06:00 hrs. Abril 9 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-262

Ciudad Universitaria

 

 

INVESTIGAN EN LA UNAM TÉCNICAS DE REHABILITACIÓN  PARA  NIÑOS CON PROBLEMAS DE DAÑO CEREBRAL

 

·        Informó Thalía Harmony, del Instituto de Neurobiología

·        Todos los estudios indican que mientras más temprano se inicie la neurohabilitación mejores resultados se obtendrán, aseguró la especialista

·        Por ello, debe motivar a los padres de los menores que durante su gestación y parto presentaron algún problema, para que acudan tempranamente a los hospitales especializados

 

Con la aplicación de diferentes técnicas de rehabilitación, el Instituto de Neurobiología (INB) de la UNAM apoya a niños con antecedentes pre y perinatales de riesgo de daño cerebral, así como a los que presentan signos de alarma neurológica y alteraciones en la motilidad, procedimientos que a su vez son estudiados en las aulas universitarias.

 

Lo anterior lo informó Thalía Harmony, del Instituto, quien agregó que las terapias son más eficaces cuanto más temprano se aplican a los menores, por lo que es de suma importancia concienciar de este hecho a los padres de aquellos niños que durante su gestación y parto presentaron algún problema, y por tal motivo ingresaron a terapia intensiva, por ejemplo, o de aquellos prematuros que requieren de vigilancia continua.

 

Entre las terapias utilizadas está la neurohabilitación de Katona, utilizada para entrenar al cerebro en la repetición de movimientos en personas con impedimento muscular desde su nacimiento.

 

“Son pocos los centros en el país para atender a estos niños, pero hay que crear una cultura sobre su necesidad, para que se implementen en las diferentes instituciones de salud pública y privada”, refirió.

 

Explicó que estudia en su laboratorio la repetición intensiva de movimientos complejos ante diferentes estímulos en la parte del oído interno denominada laberinto, como una forma de ejercitar al cerebro para repetir maniobras normales y evitar la falta o aumento de tono muscular.

 

Ello se logra bajo numerosos impulsos. Se adiestra al sistema nervioso para darles una respuesta adecuada y activar la zona laberíntica, que también pone en funcionamiento otras estructuras no motoras, encargadas de formar en el niño un sistema de alerta que aumenta sus mecanismos de atención.

 

Todos los estudios indican que mientras más temprano se inicie esta terapia, mejores resultados se obtendrán, aseguró la especialista.

 

En el Instituto, aseguró Thalía Harmony, se realizan análisis con avanzados métodos de diagnóstico para obtener constancia clínica de que los niños con antecedentes de riesgo pre y perinatales desarrollaron daño cerebral y deben intervenirse de inmediato.

 

Para ello se apoyan en imágenes por resonancia magnética (IRM), ultrasonido transfontanelar (US), electroencefalograma (EEG), los potenciales evocados auditivos de tallo cerebral y la audiometría electrofisiológica. Con los tres primeros determinan la afectación craneal estructural y funcional, y con los dos últimos se evalúa la función auditiva. Los niños que antes del año presentan signos de hipoacusia o sordera son remitidos a rehabilitación a la brevedad, para que aprendan a hablar en su edad promedio.

 

Lo anterior es importante, pues hoy día la identificación de sordera infantil se hace entre los 3 y 4 años, “muy tarde para obtener un resarcimiento completo, pues pasaron los períodos críticos de adquisición e iniciación del lenguaje hablado”; en ese momento, tampoco tiene los conocimientos que debiera haber alcanzado, por lo que se encuentra retrasado con relación a su edad.

En los países desarrollados se realiza la detección de hipoacusia tempranamente. Los métodos son similares a los empleados en la UNAM, y se está por erradicar los trastornos de audición, que conllevan al aplazamiento en la adquisición lingüística y la actividad mental.

 

La académica añadió que desean elaborar un modelo que pueda replicarse en otros puntos de la república. Por ahora, comentó, se aplica en los hospitales públicos de Querétaro.

 

Existen –dijo– otras alteraciones que también se observan en niños con antecedentes de riesgo de daño cerebral y que se presentan más tardíamente, como son los de lenguaje sin hipoacusias, atención y aprendizaje. Aproximadamente el 10 por ciento de los menores en edad escolar presentan estos problemas.

 

Thalía Harmony y sus colaboradores investigan también si es posible obtener marcadores electrofisiológicos para detectar tempranamente los trastornos antes mencionados.

 

-oOo-