Boletín UNAM-DGCS-216
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al final
del boletín
HACE 50 AÑOS SE
INAUGURARON LOS CURSOS EN CIUDAD UNIVERSITARIA
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Fue el 22 de marzo de 1954; representó uno de los hechos más
trascendentes en la historia cultural de nuestro país
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El campus integró a esta casa de estudios en sus labores cotidianas;
entre ellas la investigación científica del país: José Manuel Covarrubias Solís
·
Para la profesora emérita Aurora Arnáiz, a 50 años la Universidad
Nacional responde a los anhelos de progreso y bienestar de la sociedad mexicana
·
Significó la libre reunión de estudiantes, profesores e investigadores
de diferentes áreas y, con ello, el enriquecimiento común, recordó Dora
Rodríguez de Pinzón
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Hoy día, la UNAM es una de las mejores instituciones de educación
superior en el mundo y la más importante de América Latina
La inauguración de cursos en Ciudad
Universitaria (CU), el 22 de marzo de 1954, representó uno de los hechos más
trascendentes en la historia cultural de nuestro país. A 50 años de ese hecho,
las expectativas de formar profesionales cuya integridad y preparación
beneficiaran a la colectividad se han alcanzado con creces. Esta institución y
sus integrantes dan testimonio de su deber cumplido.
Para el ingeniero José Manuel Covarrubias
Solís, Tesorero de la UNAM, edificar CU significó la integración de esta casa
de estudios en sus labores cotidianas y la posibilidad de desarrollar con
plenitud, la investigación científica
del país.
Al respecto, Aurora Arnáiz Amigo,
profesora emérita de la Facultad de Derecho (FD), opinó que a cinco décadas la
Universidad Nacional es popular y responde a los anhelos de progreso y
bienestar de la sociedad mexicana.
Según la maestra Dora Rodríguez de Pinzón,
fundadora del Archivo Histórico de la Universidad, la erección de la nueva sede
implicó el crecimiento y mejora sustancial de la institución, así como el
cultivo de todas las disciplinas.
La también integrante del Centro de Estudios
sobre la Universidad refirió que retomó su carácter "propiamente
universal". Es decir, fue más allá de la simple reunión de escuelas y
facultades que antes estuvieron dispersas en recintos históricos del centro de
la ciudad, cuyas instalaciones resultaban insuficientes. Significó, sobre todo,
la libre reunión de estudiantes, profesores e investigadores de diferentes
áreas y, con ello, el enriquecimiento común.
Desde entonces se volvió una edificación de
todos, en los ámbitos nacional y social, precisó Covarrubias, profesor
universitario desde hace cinco décadas. Aquella fue para la UNAM una nueva época,
de mucha responsabilidad para sus integrantes, dado que la inversión destinada
para construir el campus fue una de las mayores de aquel tiempo en una sola
obra –el costo estimado por el arquitecto Carlos Lazo, gerente general de la
obra, en agosto de 1950, fue de 150 millones de pesos–.
"Queríamos dar una respuesta positiva,
entusiasta, mostrar que la institución estaba presente en la vida de México y
que ameritaba las inversiones que en ella se hacían", recalcó.
Tribuna libre, laboratorio del pensamiento
El 22 de marzo de 1954 fue lunes. Aquel día, ya
en su nueva ubicación, iniciaron los cursos que concluían en noviembre. Así lo
consignaron diarios como El Universal y Excélsior a "ocho columnas".
En la sesión solemne del Consejo Universitario,
en la Torre de la Rectoría y ante la presencia del entonces presidente de la
república, Adolfo Ruiz Cortines, el rector Nabor Carrillo afirmó que “la
Universidad es tribuna y laboratorio del pensamiento de México”.
"Llegamos a ocupar el nuevo recinto
conscientes de que no es por la antigüedad, tampoco por sus edificios, ni
siquiera por sus laboratorios o por sus bibliotecas, que una universidad es
importante. Es por el esfuerzo y la calidad de sus hombres que se logra la
grandeza de una casa de estudios, y confiando en sus maestros, alumnos y
colaboradores, inicia su tarea con optimismo y responsabilidad en la Ciudad
Universitaria", recalcó.
“Maestros y alumnos responsables, deseosos de
servir, son todo lo que exige el país de la Universidad. Creemos inevitable
lograr el clima propicio para que ella sea digna hermana mayor de las
instituciones de cultura superior”, añadió su titular.
El martes 23, Excélsior informó que la UNAM,
cuyo origen se remontaba cuatro siglos atrás, a la entonces llamada Real y
Pontificia, laboraba “en un estupendo conjunto de edificios”.
La sencilla ceremonia, efectuada por la noche,
culminó a las 19:30 horas, cuando el presidente y el rector, así como Carlos
Lazo, también secretario de Comunicaciones; José Ángel Ceniceros, secretario de
Educación Pública, y Carlos Novoa, presidente del Patronato de la Universidad,
estamparon su firma en un pergamino.
Así se dio la apertura de clases en las
facultades de Filosofía y Letras, Derecho, Ingeniería, Comercio, Arquitectura y
Ciencias, y en los institutos de investigaciones Sociales y Estéticas, de
Geografía, Geofísica y Matemáticas, además del Centro de Estudios Filosóficos y
la Biblioteca.
Novoa expuso que se inauguró esta obra
emprendida por el gobierno y el pueblo a favor de la cultura. Aseveró que no
sería nunca refugio de privilegiados: "Mal pudiera ser una universidad de
aristocracia, cuando es la sociedad quien la ha construido".
Detrás de los proyectos arquitectónicos
existieron propósitos académicos, de organización y disciplina. Tal objetivo se
persiguió al ampliar facultades como la de Ciencias, que entonces tenía 150
alumnos, para que en sus aulas pudiese albergar a dos mil.
Ello se debió, explicó el presidente del
Patronato, a la intención de que los estudiantes cursaran en ella las materias
de ciencia pura, independientemente de la disciplina especializada elegida.
De hecho, recordó Covarrubias, así fue. En el
plan de estudios de ingeniería se incluyeron temas de humanidades; tales
asignaturas se impartían en Filosofía y Letras. "Eso fomentaba el
intercambio".
El número de escolares que inauguraron el
campus, estimó, pudo haber sido de unos cuatro mil, porque no todas las
dependencias iniciaron labores en CU aquel año. Tampoco todas las generaciones,
algunas de las cuales concluyeron sus estudios en las viejas instalaciones.
Medicina, Veterinaria, Química y Odontología arribaron después por sus
equipamientos especiales.
Con el aumento de la población fue difícil
mantener tales intercambios. "Llenábamos las facultades 'madre', como
Ciencias y Filosofía. Con los años, eso obligó a impartir las materias en las
escuelas o facultades de origen", aclaró.
En efecto, dicho incremento
fue vertiginoso. En 1910 eran menos de mil jóvenes –según el libro Maravillas y
curiosidades, mundos inéditos de la Universidad–. Los registrados en
licenciatura en 1954 fueron 22 mil 254. Para 1965 se llegó a los 45 mil
inscritos.
Los días iniciales
El primer día de cursos el joven profesor José
Manuel Covarrubias llegó puntual a la cita. A las siete de la mañana impartió
la clase de Métodos generales de dibujo y geometría descriptiva. Era su segundo
año como académico y el primero de sus 50 en este recinto: "Acudimos con
mucho entusiasmo, con alegría de ver terminado y operando el proyecto", recordó.
Participó en las obras de construcción del
campus como ayudante de ingeniero, aún siendo estudiante. Recuerda que los
alumnos que estrenaron ese espacio, levantado en un área de siete millones
trescientos mil metros cuadrados, en lo que fuera el kilómetro 16 de la ruta
Cuernavaca–Acapulco, llegaron a darle "vida" a la zona.
La edificación comenzó en 1950 y se hizo
realidad gracias al esfuerzo de las autoridades federales y universitarias, y
al trabajo de un ejército de 150 arquitectos, ingenieros y asesores, cerca de
cien compañías contratistas y diez mil obreros. Para finales de 1953 se comenzó
a trasladar el mobiliario a la nueva sede.
La zona resultaba apartada, incluso, de San
Ángel. Los autobuses de la línea Bellas Artes–Insurgentes–Obregón tuvieron que
extender su ruta hasta CU para transportar a los recién llegados. El paradero
se ubicaba a un costado de la Rectoría.
El Pedregal estaba tan lejos que, antes de su
inauguración, las opiniones variaban. "Unos decían 'ojalá no me toque
Ciudad Universitaria'; pero otros querían estrenar los salones", afirmó
Rodríguez de Pinzón. "Venir era una odisea".
Aurora Arnáiz rememoró que
"en 1954 éramos solo dos maestras quienes impartíamos cátedra: Martha
Chávez Padrón, del Seminario de Derecho Agrario, y yo, adscrita al Seminario de
Teoría General del Estado". Sus primeras clases, impartidas a tan sólo
cinco alumnos, fueron por la tarde.
Fue un paisaje solitario por
varios años. Los espacios entre dependencias y las mismas aulas resultaban
grandes para el número de alumnos de entonces, y los árboles, recién plantados,
producían un efecto "raso". En sus inicios era un inmenso páramo.
“Era todo como si no se hubiera vestido”, dijo la profesora emérita.
