12:30 hrs. Marzo 12 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-188

Ciudad Universitaria

 

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LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS DE MÉXICO NO SON PRODUCTO DEL TLCAN: ANTONIO GAZOL

 

·        Son muy antiguos, sostuvo el académico de la FE de la UNAM

·        Aunque el acuerdo no es la causa, tampoco ha servido para solucionarlos, reconoció

·        Participó en la mesa redonda Efectos de la apertura comercial: a diez años del TLC

 

 

Los problemas económicos  de México no son producto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), anterior a éste ya existía la apertura comercial de la economía mexicana, así como la excesiva y riesgosa dependencia respecto del mercado estadounidense, aseguró Antonio Gazol Sánchez, profesor de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.

 

En la actualidad, destacó, nuestro país no es autosuficiente en la producción de granos básicos, la industria ha perdido competitividad y el desequilibrio con el exterior es el gran obstáculo para el desarrollo, pero nada de ello fue causado por ese acuerdo.

 

Al participar en la mesa redonda Efectos de la apertura comercial: a diez años del TLC, efectuada en la sala “Horacio Flores de la Peña” de la FE, consideró que “se trata de problemas estructurales y antiguos de la economía nacional; por ello, me parece irresponsable suponer o inducir a la suposición de que éstos nacieron con el Tratado”.

 

Si bien hay actividades o sectores que en estos diez años han sido perjudicados, ha sido efecto natural de todo proceso de integración, en el cual hay ganadores y perdedores. Ello se debe a que no se han tomado las medidas necesarias para compensar esta situación, ni el acuerdo contiene los instrumentos al respecto, indicó.

 

El TLCAN entró en vigor en 1994, ocho años después del ingreso de México al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y 14 después del inicio de la política de apertura comercial; por tanto, ambas no son equivalentes, recordó.

 

Hay otros hechos que suelen olvidarse, refirió. Se dice que su aplicación ha provocado la maquilización de la economía mexicana, pero es falso, porque dicha industria nació en la primera mitad de los años 60, treinta años antes del convenio.

 

También es falso que el respeto de sus reglas haya conducido al campo a la miseria. Lamentablemente, nunca se le ha permitido a este sector ser próspero, pues fue obligado a financiarse por la vía de la relación de precios y del excedente generado por la exportación, el proceso de industrialización y urbanización del país.

 

Otra falacia es achacarle haber convertido al país en un importador neto de productos agropecuarios, pues siempre, salvo años excepcionales, se ha tenido que comprar a otros países maíz, frijol, trigo y otros básicos para alimentar a la población. Por ello, hace más de 50 años fue creada la Compañía Exportadora e Importadora Mexicana, que habría de convertirse en Conasupo.

 

Sin embargo, en su suscripción no se tomó en cuenta que la industria nacional no estaba en condiciones de competir internacionalmente y por ello ha desaparecido progresivamente. El argumento es parcialmente cierto, pero absolutamente incorrecto porque la apertura es anterior al acuerdo, aunque lo más importante es preguntarse hasta cuándo se puede argüir un estado incipiente para reclamar protección, manifestó Gazol Sánchez.

 

Tampoco es responsable –agregó– de que el gobierno haya abandonado cualquier intento de política industrial, como si eso sólo consistiera en subsidios y prohibiciones.

Menos aún ha provocado el aumento del desequilibrio económico externo por la asimetría evidente entre México y Estados Unidos. Por el contrario, la balanza bilateral es favorable al país, lo cual no ocurría en los años 80 o 70. El déficit total es producto de las transacciones con otros gobiernos, precisó.

 

En efecto, apuntó, el TLCAN no es la causa de los problemas, pero tampoco ha servido para solucionarlos. Sus resultados han sido modestos si se comparan con las expectativas que se tenían hace diez años y si se toma en cuenta que las exportaciones se han convertido en el motor casi único del mercado nacional.

 

Por su parte, Fernando Butler Silva, profesor de la FE, consideró que “en un país como México lo único que nos queda es especializarnos en bienes, en donde intervenga el capital humano”, pues en el mundo hay una gama completa de ellos.

 

Pero no podemos competir sin capacitación. Se deben hacer grandes inversiones en educación e infraestructura, de manera que pueda haber un patrón de especialización para ocupar otros nichos de mercado, comentó.

 

Con ayuda del Tratado y el uso de estas herramientas podríamos tener un crecimiento sostenible, que no se esté enfrentando sistemáticamente a problemas de déficit, y sea capaz de distribuir bien el ingreso, dijo.

 

No debemos seguir con patrones en donde pequeñas partes del sistema estén creciendo, mientras que al resto se les condene a desaparecer, concluyó.

 

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PIES DE FOTO

 

 

Foto 01

Antonio Gazol, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, destacó que nuestro país no es autosuficiente en la producción de granos básicos y la industria ha perdido competitividad, empero, ello no es resultado del Tratado de Libre Comercio.

 

 

Foto 02

El país no puede competir sin capacitación, por lo que deben hacerse grandes inversiones en educación e infraestructura, dijo Fernando Butler, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM.