez, aseguró que algunas
de estas especies contienen sustancias que dañan al organismo
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Estudios químicos y
farmacológicos han detectado efectos agudos o letales en algunas especies
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México cuenta con
aproximadamente tres mil o cuatro mil ejemplares naturales
Las plantas medicinales pueden
poner en peligro la salud de las personas, si su uso no es supervisado por un
especialista, ya que algunas consideradas sintóxicas, como el anís de estrella,
el capulín o la lantana, contienen sustancias que al ser ingeridas causan daño
al organismo, alertó Mariano Martínez Vázquez, premio en Medicina Tradicional e
investigador del Instituto de Química (IQ) de la UNAM.
La intoxicación por
lantana afecta al hígado, a la mucosa
digestiva y puede producir acción fotosensibilizadora en la piel; el tallo,
hojas y semillas de capulín contienen veneno; mientras que una variedad del
anís puede producir convulsiones.
No obstante que estudios
químicos y farmacológicos realizados en diferentes países desde hace varios
años, han detectado en algunas especies efectos agudos o letales que ocasionan
la muerte de los organismos expuestos, como expresó el científico
universitario, quien recordó que las prácticas tradicionales son utilizadas
para atender esencialmente a la
población más marginada.
Recordó que México cuenta con
aproximadamente tres mil o cuatro mil ejemplares naturales. De ellos, el
Laboratorio de Productos Naturales del IQ “ha analizado una veintena y tenemos
mucho trabajo por hacer”, agregó Martínez Velázquez, quien afirmó que mientras
no se determinen bien los ingredientes ingeridos cuando las personas hacen sus
preparativos con base en hierbas, hay
consecuencias.
“Quienes creen que por ser de
origen natural no son tóxicas están en un error. Puede ser tan dañino un
compuesto sintético –modificado en el laboratorio por transformaciones
artificiales– como el que proviene de un sustrato ecológico”, indicó Mariano
Martínez.
Ambos pueden ser nocivos y
sólo las pruebas y análisis para evaluar su bioactividad precisarán su grado de
envenenamiento o de bienestar, explicó.
Debe tenerse “mucho cuidado
cuando se utiliza la flora curativa. Existe, por ejemplo, una planta, El Codo
de Fraile, de la que se demostró su efecto perjudicial para cuestiones
terapéuticas, sin embargo, no se consigna en la literatura esta característica.
En la medicina tradicional
existe infinidad de usos para distintas plantas, agrupadas bajo categorías de
raíz indígena, como el frío del eucalipto y el poleo para los resfriados,
además del calor de la árnica para los músculos.
Algunas son de uso doméstico,
como la yerbabuena, la menta y la hoja de limón; otras, como el epazote,
orégano, ajo y romero se utilizan como condimentos culinarios, pero también
para combatir los padecimientos digestivos y los catarros.
“Otra de las cosas que hemos
encontrado, es que hay compuestos en los vegetales, clasificados como tritertenos,
con propiedades antinflamatorias, pero que también tienen posesiones
sitotóxicas”. Otra muestra es la Tila, que en dosis elevada afecta la salud.
“Es bueno saber que no se debe abusar de esta bebida”, indicó el universitario.
Obviamente, dijo, dichos
remedios están avalados por su uso milenario. Nadie puede negar que un té de
manzanilla es bueno para el dolor de estómago, o que las infusiones de
gordolobo son efectivas para los resfriados. La ruda sirve como
antiinflamatorio, el plumajillo para la fiebre, el árnica para los golpes y la
coyota para el resfriado. Ello es indiscutible. Pero si quieren reducir de peso
y utilizan elementos no avalados para ese fin, y que además son prescritas sin
los conocimientos necesarios, hay potencial peligro.
La medicina tradicional está compuesta por terapias
alternativas para la curación del cuerpo y de la mente, algunas de reciente
cuño, como la aromaterapia, la homeopatía y la reflexología, otras son
conocidas desde tiempos inmemoriales, como la herbolaria.
El uso de las plantas
medicinales en nuestro país es un rasgo cultural. Nos viene de herencia. Somos
adictos a ellas, desde los tés más sencillos hasta los que se ponen de moda,
como La Uña de Gato.
Incluso, estas prácticas ya se
han incorporado a los sistemas de salud en el país y en algunas instancias
públicas han sido legalizadas. El Instituto Nacional Indigenista (INI)
fortaleció de 1991 a 1995 su trabajo con las agrupaciones de médicos indígenas
tradicionales, apoyándolos con recursos para crear Consejos Estatales. En 1998
reconoció a 82 organizaciones dedicadas a esta actividad, mientras que el
Instituto Mexicano del Seguro Social–Oportunidades registró a 195 en el 2002.
En 1974 se efectuó el Primer
Congreso de Médicos Indígenas Tradicionales en San Cristóbal de las Casas,
Chiapas, y en el 2001 se reconoció jurídicamente a la medicina tradicional en
la Legislatura del Estado de Oaxaca. Basado en el texto constitucional que
salvaguarda los derechos de los pueblos indígenas para preservar su cultura,
incluidas la terapéutica, en el 2003 entró en funciones la Dirección de
Medicina Tradicional y Desarrollo Intercultural de la Secretaría de Salud.
En el ámbito internacional,
esta actividad fue reconocida en la declaración de Alma Atta en 1979, cuando la
Organización Mundial de la Salud invitó a sus países miembros para buscar la
participación activa de las comunidades en este tema.
Diversos acuerdos y propuestas internacionales
ratificaron esa postura: el artículo 24 del convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo en 1989, y la Propuesta de la Organización
Panamericana de la Salud sobre Medicina Tradicional y Terapias Alternativas de
2002.
No obstante esa contribución
para atender la salud en las zonas marginadas, es importante conocer la
constitución de las plantas utilizadas, cuáles son sus componentes químicos y
principios activos; es decir, si son benéficos o contraproducentes, porque de
lo contrario se agravarían las condiciones de aquellos a quienes se pretende
beneficiar.
“Debemos saber su composición
orgánica exacta y obtener sustancias puras, con estructuras definidas y
acciones verificables. Es vital para la comunidad”, subrayó el especialista en
química orgánica.
Muchas se utilizan sin conocimiento o razón de su efecto,
aún no se sabe por qué la pasiflora ayuda a tranquilizar los nervios o por qué
el cedrón alivia el dolor de estómago por infecciones.
En la actualidad, agregó
Mariano Martínez Vázquez, se indaga la relación entre su estructura y
mecanismos de operación, que también es una vertiente para detectar elementos
benéficos de origen vegetal mediante procedimientos novedosos.
Lo anterior ha llevado a
estudiar y aislar compuestos por bioensayo, que permiten evaluar la
bioactividad de algunas especies y las respuestas que generan los productos
naturales al establecer interacción con los distintos organismos.
No hay otra manera de saber si
un compuesto es tóxico o no. Se le debe aislar, identificar, saber su
integración y someterlo a las pruebas respectivas con criterio científico, con
mediciones y parámetros rigurosos, concluyó.
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Foto 1
El investigador
de la UNAM Mariano Martínez Vázquez aseguró que algunas plantas medicinales
contienen sustancias que matan a las células, por lo que son consideradas
sitotóxicas.
Foto 2
Estudios farmacológicos han detectado efectos agudos o letales en algunas especies de plantas, señaló Mariano Martínez Vázquez, investigador del Instituto de Química de la UNAM.