Por esos tiempos, expuso, se
pagaba a los profesores 60 pesos por materia a la quincena; "por venir a
la Ciudad Universitaria se aumentó a 90 pesos".
Era un "deleite"
pasear por la explanada, entrar a la biblioteca con sus grandes murales, que
tuvo un edificio especial junto a Rectoría; asimismo, en las fachadas de algunas
escuelas o facultades los grandes pintores de la época legaron para la
eternidad sus bellas obras, sostuvo.
En el proyecto fue notoria la influencia
de la escuela arquitectónica de Bauhaus y, en forma particular, de Le
Corbusier, uno de los grandes maestros del siglo XX. En los años 40 se gestaba
la integración plástica de obra, pintura y escultura, no como añadido a un
edificio, sino preconcebidos en una obra integral. También se plasmaron las
raíces de la arquitectura nacional.
Por ello es un hito en la historia de las
construcciones mexicanas, afirmó Covarrubias. Por su composición artística, por
la reunión de los talentos que participaron en ella será difícil volver a
producir un proyecto de esta envergadura.
Poco a poco aquella zona se pobló. El entorno
del campus también creció y los universitarios dejaron de escuchar, como en los
primeros años, las campanas de la iglesia del entonces pequeño pueblo de
Copilco.
Otras actividades comenzaron de inmediato. Al
día siguiente del inicio de cursos se abrió al público la exposición Alemania y
su industria, efectuada del 23 de marzo al 14 de abril de 1954 en el edificio
de Humanidades (que alberga hoy a las facultades de Filosofía, Derecho y
Economía) y que permitió a 500 empresas germanas mostrar sus productos.
También se efectuó el Primer Congreso Nacional
de Estudiantes de Ingeniería, inaugurado en el Frontón, y cuyo presidente del
Comité Directivo fue, precisamente, José Manuel Covarrubias, quien recordó:
"Tuvimos la representación de 10 ó 12 instituciones, las que existían
entonces, como el Instituto Politécnico Nacional. El lema fue ‘El humanismo en
la profesión’".
Construir México
La CU fue sólo el punto de partida en la tarea
de planificar la enseñanza y la alta cultura del país. De igual forma, en
diferentes zonas del territorio se construyeron complejos para otras
instituciones de educación superior.
La Universidad Nacional, opinó el tesorero, fue
semilla para el crecimiento de otros campus, unidades multidisciplinarias y
planteles de bachillerato.
Durante todos estos años, abundó Arnáiz,
la UNAM ganó prestigio. Empero, resulta complejo controlar, vigilar, organizar
y administrar un espacio con ese crecimiento. Según la Dirección General de
Administración Escolar, este año el número de alumnos de licenciatura y
posgrado en esta sede es de 82 mil 122.
El que la suma de todas sus facultades contenga a tantos
estudiantes nos llena de orgullo; no sólo por el número, sino porque aquí se
preparan, especializan y forman la mayoría de los cuadros sociales de la
nación, opinó.
Además, agregó Dora Rodríguez de Pinzón, en esta
casa de estudios se hace hoy la mitad de la investigación del país.
"Después de 50 años vamos por buen camino, pero debemos sembrar y cosechar
más logros. La Universidad es una madre generosa, pero su comunidad necesita
conocer su historia a fondo".
La creación de CU ha tenido y tiene para la
sociedad mexicana un significado especial: ser la sede del proyecto cultural
más importante de la nación. Empero, mencionó Covarrubias, ello no excluye
nuevos planteamientos y retos.
La Universidad debe ser y es, el cerebro
palpitante del pueblo mexicano, que no se olvida de las razones vitales que le
dieron origen. Esta obra colosal se emprendió con un propósito que no pocos
calificaron de audaz y que, sin embargo, se ha realizado de manera completa.
Hoy, la UNAM es una de las mejores instituciones de educación superior en el
mundo y la más importante de América Latina.
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Foto 1
La fundadora del
Archivo Histórico de la Universidad, Dora Rodríguez de Pinzón, consideró que la
erección del nuevo campus universitario conllevó crecimiento y mejoras
sustanciales a la institución.
Foto 2
José Manuel
Covarrubias Solís, Tesorero de la UNAM, opinó que edificar CU abrió la posibilidad
de desarrollar con plenitud la investigación científica del país.
Foto 3
En las fachadas
de algunas escuelas y facultades de CU los grandes pintores de la época legaron
para la eternidad sus bellas obras, recordó Aurora Arnáiz Amigo, profesora
emérita de la FD.
Foto 4
La edificación
del nuevo campus inició en 1950. Trabajo un ejército de 150 arquitectos,
ingenieros y asesores, cerca de cien compañías contratistas y diez mil obreros.