06:00 hrs. Marzo 28 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-234

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

SE REQUIEREN METEORÓLOGOS CIENTÍFICOS EN MÉXICO

 

·        Estos especialistas deben tener bases sólidas en física y matemáticas, afirmaron Carlos Gay García y Víctor Magaña, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM

·        Su labor se refiere a aspectos que afectan la vida de los seres humanos de manera directa

·        No existe un estrecho vínculo entre esos profesionales y los que toman decisiones en el país

 

En México la mayoría de los expertos en meteorología se formaron sobre la marcha y provienen de otras profesiones, indicó Víctor Magaña, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

 

El también jefe del Departamento de Meteorología General en esa dependencia explicó que para hacer meteorología se requieren bases sólidas en física y matemáticas, cuyas disciplinas hay que manejar cuando se estudian las leyes de dinámica de fluidos y la termodinámica indispensables para explicar los procesos atmosféricos.

 

A quienes tienen estos conocimientos y saben su manejo ya se les puede considerar profesionales, precisó.

 

En nuestro país, agregó, esta carrera no existe como tal sino como suma de varias materias, refirió Carlos Gay García, director del CCA, institución que cuenta con “un sólido grupo de investigadores capaz de impartir las asignaturas necesarias para crear una especialidad aplicada o para dedicarse a la investigación en este campo”.

 

Tampoco, dijo Víctor Magaña, existe un vínculo estrecho entre el profesional y quienes toman decisiones, que permitiría que los responsables de los sectores productivos pudieran traducir esa información a datos útiles para sus actividades particulares y la sociedad en general.

 

“Apenas comenzamos a formar a ese tipo de personas, a generar ese modelo de esquemas”. En algunos países, informó, se tiene una tradición al respecto, porque se han percatado de sus beneficios económicos y sociales.

 

“No quiere decir que nuestra vida vaya a girar en torno a estos pronósticos, pero sí debe jugar un papel más relevante que el de hasta ahora”, aseguró el investigador.

 

Gay García reconoció que esta disciplina es sumamente importante porque tiene íntima relación con aspectos que afectan la vida de los seres humanos y la de muchas otras especies de manera directa, sobre todo en lugares con climas extremos que determinan muchas de sus acciones. De no atender sus recomendaciones, aseguró el director del CCA, sus efectos supondrían pérdidas millonarias.

 

Destacó Víctor Magaña que el reto es que las predicciones tengan un grado de acierto suficiente para generar confianza entre la población, y sirva realmente de medida de cuánto se entiende del fenómeno.

 

Por ejemplo, “si comprendiésemos bien cómo se comportan el clima y el estado del tiempo en el norte del país, podría hacerse una predicción inteligente sobre cuánta agua traería el Río Bravo y se evaluaría con mayor certeza si le pagamos o no a Estados Unidos el volumen adeudado, según los Tratados de 1944”, expresó Carlos Gay.

 

Historia y evolución

La meteorología es una ciencia a la que ya se referían los griegos. Surgió de la necesidad de entender o explicar los procesos atmosféricos. Su etapa moderna inició a principios del siglo pasado, cuando se trataron de utilizar las ecuaciones que describen a un fluido para hacer pronósticos.

 

En los años 50 del siglo pasado, la primera actividad que se desarrolló con las computadoras fue prever el tiempo. A partir de ese momento, su avance fue de la mano con la aparición de nuevas máquinas, que sustentaron modelos más complejos, incrementaron las redes de observación y la obtención de más datos, entre otras cuestiones.

 

A finales de esa década los satélites empezaron a enviar imágenes de las condiciones atmosféricas. Esa visión desde el espacio permitió identificar las estructuras de ciertos sistemas, como los huracanes, y anticipar su llegada.

 

Hasta hace unos años, la meteorología en México consistió en obtener estadísticas del tiempo. Aunque no hay un estudio preciso sobre su historia en nuestro país, puede decirse que esta actividad empezó a partir de los años 50 con Julián Adem quien, a decir de Víctor Magaña, fue una de sus figuras prominentes, pues comenzó la interpretación climatológica a partir de la teoría del balance de energía.

 

En los años 80 surgieron estructuras explicativas simples, que se utilizaron junto con las computadoras de que disponía la Universidad Nacional. Inició así el trabajo de la predicción numérica.

 

Fue en la década de los 90 cuando se incorporaron paradigmas mucho más complejos. Lo anterior fue posible gracias a los científicos atmosféricos egresados de la Universidad. Lo anterior, dijo Víctor Magaña, “no significa ni con mucho, que demos respuesta a las necesidades de conocimiento que en esta materia el país requiere”.

 

“Debe haber entre 10 ó 20 doctores en meteorología en México, para una población de cien millones de personas”. La Organización de Meteorólogos Mexicanos registra entre 300 y 500 miembros, “pero muchos de ellos se formaron con la experiencia, sin que necesariamente hayan hecho estudios”.

 

En Estados Unidos, advirtió Gay García, hay cerca de 40 mil. Las compañías de seguros, agrícolas, energéticas y petroleras, la NASA, la Marina y el Ejército los requieren y contratan. También trabajan como consultores. Nuestro país debería “tener más institutos y dependencias dedicadas a su análisis”.

 

Víctor Magaña comentó, además, que “hasta la fecha, en materia de investigación en esta rama, un alto porcentaje se desarrolla en esta institución y de ella surgen iniciativas para tratar de llevar al país a ese esquema de aprovechamiento de información meteorológica, como el establecimiento de foros de predicción climática”.

 

La participación de esta casa de estudios, precisó, Gay García, ha sido fundamental en torno de estas disciplinas y sus aplicaciones, “somos casi como la consultoría oficial de las dependencias de gobierno que necesitan atención a este tipo de problemas”.

 

Su futuro

El fomento de este campo, insistió el director del CCA, “no es malo; hemos contado con el apoyo de las autoridades y estamos mejorando, al llevar a cabo nuestros planes y programas de crecimiento, tenemos una gran actividad en diversos proyectos”. Sin embargo, “me atrevería a decir que no hemos alcanzado el nivel que necesitamos”.

 

Debe darse, resaltó Víctor Magaña, una transición hacia la meteorología científica, que desarrolle proyectos de principio a fin, es decir, que no se quede en tomar datos, archivarlos o crear estadísticas, sino que lleve al entendimiento del tiempo y clima, a esquemas de aprovechamiento de información para beneficio de quienes viven de estas variables. “Sabremos utilizar mejor los modelos numéricos de predicción, nuestra interpretación de los que envían los satélites, tendremos estimaciones más precisas que sustituirán, en gran medida, mucho de lo que ahora hacemos”.

 

Para que en los próximos 10 o 20 años se dé ese cambio, en el próximo lustro se deberá formar a los expertos que se encargarán de dar respuesta a preguntas de esa rama del conocimiento y al aprovechamiento de la tecnología alrededor de la misma. Las demandas de datos son cada vez mayores; por tanto, debiera disponerse de más personal para esta labor.

 

Debe darse difusión entre la misma población para que no la identifique con noticias “amarillistas”, para que aprenda a conocer su vulnerabilidad ante contingencias y a convivir mejor con la naturaleza y sepa qué asociar con diferentes condiciones atmosféricas, finalizó.

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Foto 1

La meteorología tiene que ver con aspectos  que afectan la vida de los seres humanos y la de muchas otras especies de manera directa, afirmó Carlos Gay, director del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.

 

Foto 2

Aunque no hay un estudio preciso sobre la historia  de la meteorología en México, puede decirse que  esta actividad empezó a partir de los años 50, señaló Víctor Magaña, del CCA de la UNAM.