12:30 hrs. Enero 15 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-035

Ciudad Universitaria

 

Pies de fotos al final del boletín

 

MODIFICAR  LAS DESIGUALDADES DE GÉNERO REQUIERE CONOCER SUS ORÍGENES

 

·        Los conceptos de mujer y hombre son producto del proceso de socialización

·        Actuamos de acuerdo con estereotipos impuestos y no con base en el análisis objetivo y critico de la realidad social

·        Afirmó en la UNAM María Dolores Ruiz González, de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México

 

Para modificar las diferencias de género es indispensable conocer su origen, a quién sirven, qué ventajas y qué desventajas implican, y hasta dónde pueden cambiar para definir las acciones en pro de la equidad, indicó María Dolores Ruiz González, de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México.

 

En el Aula Magna de Profesores Eméritos de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM, la especialista afirmó que aún cuando es cierto que hombres y mujeres somos diferentes en el ámbito biológico, ello no implica desigualdad, pues el género es una construcción social formulada a partir de las diferencias sexuales; incluso puede modificarse todo aquello que no sea conveniente para nuestro desarrollo.

 

La igualdad entre las personas es un derecho estipulado en el artículo primero de nuestra Constitución, donde se establece que todas las personas son iguales ante la ley. Por otro lado, en la Conferencia Mundial de Población y Desarrollo de El Cairo, Egipto, en 1994, se reconocen los derechos sexuales y reproductivos, se enfatiza el derecho a la intimidad, a la igualdad y a la no-discriminación.

 

Los conceptos diferenciales, explicó, “son producto del proceso de socialización en donde crecimos, nos educaron y nos desarrollamos”; las desigualdades entre ambos sexos no son dadas por condiciones naturales, es decir, lo biológico no determina el comportamiento humano.

 

Ruiz González añadió que “actuamos de acuerdo con los estereotipos que nos ha impuesto, y no con base en el análisis objetivo y critico de la realidad social”.

 

Cada sociedad de la que se tiene registro en la historia, recordó, se ha organizado de diversas maneras para poder reproducirse; al hacerlo se han dividido las tareas por sexo, edad, clase y raza, a fin de distribuirse empresas específicas. Esto ha implicado, además, ciertos privilegios y desventajas para cada grupo.

 

Hasta mediados del siglo pasado, dijo, los grupos sociales habían sido estudiados a partir de su división en clases o razas, por épocas o siglos. Posteriormente, a la par del empuje de los grupos feministas, se incorpora el género, que distingue las cambiantes construcciones culturales de la diferencia sexual, dependiendo de la época y grupo social; y define la visión de lo que implica ser hombre o mujer en cada sociedad.

 

El sexo, agregó, se refiere únicamente al conjunto de características fisiológicas y anatómicas de machos y hembras, y su diferenciación se da en 7 niveles: cromosómico, genético, gonadal, hormonal, órganos sexuales externos e internos y cerebral. Estas particularidades son estáticas, universales y naturales en toda sociedad y época.

 

La diferenciación por género, prosiguió Ruiz González, se transmite desde que nacemos, es por ello que cuando se toma conciencia de la identidad, “la mayor parte de las personas asumen como naturales esas enseñanzas y no se cuestionan si están bien o no para su propia vida, qué significados tiene, si les gusto o no”.

 

En particular, las condiciones de vida entre ambos sexos son desiguales en nuestro país, a pesar de que grupos feministas han luchado por cambiar esta situación y ciertamente algunas de las condiciones desventajosas se han modificado, todavía hay muchas áreas donde existen relaciones inequitativas.

 

Nuestra sociedad, por ejemplo, etiqueta a las mujeres como frágiles, tiernas, cuidadosas o sensibles; mientras que los hombres deben ser fuertes, valientes, estrictos e impulsivos; se prioriza la educación de los varones porque se supone que ellos mantendrán a una familia, mientras se da por hecho que quienes pertenecen al sexo opuesto se casarán y cuidarán de sus hijos en el hogar.

 

Finalmente, precisó algunos términos, como el de generalización –idea amplia acerca de un grupo de personas o cosas, que se adquiere como resultado de una experiencia con un miembro de ese conjunto, y se asume como una verdad para todos sus integrantes– y estereotipo –generalización aprendida, usualmente negativa y rígida, acerca de un colectivo–, los cuales, en ocasiones, son confundidos entre sí.

 

Ambos conceptos, finalizó la especialista, son base de los prejuicios, necesarios para comprender la concepción de género.

 

 

 

---oOo---

 

 

 

 

 

 

 

 

PIES DE FOTO

 

 

Foto 1

 

Para modificar las diferencias de género es preciso conocer sus orígenes, aseveró María Dolores Ruiz González, de la Red de los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, en el Aula Magna de Profesores Eméritos de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM.

 

Foto 2

 

María Dolores Ruiz González, de la Red de los Derechos Sexuales y Reproductivos en México, afirmó en la UNAM que los conceptos de mujer y hombre son producto de la socialización.