Boletín UNAM-DGCS-024
Ciudad Universitaria
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AFECTA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN
A MILLÓN Y MEDIO DE MENORES DE 18 AÑOS
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Cada año, el
sistema de educación primaria y secundaria pierde a dos millones 650 mil niños
y adolescentes; debido, entre otras causas, a que desertan o reprueban por
padecer TDAH, advirtió la especialista Regina Ferrari
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La psiquiatra Silvia
Ortiz recomienda para su tratamiento un diagnóstico clínico temprano, uso de
fármacos y el rechazo de visiones equivocadas en torno a este mal
El Trastorno por Déficit
de Atención e Hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes provoca serios
impactos sociales, económicos y académicos entre los enfermos de este mal y sus
familiares. En México, aproximadamente un millón y medio de personas menores de
18 años –5 por ciento del total de ese grupo poblacional– lo padece, señalan
especialistas.
Dicha cifra puede alcanzar,
incluso, los 2.5 millones en nuestro país, si se le suma el número de adultos
con este padecimiento crónico.
La coordinadora del Programa
de Salud Mental del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud
Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, Silvia Ortiz León, consideró que
frente a esta problemática es importante el diagnóstico clínico temprano, tratamiento
farmacológico, así como el rechazo a las visiones equivocadas en torno de este
déficit.
El TDAH, explicó la
psiquiatra, se clasifica actualmente en tres grupos: el de inatención, el
hiperactivo-impulsivo y el mixto. Para su diagnóstico se utilizan criterios de
la Organización Mundial de la Salud y del Manual Estadístico de Enfermedades
Mentales, en donde los menores e incluso los adultos, pueden presentar seis
síntomas de cualquiera de esos grupos, o de ambos, en los últimos seis meses de
manera persistente.
En el grupo de falta de
atención destacan los siguientes: el niño o adulto no atiende los detalles y
comete errores por falta de esmero en las tareas escolares, en el trabajo o en
otras actividades; le cuesta trabajo mantener la atención en el ámbito laboral
o en las actividades lúdicas; parece no escuchar cuando se le habla o nunca
sigue las instrucciones indicadas, deja inconclusas las tareas y no cumple con
los deberes en la escuela o trabajo.
Asimismo, se le dificulta
organizar y comprometerse en actividades que requieran un esfuerzo mental
continuado –como las tareas escolares– y las evita o rehuye; pierde
instrumentos necesarios para sus actividades –como juguetes, libretas,
cuadernos escolares, lapiceros o libros–; lo distraen fácilmente estímulos
externos y es olvidadizo.
El grupo de hiperactividad e
impulsividad, indicó, se distingue porque el sujeto agita nerviosamente las
manos, los pies o se acomoda en el asiento; se levanta en clase a cada momento
o en otras situaciones donde debería permanecer sentado; corretea
incesantemente o trata de subirse a cualquier lugar cuando resulta inapropiado
hacerlo, y si se trata de adolescentes y adultos tienen sentimientos subjetivos
de no poder estar quietos.
También, le es difícil jugar o
participar en pasatiempos tranquilamente; está siempre a toda marcha, como si
fuese en motocicleta; parlotea en exceso; se precipita y responde antes de que
hayan acabado las preguntas; le es complicado esperar su turno; interrumpe o
avasalla a los demás, agregó.
Estos síntomas, dijo, aparecen
antes de los siete años de edad y requieren desarrollarse en por lo menos, dos
ambientes distintos, como la escuela, el hogar, el trabajo, o socializando con
los amigos, entre otros.
Considerado crónico e
incapacitante, debe ser tratado de manera conjunta por especialistas en
psiquiatría infantil, pedagogos, neuropsicólogos, maestros y padres de familia,
lo que también representa un impacto social y económico elevado, consideró.
La psiquiatra de niños
advirtió que este padecimiento afecta la autoestima del menor, sus relaciones
interpersonales y la convivencia con
sus padres, pues son rechazados o subestimados al no alcanzar las expectativas
de un grupo de iguales o de los adultos; con frecuencia presentan trastornos
afectivos y de conducta durante la infancia y adolescencia, así como riesgo
para abusar de sustancias prohibidas, entre otros.
Sin embargo, explicó la
especialista, con un tratamiento basado en fármacos, el 70 por ciento de los
afectados puede alcanzar una modificación extraordinaria de todas sus
conductas, al disminuir la severidad de los síntomas y mejorar el
funcionamiento social y académico. Aunque este mal es tratable, no se cura.
Hay personas, indicó, que
desconocen los avances científicos en este campo y realizan campañas en contra
de la medicación, resaltando los riesgos adictivos de los psicofármacos, lo
cual confunde a los pacientes, pues con un diagnóstico bien elaborado y
manejado por especialistas da resultados benéficos
Frente a ello, recomendó a los
padres de familia recabar información sobre la evaluación y tratamiento
farmacológico, además de atender los déficit infantiles con terapias
especializadas para el aprendizaje, psicomotricidad, rehabilitación,
lecto-escritura y apoyo pedagógico.
Este déficit fundamentalmente,
tiene una correlación con elementos de tipo genético y bioquímico, abundó.
Incluso algunos estudios implican en concreto, a los genes que codifican a los
receptores y transportadores de dopamina; éstos son activos en el cortex prefrontal
y en los ganglios basales.
Este neurotransmisor es
segregado por neuronas de ciertas zonas del cerebro para inhibir o modular la
actividad de otras neuronas que intervienen en las emociones y movimientos.
Advirtió que también se han
identificado aspectos hereditarios, donde los hijos de un progenitor con la
enfermedad tienen hasta un cincuenta por ciento de posibilidades para
reproducir las mismas dificultades.
A este respecto, continuó, el
tratamiento con medicamentos debe ser administrado por paidopsiquiatras,
psiquiatras o neuropediatras con experiencia en el manejo de psicofármacos.
Los fármacos de primera
elección para el manejo del TDAH son los estimulantes del sistema nervioso
central y el prototipo de psicofármaco son la dextroanfetamina, el
metilfenidato y la pemolina, sentenció.
En la mayoría de los niños hay
una respuesta positiva, pues disminuyen sus conductas hiperactivas, su
impulsividad y mejoran la atención. Los efectos secundarios de todos los
estimulantes son decremento del apetito, insomnio, problemas digestivos, dolor
de cabeza e irritabilidad, aunque desaparecen con el tiempo.
Otras alternativas
farmacológicas para tratar este trastorno son los antidepresivos: los
tricíclicos como la imipramina o desimipramina, que producen mejoría hasta en
un 70 por ciento de los niños con déficit de atención e hiperactividad.
Expresó que la mejoría en la conducta es más prominente
que en la atención. Los antidepresivos tricíclicos mejoran el humor, la
impulsividad y la tolerancia a la frustración, y los efectos secundarios
incluyen boca seca, constipación y adormecimiento.
A su vez, la psicóloga Regina
Ferrari, presidenta de la Sociedad Mexicana de Déficit de Atención e
Hiperactividad, subrayó que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de
Estadística, Geografía e Informática (INEGI), existen en México 15 millones de
niños inscritos en primaria. Anualmente desertan alrededor de 250 mil alumnos y
reprueban alrededor de 900 mil niños.
En secundaria, de una
población nacional de cinco millones y medio de alumnos, desertan
aproximadamente medio millón y reprueban más de un millón de adolescentes.
Lo anterior significa que cada
año el sistema de educación primaria y secundaria pierde a dos millones 650 mil
niños. Las razones son multifactoriales,
pero una gran cantidad deserta o reprueba por padecer TDAH.
Consideró que en el país, la
mayoría de personas que padecen este trastorno no ha sido diagnosticada ni,
mucho menos, atendida; por lo tanto, cabría preguntarse cuál es el impacto en
la sociedad de esos índices de reprobación y deserción de bajo rendimiento y
cuál es el perfil del estudiante de educación básica y media en el país.
La especialista señaló que la
atención es una habilidad para elegir un objeto al cual atender. La atención
selectiva es escoger el estímulo correcto, en el cual se focalizará la
atención.
Por otra parte, la atención
sostenida es el persistir y atender de forma continua, mientras que resistirse
a la distracción es otra capacidad para no dejarse influir por los estímulos
externos e internos.
Concluyó que sólo un
tratamiento multidisciplinario ayuda a la recuperación médica de una persona
con TDAH. El paciente, la familia, la escuela, el médico y el terapeuta deben
participar en su remedio.
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PIES DE FOTO
Foto 1
Con un
tratamiento basado en fármacos, el 70 por ciento de los afectados por el
Déficit de Atención e Hiperactividad puede alcanzar una modificación de sus
conductas, aseguró Silvia Ortiz León, de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Foto 2
Regina Ferrari,
presidenta de la Sociedad Mexicana de Déficit de Atención e Hiperactividad,
indicó que la mayoría de las personas que padecen este trastorno no ha sido
diagnosticada.