Boletín UNAM-DGCS-035
Ciudad Universitaria
Pies de fotos al
final del boletín
MODIFICAR LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO REQUIERE CONOCER SUS ORÍGENES
·
Los conceptos de mujer y hombre son producto
del proceso de socialización
·
Actuamos de acuerdo con estereotipos
impuestos y no con base en el análisis objetivo y critico de la realidad social
·
Afirmó en la UNAM María Dolores Ruiz
González, de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México
Para modificar las diferencias de género es
indispensable conocer su origen, a quién sirven, qué ventajas y qué desventajas
implican, y hasta dónde pueden cambiar para definir las acciones en pro de la
equidad, indicó María Dolores Ruiz González, de la Red por los Derechos
Sexuales y Reproductivos en México.
En el Aula Magna de Profesores
Eméritos de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, la
especialista afirmó que aún cuando es cierto que hombres y mujeres somos diferentes en el ámbito biológico,
ello no implica desigualdad, pues el género es una construcción social
formulada a partir de las diferencias sexuales; incluso puede modificarse todo
aquello que no sea conveniente para nuestro desarrollo.
La igualdad entre las personas es un derecho
estipulado en el artículo primero de nuestra Constitución, donde se establece
que todas las personas son iguales ante la ley. Por otro lado, en la
Conferencia Mundial de Población y Desarrollo de El Cairo, Egipto, en 1994, se
reconocen los derechos sexuales y reproductivos, se enfatiza el derecho a la
intimidad, a la igualdad y a la no-discriminación.
Los conceptos diferenciales,
explicó, “son producto del proceso de socialización en donde crecimos, nos
educaron y nos desarrollamos”; las desigualdades entre ambos sexos no son dadas
por condiciones naturales, es decir, lo biológico no determina el
comportamiento humano.
Ruiz González añadió que
“actuamos de acuerdo con los estereotipos que nos ha impuesto, y no con base en
el análisis objetivo y critico de la realidad social”.
Cada sociedad de la que se tiene registro en la
historia, recordó, se ha organizado de diversas maneras para poder
reproducirse; al hacerlo se han dividido las tareas por sexo, edad, clase y
raza, a fin de distribuirse empresas específicas. Esto ha implicado, además,
ciertos privilegios y desventajas para cada grupo.
Hasta mediados del siglo pasado, dijo, los
grupos sociales habían sido estudiados a partir de su división en clases o
razas, por épocas o siglos. Posteriormente, a la par del empuje de los grupos
feministas, se incorpora el género, que distingue las cambiantes
construcciones culturales de la diferencia sexual, dependiendo de la época y
grupo social; y define
la visión de lo que implica ser hombre o mujer en cada sociedad.
El sexo, agregó, se refiere únicamente al
conjunto de características fisiológicas y anatómicas de machos y hembras, y su
diferenciación se da en 7 niveles: cromosómico, genético, gonadal, hormonal,
órganos sexuales externos e internos y cerebral. Estas particularidades
son estáticas, universales y naturales en toda sociedad y época.
La diferenciación por género, prosiguió Ruiz
González, se transmite
desde que nacemos, es por ello que cuando se toma conciencia de la identidad,
“la mayor parte de las personas asumen como naturales esas enseñanzas y no se
cuestionan si están bien o no para su propia vida, qué significados tiene, si
les gusto o no”.
En particular, las condiciones de vida entre ambos sexos son desiguales en nuestro país, a pesar de que grupos feministas han luchado por cambiar esta situación y ciertamente algunas de las condiciones desventajosas se han modificado, todavía hay muchas áreas donde existen relaciones inequitativas.
Nuestra sociedad, por ejemplo, etiqueta a las mujeres como frágiles, tiernas, cuidadosas o sensibles; mientras que los hombres deben ser fuertes, valientes, estrictos e impulsivos; se prioriza la educación de los varones porque se supone que ellos mantendrán a una familia, mientras se da por hecho que quienes pertenecen al sexo opuesto se casarán y cuidarán de sus hijos en el hogar.
Finalmente, precisó algunos términos, como el de generalización –idea amplia acerca de un grupo de personas o cosas, que se adquiere como resultado de una experiencia con un miembro de ese conjunto, y se asume como una verdad para todos sus integrantes– y estereotipo –generalización aprendida, usualmente negativa y rígida, acerca de un colectivo–, los cuales, en ocasiones, son confundidos entre sí.
Ambos conceptos, finalizó la
especialista, son base de los prejuicios, necesarios para comprender la
concepción de género.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Para modificar
las diferencias de género es preciso conocer sus orígenes, aseveró María Dolores
Ruiz González, de la Red de los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, en
el Aula Magna de Profesores Eméritos de la Facultad de Contaduría y
Administración de la UNAM.
Foto 2
María Dolores Ruiz González, de la Red de los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, afirmó en la UNAM que los conceptos de mujer y hombre son producto de la socialización.