06:00 hrs. Enero 11 de 2004

 

Boletín UNAM-DGCS-024

Ciudad Universitaria

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AFECTA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN A MILLÓN Y MEDIO DE MENORES DE 18 AÑOS

 

·        Cada año, el sistema de educación primaria y secundaria pierde a dos millones 650 mil niños y adolescentes; debido, entre otras causas, a que desertan o reprueban por padecer TDAH, advirtió la especialista Regina Ferrari

·        La psiquiatra Silvia Ortiz recomienda para su tratamiento un diagnóstico clínico temprano, uso de fármacos y el rechazo de visiones equivocadas en torno a este mal

 

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes provoca serios impactos sociales, económicos y académicos entre los enfermos de este mal y sus familiares. En México, aproximadamente un millón y medio de personas menores de 18 años –5 por ciento del total de ese grupo poblacional– lo padece, señalan especialistas.

 

Dicha cifra puede alcanzar, incluso, los 2.5 millones en nuestro país, si se le suma el número de adultos con este padecimiento crónico.

 

La coordinadora del Programa de Salud Mental del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Silvia Ortiz León, consideró que frente a esta problemática es importante el diagnóstico clínico temprano, tratamiento farmacológico, así como el rechazo a las visiones equivocadas en torno de este déficit.

 

El TDAH, explicó la psiquiatra, se clasifica actualmente en tres grupos: el de inatención, el hiperactivo-impulsivo y el mixto. Para su diagnóstico se utilizan criterios de la Organización Mundial de la Salud y del Manual Estadístico de Enfermedades Mentales, en donde los menores e incluso los adultos, pueden presentar seis síntomas de cualquiera de esos grupos, o de ambos, en los últimos seis meses de manera persistente.

 

En el grupo de falta de atención destacan los siguientes: el niño o adulto no atiende los detalles y comete errores por falta de esmero en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades; le cuesta trabajo mantener la atención en el ámbito laboral o en las actividades lúdicas; parece no escuchar cuando se le habla o nunca sigue las instrucciones indicadas, deja inconclusas las tareas y no cumple con los deberes en la escuela o trabajo.

 

Asimismo, se le dificulta organizar y comprometerse en actividades que requieran un esfuerzo mental continuado –como las tareas escolares– y las evita o rehuye; pierde instrumentos necesarios para sus actividades –como juguetes, libretas, cuadernos escolares, lapiceros o libros–; lo distraen fácilmente estímulos externos y es olvidadizo.

 

El grupo de hiperactividad e impulsividad, indicó, se distingue porque el sujeto agita nerviosamente las manos, los pies o se acomoda en el asiento; se levanta en clase a cada momento o en otras situaciones donde debería permanecer sentado; corretea incesantemente o trata de subirse a cualquier lugar cuando resulta inapropiado hacerlo, y si se trata de adolescentes y adultos tienen sentimientos subjetivos de no poder estar quietos.

 

También, le es difícil jugar o participar en pasatiempos tranquilamente; está siempre a toda marcha, como si fuese en motocicleta; parlotea en exceso; se precipita y responde antes de que hayan acabado las preguntas; le es complicado esperar su turno; interrumpe o avasalla a los demás, agregó.

 

Estos síntomas, dijo, aparecen antes de los siete años de edad y requieren desarrollarse en por lo menos, dos ambientes distintos, como la escuela, el hogar, el trabajo, o socializando con los amigos, entre otros.

 

Considerado crónico e incapacitante, debe ser tratado de manera conjunta por especialistas en psiquiatría infantil, pedagogos, neuropsicólogos, maestros y padres de familia, lo que también representa un impacto social y económico elevado, consideró.

 

La psiquiatra de niños advirtió que este padecimiento afecta la autoestima del menor, sus relaciones interpersonales y la convivencia  con sus padres, pues son rechazados o subestimados al no alcanzar las expectativas de un grupo de iguales o de los adultos; con frecuencia presentan trastornos afectivos y de conducta durante la infancia y adolescencia, así como riesgo para abusar de sustancias prohibidas, entre otros.

 

Sin embargo, explicó la especialista, con un tratamiento basado en fármacos, el 70 por ciento de los afectados puede alcanzar una modificación extraordinaria de todas sus conductas, al disminuir la severidad de los síntomas y mejorar el funcionamiento social y académico. Aunque este mal es tratable, no se cura.

 

Hay personas, indicó, que desconocen los avances científicos en este campo y realizan campañas en contra de la medicación, resaltando los riesgos adictivos de los psicofármacos, lo cual confunde a los pacientes, pues con un diagnóstico bien elaborado y manejado por especialistas da resultados benéficos

 

Frente a ello, recomendó a los padres de familia recabar información sobre la evaluación y tratamiento farmacológico, además de atender los déficit infantiles con terapias especializadas para el aprendizaje, psicomotricidad, rehabilitación, lecto-escritura y apoyo pedagógico.

 

Este déficit fundamentalmente, tiene una correlación con elementos de tipo genético y bioquímico, abundó. Incluso algunos estudios implican en concreto, a los genes que codifican a los receptores y transportadores de dopamina; éstos son activos en el cortex prefrontal y en los ganglios basales.

 

Este neurotransmisor es segregado por neuronas de ciertas zonas del cerebro para inhibir o modular la actividad de otras neuronas que intervienen en las emociones y movimientos.

 

Advirtió que también se han identificado aspectos hereditarios, donde los hijos de un progenitor con la enfermedad tienen hasta un cincuenta por ciento de posibilidades para reproducir las mismas dificultades.

 

A este respecto, continuó, el tratamiento con medicamentos debe ser administrado por paidopsiquiatras, psiquiatras o neuropediatras con experiencia en el manejo de psicofármacos.

 

Los fármacos de primera elección para el manejo del TDAH son los estimulantes del sistema nervioso central y el prototipo de psicofármaco son la dextroanfetamina, el metilfenidato y la pemolina, sentenció.

 

En la mayoría de los niños hay una respuesta positiva, pues disminuyen sus conductas hiperactivas, su impulsividad y mejoran la atención. Los efectos secundarios de todos los estimulantes son decremento del apetito, insomnio, problemas digestivos, dolor de cabeza e irritabilidad, aunque desaparecen con el tiempo.

 

Otras alternativas farmacológicas para tratar este trastorno son los antidepresivos: los tricíclicos como la imipramina o desimipramina, que producen mejoría hasta en un 70 por ciento de los niños con déficit de atención e hiperactividad.

 

Expresó que la mejoría en la conducta es más prominente que en la atención. Los antidepresivos tricíclicos mejoran el humor, la impulsividad y la tolerancia a la frustración, y los efectos secundarios incluyen boca seca, constipación y adormecimiento.

 

A su vez, la psicóloga Regina Ferrari, presidenta de la Sociedad Mexicana de Déficit de Atención e Hiperactividad, subrayó que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), existen en México 15 millones de niños inscritos en primaria. Anualmente desertan alrededor de 250 mil alumnos y reprueban alrededor de 900 mil niños.

 

En secundaria, de una población nacional de cinco millones y medio de alumnos, desertan aproximadamente medio millón y reprueban más de un millón de adolescentes.

 

Lo anterior significa que cada año el sistema de educación primaria y secundaria pierde a dos millones 650 mil niños. Las razones son  multifactoriales, pero una gran cantidad deserta o reprueba por padecer TDAH.

 

Consideró que en el país, la mayoría de personas que padecen este trastorno no ha sido diagnosticada ni, mucho menos, atendida; por lo tanto, cabría preguntarse cuál es el impacto en la sociedad de esos índices de reprobación y deserción de bajo rendimiento y cuál es el perfil del estudiante de educación básica y media en el país.

 

La especialista señaló que la atención es una habilidad para elegir un objeto al cual atender. La atención selectiva es escoger el estímulo correcto, en el cual se focalizará la atención.

 

Por otra parte, la atención sostenida es el persistir y atender de forma continua, mientras que resistirse a la distracción es otra capacidad para no dejarse influir por los estímulos externos e internos.

 

Concluyó que sólo un tratamiento multidisciplinario ayuda a la recuperación médica de una persona con TDAH. El paciente, la familia, la escuela, el médico y el terapeuta deben participar en su remedio.

 

 

 

 

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PIES DE FOTO

 

Foto 1

Con un tratamiento basado en fármacos, el 70 por ciento de los afectados por el Déficit de Atención e Hiperactividad puede alcanzar una modificación de sus conductas, aseguró Silvia Ortiz León, de la Facultad de Medicina de la UNAM.

 

Foto 2

Regina Ferrari, presidenta de la Sociedad Mexicana de Déficit de Atención e Hiperactividad, indicó que la mayoría de las personas que padecen este trastorno no ha sido diagnosticada.